La chica que me acompaña en la foto es Judith Rodríguez. Dominicana. Actriz, dramaturga y cantante. Guarda en su corazón a una bailarina de danza moderna con ganas comerse los escenarios. Alguna vez será. Judith proviene de una familia de artistas desde su madre hasta su abuelo, compositor de danzones.
Pero por ahora, sus dotes de interpretación le abrieron las puertas para protagonizar dos películas del patio con el sello de “cine serio”: Los Carpinteros (2017) y Rafaela (2022). Ambas con el aval de críticas respetables y elogios de los cinéfilos. Ambas ganadoras de premios internacionales.
La última película protagonizada por Rodríguez es Encarna a una líder de jóvenes fuera de la ley, atracadores y traqueteros de drogas cuyo centro de operaciones es uno de los barrios de la periferia carenciada del Gran Santo Domingo. Rafaela es una menol que “brega” con la violencia y busca su campo encantado, su unicornio, un lugar de pertenencia, de acogida sin tener que robar ni matar a nadie.
El film posee la mayor de las intenciones de posicionarse en los inicios de un cine dominicano que ya quiere hundir sus manos en el fango de la realidad.
Rafaela – me atrevo a decir- es nuestra versión dominicana de la película brasileña Ciudad de Dios (2002) basada en una historia real escrita por el novelista Paulo Lins y dirigida por Kátia Lund y Fernando Meirelles.
Suena pretencioso y fácil de decir -me van a acabar por eso, pero me da igual- pero como dijo el poeta Machado, se va haciendo camino al andar.
¿Y por qué no compararnos con lo bueno, darnos ese aceite de vez cuando el producto destaca calidad? El equipo de producción y dirección de Rafaela lo conformaron: Tito Rodríguez, Archie López, Cristian Mojica y hasta la propia Honey Estrella. Todos-también me atrevo a decir-realizaron un notable trabajo de producción y dirección cinematográfica.
¿Ya podemos hablar de un nuevo cine dominicano?
Podemos hablar de que ya existen nuevas voces en constante búsqueda de identidades propias. Yo me considero parte de esas nuevas voces.
Por ejemplo, anteriormente tuvimos películas como Pasaje de Ida (1988) dirigida por Agliberto Meléndez. La película Pasaje de Ida es una de las primeras películas que explora nuevas identidades en la cinematografía local. En la actualidad es pasa ahora con Carpinteros, Cocote, Rafaela, Perejil, Miriam Miente…y otras. Ya los productores nos apoyan y reconocen nuestros esfuerzos, hacia dónde vamos y lo que queremos en el cine. Aunque todavía existen desigualdades.
¿Los nuevos exploradores del cine en búsqueda de su propio camino perciben que son reconocidos por las productoras, los directores y los empresarios locales?
Por lo menos yo percibo un grupo de colegas que disfrutan de mayores privilegios que otros. En el caso de la película Rafaela nos costó once años recabar el dinero para empezar los rodajes y, claro, estamos muy agradecidos de los que se atrevieron a apoyarnos. Muy agradecidos de las personas e instituciones que nos dieron nuestro lugar y nos apoyaron con mucho o con poco.
¿Hablas de los privilegiados como Robertico Salcedo?
Obviamente Robertico es un privilegiado. Robertico realiza un cine comercial exitoso, factible, lo cual es genial por el empuje y el dinamismo que ha impulsado e impulsa a la industria del cine del patio. Sin embargo, creo en la equidad y en la igualdad de oportunidades no solo para Robertico sino para todos nosotros.
Nosotros nos vemos como outsider, pero a la vez estamos dentro del círculo, de la rueda que se mueve. Intentamos contar estas historias como Rafaela a partir de otra perspectiva, desde otro lugar, desde otra mirada. Y hacer ese tipo de películas desde esa mirada no es fácil, no siempre recibes el apoyo económico.
No resulta tan fácil levantar el proyecto y recibir el apoyo económico. Ojo: outsider no es ser rebelde. No se trata de eso.
Aunque a ninguno de nosotros nos gustaría volver a durar once años para filmar otra película, cuando sabemos que en el país existe una Ley de Cine que ofrece oportunidades para todos. ¿Me entiendes?
Por último, el rodaje de Rafaela. Cuéntame la experiencia.
Prácticamente nos mudamos a un barrio marginal de Santo Domingo. Yo aprendí a caminar y a correr entre callejones. Hacerlo todo lo que en mi vida de todos los días de manera diferente. Cambiar mi forma de verme a mí misma. Con menos maquillaje posible para hacerlo todo más natural. Cambiar la manera de mirar y de mirarme, de sentarme o ponerme de pie, sin llegar a estereotipar a las personas que residen en el barrio y mucho menos ridiculizarlos.
Yo me sentaba en un colmado todo el día y observaba su cotidianidad. Y empezaba a entender ese circulo vicioso que se genera en la pobreza. Una experiencia impresionante, super impresionante.
Judith Rodríguez ha ganado varios premios como actriz a lo largo de su carrera. Ahora en el 2022 estrenó la obra teatral “La Mujer Puerca” con gran éxito de público y de la crítica especializada. Recientemente estrenó en Madrid la obra de teatro “Domingo de Coñac”.
Protagonizo la película Rafaela, selección oficial en el 52 Festival de Cine Internacional de La India (IFFI). Es embajadora honorifica de la organización no gubernamental Save The Children Dominicana, con quien trabaja con los niñas y niñas de comunidades en situación de vulnerabilidad.
Auguramos más éxitos para Judith Rodríguez. El cine dominicano necesita que tu equipo siga explorando nuestras identidades. Que sigas hundiendo tus manos en el fango de nuestra realidad.