En Sendas extraviadas. Ensayos para vivir en el mundo que nos queda su autor, Juan R. Valdez, argumenta que el reconocimiento y la comunión con la naturaleza son un requisito indispensable para la supervivencia, proponiendo a través de ensayos la reflexión sobre los sueños e intereses mundanos y las políticas obligatorias para verlos cumplir, mientras expone el deseo de vivir plenamente y con dignidad en comunión con todas las formas de vida.
Así arranca una reseña sobre el libro publicada en el Boletín Número 421 de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (https://boletines.uam.mx/archivos/numero-421), de la autoría de Nallely Sánchez Rivas y María Teresa Cedillo Nolasco, que prosigue:.
En sus comentarios al título, presentado en la Feria Internacional del Libro Monterrey, el escritor y académico Víctor Barrera Enderle, investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León, dijo que siempre ha pensado que el ensayo es el género que “más eriza la piel”, porque establece el vínculo entre literatura y vida, y muestra que “hay un saber real que debería cruzar a la literatura, porque la enriquece por múltiples caminos”.
En el caso de Sendas extraviadas, lo que hace el autor es “extraviarse y no recorrer el camino seguro que podría ser el de la academia, el del mercado, y ese arriesgarse, le da una fuerza tremenda a su escritura”.
En su libro recorre cuatro temas que se presentan interconectados: la política de la desconfianza, la mirada cimarrona, el delirio consciente y la comunión con la naturaleza, que lo hace un libro muy enriquecedor.
El ensayista e investigador independiente Juan R. Valdez describió que los capítulos que componen la publicación le otorgaron la libertad de extenderse sobre varios temas, interrumpirlos y luego regresar a ellos estructurando sus páginas a manera de ensayo bajo un concepto propio de extravío, así cada capítulo empieza como el tomar de un camino para luego perderse con la esperanza de poder reencontrarse.
Dirigido a estudiantes y defensores de la naturaleza, lectores escépticos y críticos a los que les importan los matices de los problemas, así como a la gente común que mira las noticias todos los días y se desespera con la política y la ruina inminente del mundo, este texto -editado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)- reflexiona en los enigmas, desafíos, incertidumbres e inseguridades que enfrenta la vida.
Valdez, interesado en la intersección de la ciencia y la literatura, señaló que fascinado por la naturaleza realizó largos paseos para explorarla y estudiarla; así fue como logró gestar este ejemplar durante la pandemia, cuando el confinamiento otorgó el tiempo necesario para reflexionar y escribir algunas ideas que resultaron de la mezcla entre sus intereses académicos y personales.
Fue haciendo senderismo y viajando por las montañas, que se puso a estudiar las crónicas y los ensayos de famosos naturalistas, y a medida que reflexionaba respecto a sus propias experiencias armó marcos en torno a la relación entre la naturaleza, la sociedad y la vida compartida.
En ese periodo de ruptura que significó la pandemia, coincidieron decisiones personales sobre su ocupación profesional como investigador y académico en el campo de la lingüística en el caribe y en Latinoamérica, de tal forma que rompió con el modo de producir intelectual y académicamente para virar hacia ensayos más personales con un estilo textual diferente, explicó.
Esta obra se construye a partir de la elaboración de cuatro temas interconectados: La política de la desconfianza, una práctica democrática de cuestionar responsablemente el ideal de perfección humana y los esquemas políticos para alcanzarlo. El delirio consciente, que explora la posibilidad de reconocer el peligro individual y la locura colectiva por mejorar la libertad y la creatividad que viene con una ruptura de la razón instrumental. La comunión con la naturaleza, que aboga por la práctica de un intenso contacto diario con la naturaleza y los cuidados que requieren sus infinitas formas de vida.
Está también La mirada cimarrona, que es la forma en que él mismo entiende la experiencia de los afrodescendientes que se identifican mediante las luchas contra el racismo, y la historia de las personas en esclavitud que lograron su libertad escapando hacia los montes, quienes tuvieron que vivir para preservar su autonomía desconfiando del entorno que los rodeaba, pero a la vez desarrollando una confianza en la naturaleza y su intuición para detectar quiénes eran los enemigos y quiénes los aliados, un capítulo que se complementa con la política de la desconfianza, abundó Valdez.
Lo que ata todo esto es cómo la naturaleza “agudiza nuestros sentidos y ayuda a recuperar la confianza en nuestra propia autonomía personal y la responsabilidad individual de cuidar el medio ambiente. Un libro valioso que bien valdría que todo joven universitario tuviera en sus manos”, concluyó.