Ahora bien, el campesinado pequeño era explotado y esclavizado, porque tenía que producir para ellos y para sostenerse familiarmente, lo que reducía las recaudaciones para que el gobierno opresor pudiese mantenerse. Esto fue generando una crisis económica al régimen haitiano, que ya tenía algunas oposiciones, conformándose en 1830 una oposición liberal, encabezada por Hérard Dumesle, quien se oponía a la permanencia en el poder del dictador Boyer, que ya había perdido la mayoría en la cámara de diputados, no obstante todavía tener una gran parte de los senadores.

Empero, ya desde antes había una parte de la clase media que estaba ideando el destronamiento del régimen haitiano, es en esa circunstancia que aparece Juan Pablo Duarte, creando, un lunes 16 de julio del año 1838, la sociedad secreta La Trinitaria como entidad de carácter político y militar. Duarte la presidió, juntamente con Pedro Alejandro Pina, Juan Isidro Pérez, Felipe Alfau, Juan Nepomuceno Ravelo, José María Serra, Benito González, Jacinto de la Concha y Felix Ruiz.  Se reunieron en la casa de doña Josefina Pérez, quien era la madre de uno de sus mejores amigos, Juan Isidro Pérez. Todos hicieron el siguiente juramento sostenido en Dios, y en los principios patrios:

“En nombre de la Santísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre e independiente de toda dominación extranjera que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios con las palabras sacramentales Dios, Patria y Libertad, así lo prometo ante Dios y el mundo, si tal hago, Dios me proteja; y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.”

En la medida que el proceso avanzaba, otros buenos dominicanos empezaron a integrarse a las ambiciones de libertad, entre los cuales hay que resaltar a Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, quienes juntos a Duarte, luego serían llamados los Padres de la Patria.

Esto, desde el punto de visto político, es transcendental para avivar las ansias libertarias del pueblo dominicano. Valga decir, utilizar el arte y la cultura como medio e instrumento de concienciación ideológica, a través del teatro. Dicha estrategia ya había sido usada en algunos países más desarrollados que nosotros, pero era la primera vez que se ponía en práctica aquí, pese a que los indígenas y los esclavos africanos también lo hacían en sus plantaciones, a escondidas de sus verdugos, a través de sus cantos y danzas autóctonos.

Con la formación de La Trinitaria, Duarte demostró ser un excelso estratega, incluso cuando empezaron a ser perseguidos inició un glosario de reglas para salvaguardarla de la represión oficialista haitiana. Para orquestar y conseguir la liberación de la patria, Duarte tuvo que conciliar y camuflarse con los liberales haitianos, hasta llegó a ser coronel del ejército invasor. Igualmente concienció para ello a Ramón Matías Mella, quien estableció contacto con Alcius Ponthieux, para crear un traspaso de mando de la ciudad de Santo Domingo a través de una Junta Popular.

Dentro de la cual ya Duarte tenía a dos trinitarios participando: Manuel Jiménez y Pedro Alejandro Pina. El ideal de los trinitarios siempre fue la soberanía nacional, mientras algunos conservadores empinados por Tomás Bobadilla, no querían oponerse a Boyer, para mantenerse en el poder, pero cuando vieron que se derrumbaba, abrazaron la causa independentista.

Sin embargo, las contradicciones entre los conservadores y los trinitarios, empezaron a socavar el proyecto de liberación. Los primeros querían un protectorado de Francia, mientras los segundos propugnaban por la emancipación completa. Ante las elecciones para elegir una Junta Municipal de Santo Domingo, los trinitarios quedaron con mayoría ante los conservadores y liberales. Los trinitarios fueron denunciados porque sus propósitos reales eran proclamar la independencia, los liberales se lo comunican al presidente haitiano Charles Hérard, quien entra por la zona norte con sus tropas para impedir dicho proceso. Los trinitarios, en su mayoría, comenzaron a ser apresados, igualmente que cualquier persona sospechosa, Duarte tuvo que salir del país para no ser detenido, junto con Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro. Francisco del Rosario Sánchez se enfermó, pero pudo mantenerse oculto en Santo Domingo.

Otra vez, el proceso libertario tiene que verse aplazado; aquí surge la figura de un rico comerciante de Azua, Buenaventura Báez, quien era el jefe de los diputados de la Asamblea Constituyente, éste se contacta con André Levasseur, cónsul general de Francia en Haití, para conspirar en contra del propio Haití, para que la parte dominicana pasara de nuevo al protectorado de Francia, teniendo un gobernador francés. En cambio, Francia reconquista a Haití, y se queda con la zona de Samaná.  El vil de Báez, el 1 de enero de 1844 lanza un manifiesto estableciendo dicho convenio entreguista y antipatriótico. Ante tal situación, Mella buscó relaciones de apoyo con Tomás Bobadilla, quien tenía vínculo con los hermanos hateros Pedro y Ramón Santana, del Seibo

Sánchez no estaba de acuerdo con Mella, pero viendo la imposibilidad de conseguir el apoyo de Duarte en armas, desde Venezuela accedió al respaldo de Bobadilla, que junto a un grupo de conservadores poseía un plan distinto al de Báez. Se firmó un acuerdo de un Estado independiente, que fue firmado por decenas de personas y enviado a algunas regiones del país. Sin embargo, desde la clandestinidad, Sánchez conformaba un Comité Revolucionario para destruir la opresión haitiana, donde había dos liberales que eran vinculados a las tropas: Manuel Jiménez y Joaquín Puello.

Las contradicciones y las disputas empezaron entre las facciones rivales del gobierno haitiano, además de que se pensó que cualquier aglutinamiento independentista podía fácilmente ser apagado por Hérard. El deseo de libertad iba creciendo de manera abierta; en su última reunión el Comité Revolucionario formó una Junta Gubernativa encabezada por Sánchez, que era además el jefe del Departamento de Santo Domingo, mientras Puello fue nombrado jefe de la guarnición. Se seleccionó la fecha de 27 de febrero 1844 como el día de la proclama de la Independencia Nacional, frente a la Puerta del Conde en Santo Domingo.

La Junta Gubernativa, dirigida por Sánchez, le confirió el primer gobierno dominicano a Bobadilla para conquistar más apoyo si venían las tropas haitianas, pero éste le cede el mando a Santana, quien repelió la embestida haitiana en la batalla del 19 de Marzo en Azua. Once días después fueron abatidas y derrotadas también en Santiago de los 30 Caballeros, en la famosa Batalla del 30 de Marzo. Ambos acontecimientos consolidaron y solidificaron la Independencia Dominicana, emprendida por los tres padres de la patria: Juan Pablo Duarte, Francisco de Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.

Luego de la gesta libertaria, un grupo de anexionistas conducidos por Pedro Santana, iniciaron conversaciones, entrevistándose con el cónsul francés Sainte Denis, para entregar la patria a un protectorado de Francia, que era el proyecto de Levasseur, que tenía el respaldo del líder conservador, Tomás Bobadilla, y hasta convencieron a Sánchez. Sin embargo, ante la llegada al país de Duarte, los trinitarios asumieron el control e iniciaron un levantamiento popular de oposición, dirigido por Duarte, quien recibió un gran apoyo hasta de la pequeña burguesía de Santiago de los Caballeros. El proceso fue apoyado por Joaquín Puello, quien era el jefe militar de Santo Domingo. Se expulsaron a los anexionistas de la Junta Central Gubernativa, y Sánchez se puso al frente de ella.

Duarte no consiguió el respaldo de la tropa principal que capitaneaba Pedro Santana, quien negoció con Sánchez para penetrar a Santo Domingo, diluyó la Junta Gubernativa y encerró a los trinitarios, se puso al frente del grupo conservador, formó su propia Junta Gubernativa, la cual luego lo confirmó como Presidente de la República. Dentro de todo el trajinar histórico de este proceso, Duarte fue la luz alucinada de la pureza revolucionaria de la patria; Sánchez el conciliador por antonomasia, conjuntamente con Mella; Puello el siervo de los anexionistas, por lo que trabajó con los subsiguientes gobiernos, hasta que Santana lo fusiló. Los avatares de sombras de Santana lo llevaron a convertirse en un dictador, tuvo que renunciar en 1848; su sucesor, el general Manuel Jiménez, accedió a que los trinitarios volvieran al país.

Santana regresó al poder e inició ejecuciones masivas, fusilando a Sánchez. Duarte, adolorido y humillado por las ingratitudes y las traiciones, Duarte, Padre de la Patria, nunca regresó a la nación que liberó y nombró como República Dominicana.  Juan Pablo Duarte, quien murió en condiciones precarias y desoladas, un 15 de julio de 1876, en el terruño que lo amparó, Venezuela. Duarte es la luz eternizada de la dominicanidad, es el vuelo tricolor donde ondea nuestra bandera, es la flor que robustece el amanecer de cada día, porque Duarte es la patria encarnada.

Fuentes bibliográficas:

Los patios de vecinos de Vejer de la Frontera: Manuel Jesús Melero Callado, página 17.

Historia Colonial de Santo Domingo: Frank Moya Pons, página 11.

Foto del acto de develamiento del busto.

Juan Pablo Duarte. Escritos: Recopilados por el doctor Mariano Lebrón Saviñón, página 7. Segunda edición 1997, Santo Domingo.

Juan Pablo Duarte: El Padre de la Patria, páginas 44-45. Juan Daniel Balcécer, Santo Domingo 2001.

Juan Pablo Duarte. Escritos, páginas 4-5.

(Penson 1980, editora Taller, p.13-14).

Juan Pablo Duarte: El Padre de la Patria, páginas 57-58. Juan Daniel Balcácer, Santo Domingo 2001.

Historia dominicana: desde los aborígenes hasta la Guerra de Abril, basado en el texto del libro de Roberto Cassá Historia social y económica de la República Dominicana, adaptación y versión popular de Augusto Sanción Villalona. Archivo General de la Nación, volumen CXVIII. Editora Alfa y Omega, 2010.

Juan Pablo Duarte: El Padre de la Patria, páginas 68-69. Juan Daniel Balcécer, Santo Domingo 2001.