“Honra al Señor con tus riquezas y con lo mejor de todo lo que produces.

                 Entonces El llenará tus graneros, y tus tinajas se desbordarán de buen vino”

                 Proverbios 3:9-10

 

             Querido Juan Luis:

Esta carta es dirigida a ti, pero quisiera (permítemelo) compartirla con tu público. La gente que te ha admirado y seguido por tantos años.

En el 1984 conocí en Chicago, IL a un personaje del cual yo había oído ya muchas historias. Me habían hablado de sus logros en el campo de la Medicina y de sus atributos en cuánto a su personalidad magnética y de su mente creativa e incansable. Era él capaz de mantener su vida en una evolución y mejoría constantes. Su nombre es Dr. Rafael Pérez Guerra (alias “El Chino”). Cuando en el verano de ese año visitamos su casa en las afueras de Chicago, sentí ese calor que sólo se siente “pisando tu tierra”. Nunca me olvidaré de la imagen ante mí, cuando él abrió un “freezer” que se convirtió en “todo verde”, por la presencia de incontables botellas de nuestra cerveza, “y todas las botellas estaban vestidas de novia”.

Algunos de ustedes no saben lo que es estar fuera de nuestra República Dominicana por más de dos años sin ver tal espectáculo y sentir un golpe de nostalgia al verte voluntariamente desterrado y extrañando tus calles y a tu gente. Recuerden también, que en el 1984 no existía el Internet, los celulares o el WhatsApp.

Todo lo que había oído acerca del Chino se volvió realidad. Me encontré con un hombre alto, fuerte, pero flexible y de movimientos espontáneos, rítmicos y naturales. Inteligente, culto, lleno de una energía contagiosa y con un rostro de sonrisa eterna que transmitía felicidad, satisfacción plena, y claro: los ojos “achinados”. Tu Primo, “El Chino”. A raíz de tu tema “Tengo un Primo” ya hace años te escribí: “Yo también tengo un Primo”.

En aquellos días de (1983-1986) yo por mi parte, buscaba (y encontraba) en mi pequeño estudio en Detroit, MI, mi conexión con mi querida Quisqueya. Una forma de así hacerlo era escuchando el LP de un grupo nuevo de República Dominicana: “440”, titulado “Soplando”. Para no rayarlo y oírlo en fiestas con “boom box”, lo reproduje en un casete “de los buenos” Sony HF 60. No había dinero para comprar los Maxwell.

Ya en esa época, Juan Luis Guerra y yo compartíamos, cosas en común, no tan sólo la música, pero él había encontrado en mi “Ciudad Corazón”, el corazón de Nora. Como si eso fuese poco, también en Santiago fue a convencer a nuestra querida María Idalia Hernández de que se uniera a él, Roger Zayas y Mariela Mercado en la creación y nacimiento de “440”. En Santiago todos conocíamos a María Idalia, de hecho ella fue compañera de escuela de mi esposa y esa amistad se ha mantenido a través de los años. Así también hemos mantenido una inmensurable admiración por el trabajo artístico de todos ustedes, jóvenes que influenciados por tu carisma y talento, aficionados del jazz americano, admiradores de grupos como “Manhattan Transfer”, dieron a luz a nuestro hoy, icónico grupo “440”.

Tu calidad artística nació contigo, se nutrió de las aguas del Ozama, de las cosechas del Cibao, de las salinas de Montecristi, de las montañas y neblinas de la Cordillera Central, de la majestuosidad e impecable naturaleza del Pico Duarte, del Mar Caribe y de la espuma del Atlántico. En Berklee, tu arte solo se coloreó. ¿Y quién no se enamora de Manhattan Transfer? ¿Quién no puede dejarse influenciar de Bill Evans, Coltrane, Gillespie, Jobin, pero al mismo tiempo del talento de nuestros grandes músicos que elevaron aún más a nuestro merengue como Tavito Vásquez, Papa Molina o de las voces de “Los Solmeños”?. Así adquieres tu DNA musical. En una mezcla ecléctica que te hace lo mejor de los dos mundos. Tu magnetismo y música contagiosa son tales, que con razón, tu primo el Chino, con su personalidad y con la paciencia de su esposa, hizo algo que no conozco a ningún otro médico que lo haya hecho: en el 1992 El Chino se unió por unos meses al Tour Mundial de “440” (“Bachata Rosa”).

Entonces pasan los años, ya nuestros hijos son profesionales (y como nosotros: son ellos amantes de la música). Ya somos abuelos, ya El Chino (con quien mantengo comunicación) se retiró. Mi hijo mayor (cuando era un adolescente) supo llevar a Duke algunos de tus CD’s para enseñar a los estudiantes americanos en el programa TIP cómo bailar merengue. Su “major” en la universidad (Boston College) fue en música. Mi hija también es artista, su voz es angelical. Ambos fueron miembros de grupos a capella en sus respectivas universidades. Hoy son dentistas, como la mayoría de mi familia. Yo soy “la oveja negra”, soy neurólogo. No hay fiesta en nuestra familia en que no disfrutemos de tu música. “El Farolito” me transporta siempre a nuestras fiestas inolvidables en “La Ciudad de los Bellos Atardeceres”: Mao. En aquel entonces, con tu música nadie me ganaba dando vueltas embriagado por tu merengue y el solo de acordeón. Y hoy, 30 años después, “440” sigue destellando en escenarios de prácticamente el Mundo entero.

Recipiente de varios premios Grammy y de cientos de reconocimientos en muchas naciones, Juan Luis se ha convertido en el embajador cultural más distinguido de la República Dominica. Tú has salvado la inmortalidad del merengue, la cual se había visto peligrar, ante sonidos repetitivos y monótonos que lamentablemente hoy mucha de la juventud le llama “música”.

Por muchas razones yo no he asistido a tantos conciertos populares. Estadios, parques o arenas no son los escenarios en los que normalmente disfruto de la música en vivo. Mi preferencia han sido siempre los conciertos de música clásica y de Jazz. Todo pareció cambiar o ser diferente, cuando recibí una llamada de un gran amigo puertorriqueño. Me anunciaba que Juan Luis Guerra viene para Fort Myers a presentarse en el Hertz Arena. Sin pensarlo dos veces se planeó todo y conseguimos las boletas para las tres parejas de amigos: Puerto Rico, Paraguay y República Dominicana. Los días pasaron lenta y calurosamente, pero finalmente llegó el 23 de Septiembre y no quedó, en el Hertz Arena de Fort Myers, un solo asiento vacío. Chile, Argentina, Paraguay, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá, Cuba, Honduras, Guatemala, Méjico, Puerto Rico, Italia, Estados Unidos y claro está:  Quisqueya, estaban todas representadas en un público totalmente entregado a disfrutar de cada nota y cada palabra de cada una de las canciones de Juan Luis.

¡Qué grande y afortunado eres Juan Luis! Dios te bendiga a ti y a todos tus seres queridos.

Ya entendí lo que le pasó al Chino con “Bachata Rosa”. Tú concierto fue toda una obra de arte, la cual no se ni siquiera por dónde comenzar a describir. ¿Qué tal si hablo del público?

¡Qué belleza de público tuvieron ustedes! Las banderas dominicanas que muchas personas trajeron, me hicieron aumentar aún más mi orgullo de ser dominicano y partícipe de ese evento inolvidable. El público les hizo honor, desde aplausos incansables, hasta los gritos de admiración y emoción cuando cada uno de tus “himnos” eran entonados. Me emociono solo al pensar en cómo te sentirías tú, al oír miles de voces en unísono, recitando a perfección estrofas de tus canciones. Ahí, me ericé varias veces, y una que otra vez mis ojos se vieron humedecidos. Así me pasó cuando mencionaste a “Jesús, mi Señor y salvador. Rey de reyes y Señor de señores, para él no hay nada imposible". Tu guía y salvador. ¿Viste cómo el público gritó de emoción? ¡Qué bello momento! Te cuento que, con visión borrosa por las lágrimas, vi a mi alrededor muchas otras personas reaccionar de igual forma. Vi pañuelos y servilletas salir a relucir y parejas tomarse de las manos y elevarlas unidas en plegaria y agradecimiento.

Entiendo que en la gran mayoría de los conciertos populares, hay un acto de apertura en el que un artista o agrupación comienza a “encender” al público y lo prepara para el evento principal. Esto de animar al público aquí no era necesario. La idea de ustedes del disc jockey mezclando temas tuyos con agilidad y talento inigualables fue muy bueno, pero en realidad ya el público estaba listo. Ya una anticipación indescriptible rebozaba nuestras almas y corazones. La espera final con el escenario oscuro y el bullicio creciente fue intenso al punto de recordar la anticipación a las más grandes figuras y agrupaciones populares de la historia de la música moderna. The Beatles y en Elvis Presley me llegaron a la mente.

El trabajo fílmico de tu hijo Jean Gabriel con los efectos especiales, videos, diseño gráfico y la escenografía en general fue sencillamente genial. Las fotos en blanco y negro durante los créditos fueron un regalo extra para la audiencia, la cual extasiada por haber sido testigo de un espectáculo de 2 horas impecablemente presentado, no podía salir de la arena… Nos resistíamos a dar fin a la noche. Muchas Gracias Juan Luis. Muchas Gracias “440”.

Entonces terminas mencionando y haciéndonos captar el QR code que nos adentra en “Mambo 23”. Genial idea y toque final a una noche perfecta.

Y el pastor del “Mambo 23” dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” Juan 3:16

Y entonces yo espero que: “Entre el Mar y Palmeras” todo tu público al igual que ustedes, los maravillosos miembros de la Familia 440, puedan disfrutar de este canto hermoso que con respeto y sobre todo, con mucho amor comparto con todos ustedes en mi QR code. Es un canto hermoso, que como el “Mambo 23”, encierra un mensaje para todos, y hoy sobre todo para nuestra juventud que penosamente se encuentra a menudo, en calles oscuras.

Por una larga y hermosa vida, por muchos conciertos más, por muchas honras más a nuestro gran Creador.

 

Un fuerte abrazo,

 

Tony Gil

Port Charlotte, FL

Septiembre 30, 2023