En uno de sus relatos sobre su participación en el proceso que condujo al estallido de la revolución del 24 de abril de 1965, José Francisco Peña Gómez fue enfático en confesar que participó desde los primeros días en la conspiración, al tiempo de revelar que fue el autor del primer manifiesto contra el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. Deja claro que nunca se atribuyó la gloria y la paternidad de la revolución, cuyo símbolo fue su maestro Juan Bosch.

A continuación, una síntesis del testimonio del Dr. José Francisco Peña Gómez

José Francisco Peña Gómez, apresado tras un discurso difundido por radio en el que llamó al pueblo dominicano a unirse a los militares constitucionalistas que desconocieron la dictadura del Triunvirato para tratar de reponer al legítimo presidente Juan Bosch.

Es difícil encontrar en toda la historia nacional un episodio más apasionante que la guerra de abril de 1965, porque ella fue, al propio tiempo, un movimiento institucional que le devolvió al país el ordenamiento jurídico que había perdido con el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963;  fue guerra civil entre dos bandos políticos   opuestos e  interesados en  alcanzar  el poder del Estado y también lucha social porque     fue respaldada por obreros, estudiantes,  clase media y las masas pobres de los barrios de Santo Domingo.

La Revolución Constitucionalista, además de ser lucha social, guerra civil y lucha política en el plano institucional, fue una guerra internacional, porque en ella los comandos constitucionalistas y el pueblo en armas se batieron contra el ejército de los Estados Unidos y después contra los ejércitos de varios países que integraron la Fuerza Interamericana de Paz.

Registra también la reacción patriótica más rápida que ha tenido el pueblo dominicano frente a una invasión extranjera, puesto que la intervención haitiana de 1822, la ocupación española en 1861 y la primera intervención norteamericana en el 1916, ocurrieron sin que se suscitara ninguna resistencia significativa, salvo hechos aislados, como fue la batalla de. La Barranquita.

La reacción de los dominicanos contra el dominio haitiano ocurrió 22 años después de producirse la pacífica ocupación de Boyer; la revolución Restauradora se produjo dos años después de que el general ,Pedro Santana anexara la República al dominio español y la desocupación de nuestro territorio después de la primera intervención norteamericana se realizó ocho años después, en 1924, forzada por una lucha cívica que encontró – como ha sucedido en casos como estos – respaldo en el Congreso de los Estados Unidos y en los círculos liberales de ese país.

La Revolución Constitucionalista dirigida por el coronel Francisco Alberto Caamaño recibió a tiros a los invasores extranjeros y no permitió que el pabellón nacional fuera ultrajado, cuando el 15 y el 16 de junio de 1965, los marines y paracaidistas norteamericanos intentaron tomar por asalto la vieja ciudad de Santo Domingo.

Vigencia parcial de la constitución

Una fotografía del joven José Francisco Peña Gómez.

La Revolución Constitucionalista, como ahora lo reconocen amigos y enemigos, es la raíz del proceso democrático que vive actualmente la República Dominicana, porque una cosa que a menudo se olvida es que el retorno a la constitucionalidad se patentizaba en la Carta Magna de 1963 y el gobierno de Juan Bosch, y que si bien no se obtuvo la restauración del régimen derrocado, sí se logró la vigencia parcial de la constitución de 1963, que fue sustituida por la de 1966, que es la de más larga vida en el proceso constitucional dominicano.

Sin la Revolución Constitucionalista no hubiera sido posible el retorno de los dominicanos que entonces se encontraban en el exilio, entre ellos los expresidentes Juan Bosch y Joaquín Balaguer, así como el Lic. Jacobo Majluta, y es imposible que hubieran podido celebrarse unas elecciones con la participación del Partido Revolucionario. Dominicano.

La Revolución Constitucionalista tuvo un símbolo que fue el profesor Juan Bosch y varios jefes que la dirigieron en su etapa "conspirativa, en la de la lucha de masas y en la insurrección militar.

El jefe civil del movimiento hasta el día 27 de abril, lo fue el Dr. José Rafael Molina Ureña, y los jefes militares fueron el teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, fundador del movimiento y uno de los más desinteresados y puros de los constitucionalistas; el coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez, jefe militar de la sublevación en su primera fase en ausencia del máximo dirigente, y ya en la etapa de la guerra el movimiento se confundió con un nombre: el del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, el antiimperialista más grande de nuestro siglo, secundado por tres extraordinarios jefes militares como lo fueron el coronel Manuel Ramón Montes Arache, el héroe de la batalla del puente, que puede calificarse con justicia como el primer combatiente del movimiento, el coronel Juan María Lora Fernández y el hoy general Héctor Lachapelle Díaz.

 La verdad histórica

He sido uno de los dominicanos que más se ha preocupado por recoger la verdad histórica de ese movimiento, de tal manera que después de los combates solía entrevistar a sus protagonistas para que me describieran los mismos y sus acciones heroicas, que luego eran reseñadas por La Voz de la Constitución. Tribuna Democrática ha reproducido esas grabaciones originales, que ahora son documentos que constituyen una fuente de información para quienes se preocupan por conocer el desarrollo de aquel movimiento.

Se observará que en ninguno de esos documentos ni en los muchos escritos que conservo sobre el Gran Movimiento Constitucionalista hay una sola indicación que sugiera que me trato de atribuir la gloria y la paternidad del mismo.

Estos ataques arteros que me vienen lanzando un grupo de seudo historiadores e intelectuales y periodistas políticamente comprometidos, no persiguen otra finalidad que demeritar al PRD y a sus líderes, sin los cuales nunca hubiera sido posible la Revolución Constitucionalista, porque si es una verdad sabida que la revuelta tuvo muchas estrellas después del 24 de abril, antes, cuando se incubaba en el vientre de la sociedad, sólo los perredeístas concurrimos a su nacimiento y entre esos perredeístas estuvo yo.

No fue dirigida por control remoto

Estos historiadores e intelectuales comprometidos que exhiben pomposos títulos, al analizar la Revolución Constitucionalista nos aseguran que fue organizada y dirigida por control remoto desde Puerto Rico y que todos los actos que concurrieron a su desenconamiento se debieron a la magia de un líder que con un poder superior al de los taumaturgos, fue capaz de poner en movimiento al pueblo dominicano y de lanzarlo a la reconquista de su libertad.

Aquel mismo día me reuní con el dirigente catorcista Abel Rodríguez del Orbe, con el desaparecido Pipe Faxas, Fidelio Despradel y Eligio Bautista y trazamos algunos planes para combatir el golpe.

Otros hay, que no están ligados a la fracción política del profesor Juan Bosch, que para excusar su falta de previsión teorizan sobre un supuesto espontaneísmo de las masas que se lanzaron a las calles el 24 de abril como si esa movilización no hubiera sido una secuencia provocada por la aplicación de una política puesta en práctica por su sector del Partido Revolucionario Dominicano.

Si fuéramos a dar crédito a los que así piensan, tendríamos que colegir que la proclamación de la Independencia fue obra de la casualidad y no de un iluminado que concientizó a su pueblo y lo educó en el amor a la independencia y a la libertad.

Con efecto, Juan Pablo Duarte no fue el mayor héroe del 27 de febrero de 1844, porque los hombres que guiaron la juventud capitaleña a la Puerta de la Misericordia y a la Puerta del Conde fueron Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella. Bien se sabe que, perseguido por los haitianos, Duarte tuvo que esconderse y después marchar al exterior, pero nadie puede quitarle la gloria de haber organizado el movimiento trinitario y de haber creado el estado de conciencia que condujo al estallido del 27 de febrero.

Es cierto que Juan Bosch es el símbolo de la revolución del 24 de abril, pero si el entonces líder del Partido Revolucionarios Dominicano no hubiera contado con un puñado de decididos seguidores en la dirección del PRD, a la cabeza de los cuales estuvimos José Rafael Molina Ureña y yo, es muy difícil que la insurrección se hubiera producido y que la tesis del retorno a la constitucionalidad sin elecciones hubiera encontrado ninguna concreción.

Enemigo gratuito

Uno de los enemigos gratuitos que nos hemos encontrado, el señor Héctor Aristy, alegó recientemente que los documentos prueban que no tuvimos ninguna participación en la organización de la Revolución Constitucionalista, atribuyéndola toda la gloria al profesor Juan Bosch, a pesar de que éste salió del país inmediatamente después del golpe de Estado y de que el Triunvirato no permitía ni siquiera que difundiéramos sus discursos por la radios, quedando bruscamente imposibilitada toda la comunicación de aquel con el pueblo y por consiguiente completamente imposibilitado de influir sobre el sentimiento de las masas.

Las explicaciones que hemos oído sobre los orígenes del movimiento han sido en su mayoría falseadas por sectores izquierda con el fin de atribuirse toda la gloria de la sublevación. Esos mismos grupos de izquierda que ahora pretenden que el movimiento constitucionalista sólo existió desde que ellos se suman a él, fueron adversarios consistentes de la táctica del PRD expuestas una y otra vez por en los programas Combate y Tribuna Democratica y en muchas reuniones que sostuvimos ellos para tratar de persuadirlos que ofreció su respaldo a nuestra tesis del retorno a la constitucionalidad sin elecciones.

La confusión que se ha realizado sobre las nuevas generaciones que no presenciaron aquellos hechos, nos obliga a hacer algunas clarificaciones para restablecer la verdad histórica y colocar en su justo lugar al Partido Revolucionario Dominicano.

Cuando el gobierno del profesor Juan Bosch fue derrocado el 25 de septiembre de 1963, el Partido Revolucionario Dominicano y el régimen, estaban enfrascados en una crisis de sus relaciones.

Esa crisis se inició cuando el presidente Bosch me ordenó visitar al presidente del PRD, Ángel Miolán, para comunicarle que debía abandonar el país y marcharse a estudiar a una universidad del extranjero. 

Miolan acusado de agente comunista

Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez.

Para esa época, el compañero Ángel Miolán sufría los efectos de una campaña pública y privada que lo presentaba como un peligroso agente comunista por parte de agitadores de la extrema derecha; esa campaña había penetrado en las Fuerzas Armadas y también en los altos círculos económicos del país, pero también es cierto que en la pugna Bosch—Miolán, como en todas las demás en que se ha involucrado el profesor Bosch, había de por medio una lucha por el liderazgo de la organización.

Como se recordará, el presidente del Partido se negó tajantemente a salir del país y, en el Congreso que celebró la Federación Nacional de Hermandades Campesinas — FENHERCA— desafió a quienes intentaban expulsarlo del territorio nacional.

Posteriormente, el conflicto Partido—Gobierno penetró al Congreso Nacional, especialmente al Senado de la República que estaba presidido por el doctor Juan Casasnovas Garrido, quien era secundado por la compañera Thelma Frías de Rodríguez, que era vicepresidente.

Uno de los gravísimos errores que cometió el profesor Juan Bosch, fue no remover los jefes militares que le legó el Consejo de Estado, dizque obedeciendo a una recomendación que le hizo el embajador John Bartlow Martin.

Lo cierto es que, a principios del año 1963, cuando el profesor Bosch en su condición de presidente Electo viajó a Europa y Estados Unidos, el Consejo de Estado dispuso el cambio de una parte de los altos mandos militares.

Recuerdo que aquellos sorpresivos cambios militares provocaron alarma y que acompañé al Dr. Washington Aníbal de Peña, secretario general del Partido, a una reunión con el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea en la base de San Isidro para discutir la situación y se llegó a la conclusión de que los cambios que acaban de producirse, no beneficiaban al PRD.

Bosch no podía sustituir al jefe de la Policía 

Entre los días que discurrieron desde el 20 de diciembre de 1962 al 27 de febrero de 1963, se dictó la Ley de Institucionalidad de la Policía Nacional, en virtud de la cual el presidente de la República no podía destituir al jefe de la Policía a menos que no contara con la anuencia de la Plana Mayor de ésta.

Los movimientos conspirativos eran notorios ya en las últimas semanas del gobierno del profesor Juan Bosch y frente a la pasividad de éste, los legisladores del Partido Revolucionario Dominicano intentaron tomar medidas contra las fuerzas conservadoras y derogar la Ley de Institucionalidad de la Policía. Pero el presidente Bosch se opuso tajantemente a las posiciones del Partido y éste abrió la vía a una crisis muy grave, que provocó un gran disgusto de una parte de los legisladores y los dirigentes del Partido, que nos reunimos en la residencia del doctor José Rafael Molina Ureña y decidimos discutir las relaciones del partido con el profesor Juan Bosch.

A la cita concurrimos los compañeros Ángel Miolán, Juan Casasnovas, Manuel Fernández Mármol, José Rafael Molina Ureña y yo, que era secretario general del partido después que, al titular, el doctor Washington Aníbal de Peña, le otorgaron un puesto de embajador Itinerante en los países africanos.

El 30 de agosto de 1963 se celebró la reunión en el Palacio Nacional. El compañero Ángel Miolán, dominado por la imponente personalidad de Bosch, no defendió los puntos originales que había prometido defender, cuando el profesor Bosch alegó que había de cancelar las actividades del PRD porque en la democracia – según él – los partidos sólo existen cuando hay elecciones, reforzando su afirmación cuando hay elecciones, reforzando su afirmación con el ejemplo norteamericano, pues en los Estados Unidos, según nos indicó, los partidos políticos sólo se reactivan para las elecciones.

La única concesión que el compañero ángel Miolán pudo arrancarle al profesor Juan Bosch fue que en vez de un cierre total de los locales del PRD se mantuvieran abiertos los mismos para desarrollar una supuesta compaña de alfabetización. Tal y como lo digo en una disertación pronunciada en el año 1973, aquel comunicado inconcebible decía: "Hemos acordado renunciar a las actividades políticas mientras no se convoque a una nueva campaña electoral y hemos resuelto dedicar la organización, los locales y los mejores hombres y mujeres de nuestras filas a una campaña alfabetizadora y de enseñanza ciudadana’’.

PRD prácticamente disuelto  

Cuando sobrevino el Golpe de Estado, el Partido Revolucionario Dominicano estaba prácticamente disuelto. y aquel fatídico 25 de septiembre el país se quedó sin dirección, cuando los jefes del gobierno fueron apresados y la mayoría de los líderes del Partido, al sentirse perseguidos, se refugiaron en embajadas o se ocultaron de la Policía.

En virtud de que el profesor Juan Bosch había tomado medidas de austeridad reduciendo el gasto público y pagando las deudas contraídas por gobiernos anteriores, el pueblo dominicano no reaccionó contra el golpe, porque esperaba milagros del gobierno perredeísta. Recuerdo que un chofer de concho me dijo aquel día que Juan Bosch no había hecho nada, tal era la desorientación que había en aquellos momentos.

Aquel mismo día me reuní con el dirigente catorcista Abel Rodríguez del Orbe, con el desaparecido Pipe Faxas, Fidelio Despradel y Eligio Bautista y trazamos algunos planes para combatir el golpe.

Aquel 25 de septiembre, las calles estaban vacías y sólo se veían pasar los vehículos militares que patrullaban, había tristeza en los rostros y la gente se recogía en sus hogares, llena de miedo.

Ese mismo día instruí al compañero Napoleón Núñez Paulino para que penetrara en el local del Centro Interamericano de Estudios Económicos y Sociales (CIDES), donde Sancha Volman tenía un instituto de educación, para que sustrajera un mimeógrafo que allí había, el cual fue trasladado al kilómetro 9 de la carretera Sánchez, donde residía un viejo dirigente del Partido, fundador de la seccional de Venezuela, el querido compañero Nasim Hued Hernández, quien nos ofreció desde aquel día su residencia, que estaba situada en el interior de una finca rodeada de montes para que fuera el cuartel general del Partido Revolucionario Dominicano en la clandestinidad durante varios meses.

Mucha gente se atribuye la paternidad del primero llamado a la lucha contra el Golpe de Estado y los historiadores señalan que su autor fue el profesor Juan Bosch. Pero aquel día Juan Bosch estaba prisionero de los generales e incapacitado para dirigirse al pueblo, lo mismo que en los días siguientes. Fui yo quien redacté, de mi puño y letra y en mi condición de secretario general del Partido Revolucionario Dominicano, el primer comunicado contra el golpe convocando al pueblo a la lucha.

Milagros le facilito primer manifiesto

Milagros Ortiz Bosch.

La doctora Milagros Ortiz Bosch, sobrina del expresidente Juan Bosch, quien a la sazón residía en el hotel Jaragua con su esposo Joaquín Basanta con el que acababa de contraer nupcias, me facilitó hace algún tiempo una copia auténtica mimeografiada de aquel primer documento del Partido Revolucionario Dominicano, fechado el 25 de septiembre de 1963.

Ese primer manifiesto contra el Golpe decía, entre otras cosas, las siguientes: "En el día de hoy ha sido ofendida la dignidad y la libertad de nuestro país. Los tutumpotes, en descarada alianza con reaccionarios trujillistas y políticos corrompidos y ambiciosos, han derrocado al Gobierno Constitucional de la República".

El Golpe de Estado de hoy significa la pérdida de todas las libertades conquistadas a fuerza de sangre y de coraje por los dominicanos en desigual contienda contra el troilismo y los tutumpotes explotadores del pueblo. No podemos permitir tranquilamente que se cometa este atropello contra la voluntad de las mayorías nacionales. El robo, el crimen, la delación y el abuso se entronizarán de nuevo si no asumirnos una actitud de defensa de la constitucionalidad.

Los partidos revolucionarios, las instituciones patrióticas y culturales, los trabajadores, los militares demócratas, los empleados públicos y la juventud dominicana deben salirle al frente a los enemigos de la libertad y del bienestar general de la comunidad dominicana.

Es por ello que hacemos un llamado a las organizaciones mencionadas para que se sumen a la lucha por la reconquista de la democracia dominicana.

Ningún dominicano que se precie de ser digno y demócrata debe abstenerse de participar en este patriótico movimiento.

¡Huelga general es la consigna! – ¡Vergüenza contra dinero! ¡Abajo el Golpe de Estado! ¡Abajo los tutumpotes! ¡Todos a formar filas contra el golpe! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Democracia!