Para el poeta exteriorista, José Enrique García, en su poema Umbrales, la génesis del universo, El horizonte, arranca a partir de una singularidad tangible de su propia vivencia y entorno, los bordes de la casa, materia primigenia e inerte que eventualmente culminaría en el surgimiento de la materia orgánica, abiertos a la vida, en el proceso de la expansión del cosmos.  

El horizonte se inicia en los bordes de la casa,

abiertos a la vida…

 Atmósfera revestida de penumbras, que amasa sombras, durante el transcurso tumultuoso y marcha paulatina de las mutaciones, multiplicando el concierto de las formas desde sus orígenes, los iniciales pujos, y la posterior manifestación de la existencia y la trama de la condición humana, los dolores del faenar, y de todo lo que existe. 

espacio recreado que amasa sombras

que vienen de los iniciales pujos,

los dolores del faenar en las manos con la tierra…

 Umbrales alude al origen del espacio, tiempo y materia, para luego remontarse, como punto de inflexión, a la  eclosión de la conciencia humana: emociones, júbilo, deseos, propusimos, pensamientos, extensión del pueblo, imágenes, corazón humano.  Así, el renombrado poeta, Enrique García, recrea el intricado nudo de cómo la irracionalidad de la piedra ha dado lugar a la razón.

el breve júbilo de las cosas concluidas

como las propusimos imaginándolas,

suelto el mundo en la extensión del pueblo,

en el amplio corazón humano.

 Como poeta de la imagen, José Enrique García recurre, en Umbrales, a su experiencia personal en cuanto a la percepción de los objetos cotidianos, casas, viviendas, tierra, aire, manos, abrigos, alimentos. Componentes extraordinarios de una composición alegórica, subyacente de la creación, formación y expansión del orbe, hasta llegar, durante las pugnas de su recorrido, al pináculo del Sexto Día, momento cumbre en que Dios, Génesis 1:26, dijo: Hagamos el hombre… 

Así las casas, las viviendas íntegras,

elevadas desde la tierra hasta el aire

por el afanar de manos, en variedad de oficios,

              en procura de abrigos y alimentos.

Y el aire nos llegaba susurrando limpieza y blancura,

imperceptible olor del día que arrastraba claridades

que percibimos en los umbrales… 

 Así es, Umbrales, la nada y el principio, materia del recinto, que sucede, lentamente…ocurre, como manifestación en la experiencia vital del poeta que aprehende los confines iniciales del espacio-tiempo por donde penetraba, abierto el mundo, el rango existente de las cosas.

                    y lentamente,

como ocurre con la vida,

íbase haciendo entorno y materia del recinto.

Umbrales por donde entraba abierto el mundo. 

Umbrales

El horizonte se inicia en los bordes de la casa,

abiertos a la vida,

espacio recreado que amasa sombras

que vienen de los iniciales pujos,

los dolores del faenar en las manos con la tierra,

el breve júbilo de las cosas concluidas

como las propusimos imaginándolas,

suelto el mundo en la extensión del pueblo,

en el amplio corazón humano.

Así las casas, las viviendas íntegras,

elevadas desde la tierra hasta el aire

por el afanar de manos, en variedad de oficios,

              en procura de abrigos y alimentos.

Y el aire nos llegaba susurrando limpieza y blancura,

imperceptible olor del día que arrastraba claridades

que percibimos en los umbrales… 

       y lentamente,

como ocurre con la vida,

íbase haciendo entorno y materia del recinto.

Umbrales por donde entraba abierto el mundo.