En el proceso de la cognición poética, José Enrique García surge, magistralmente, con la sensación o experiencia inmediata de los objetos tangibles,  andamios / jorcones, cumbreras, para culminar con la percepción, inmanente, de un pequeño cuadro vital e indivisible, maderas convocadas…conjunción de tiempo y propósitos, en el contexto de la magnitud de los hechos y acontecimientos.

Andamios

        Jorcones, cumbreras

maderas convocadas

para un ámbito que urgen

                    uno y otro,

en conjunción de tiempo y propósitos.

El poeta ahonda en el acopio e integración dinámica y universal de las cosas, voz, brazos, cielo, suelo, tablas, amores, apuntando a su experiencia cotidiana y personal de lo vivido. Prueba ésta entroncada, en abierta y decisiva ejecución perceptiva, a unos carpinteros construyendo un habitáculo, clavetean tablas, convocados en convivio sobre la dimensión existencial demarcada por la incógnita perdurable del tiempo.

Y así, entre la voz y el brazo,

                     el cielo y el suelo

clavetean tablas,

                   y amores,

delimitando un espacio,

                   que busca ser durable.

Enrique García insiste en organizar el mundo visual de los objetos, trenzándolos con la información bruta de otros sentidos: el olfato, aromas, el tacto, tibias, y auditivo, rumor, ruidos. De hecho, experiencia de importe rubendariano, atinente a Lo Fatal, que va, consustancialmente, desde los orígenes inorgánicos, troncos, yerbas, pinos, matojos, techo, cobija, ventanas, y lo meramente sensitivo, pájaros, hasta agotar el último peldaño, en materia cognitiva, de la consciencia del poeta en su acción vivaz, eficaz y pragmática.

 

Y aromas de troncos que se esparcen

        por los alrededores,

                igual las tibias yerbas,

pájaros, vuelos, y vientos…

 

Y ya el techo,

         la cobija,

ahora las ventanas.

 

Y allá, en la ladera este,

los pinos envueltos en un verde plomizo

              y el rumor del viento rozando yerbas

                            y matojos.

 

Así es. Huellas de la realidad circundante, sensaciones multiplicadas, que, desnudas de adjetivos, en sus raíces primigenias, puertas, goznes, casa, José Enrique García, el poeta dominicano de la imagen, simultáneamente propaga, tacto del nervio, transformándolas, como poeta exteriorista, en una percepción totalizadora y transcendente en Alborozo,  poema relativo a la descripción y construcción, vivenciada, del habitad propuesto.

 

Y ya las puertas,

             tacto del nervio

            y ruidos de goznes

sensaciones multiplicadas

               al construir la casa

                              ¡Alborozo!