En su obra poética El fabulador —Poesía reunida, 1977-2002— José Enríque García recurre a una estética del arte no sólo entroncada en el significado e importancia de las construcciones lingüísticas, sino que igualmente apela, a partir de éstas, a la generación de imágenes, o cuadro mental hecho palabras, vinculadas a la experiencia sensible y perceptiva del poeta respecto a los objetos mismos.

De hecho, al hacer hincapié en la imagen, componente esencial del pensamiento desde Aristóteles hasta Descartes  y Locke, y su apego lírico a lo sensorial y a las cosas concretas, tangibles, el también narrador y ensayista se suma al paradigma poético exteriorista de lo cotidiano, intimo e inmediato en el ámbito de la existencia humana.

En ese sentido, así como la imagen abarca la clave fundamental del alcance poético en El fabulador, la estructura y el efecto de dicha obra implican, en el acto visual, componentes tales como las sensaciones táctiles, auditivas, kinestésicas (movimiento) y térmicas (calor,  frío), entre otras. De esta manera, José Enríque García se coloca como poeta esencial, en la categoría de renombrados poetas como William Wordsworth, en Ella vagó por caminos nunca hollados, Lord Alfred Tennyson, en In MemorianSamuel Taylor Coleridge, en La Balada del viejo marinero. Asimismo, en los clústeres de las imágenes metafóricas a las que recurre el dramaturgo William Shakespeare en El rey Lear y Hamlet.

José Enrique García

Así, encontramos en El fabulador la interacción, implícita, entre imagen y texto:

De lo visual:    piedra es mi convicción de hombre. (pag. 37)…cuento y no llego al último dedo / de las manos. (pag. 38)…Un muro de miradas, que no veo, / me rodea por dentro. Todas las manos terminan por cerrarse. (pag.40).

De lo táctil:     Hoy ha tocado esta carne arrugada / un niño de repente. (46).

De lo auditivo:    De pronto, / desde la ventana / oigo ahora los pasos / en la oscuridad del cuarto; / me vuelvo, / y ya no se oye nada; / cierro la ventana / y ya no se oye nada; acabo por dormirme / y ya no oigo nada. (pag. 43).

De lo kinestésico:    Desde la cama / oigo pasos en la sombra. / Me asomo a la ventana, / sólo la noche pasa / nadie más, sólo la noche / con un silencio oscuro. (pag. 43).

De lo térmico:     Sobre el silencio húmedo / la noche verdadera se prolonga en los pozos de agua / intacta en lo hondo del rostro la mirada / mientras debajo de los pies / un río impreciso  fluyendo tembloroso / destruye los silencios de mis alrededores. (pag. 139)

Bien visto el punto, la poesía exteriorista, concreta, en José Enríque García, no pretende, en parte alguna, como todo mundo perceptivo que creamos, una directa representación, copia, de los aspectos del mundo exterior. En su lugar, el renombrado autor concibe imágenes mentales verídicas, en contraposición a ilusorias, que estructuran, bajo los diferentes rangos de estímulos, sus vivencias vitales, o la “experiencia atribuida de sentido” (Vygotsky) entre la subjetividad del poeta y su entorno. Arquitectura o entramado éste que subyace en la poemática que asume El fabulador, interfaz de palabras, cuan algoritmo de inteligencia artificial (IA), adicto a la generación de imágenes.

 

Luis Ernesto Mejía en Acento.com.do