El escritor mexicano Jordi Soler traza en su nuevo libro, "Los hijos del volcán", una radiografía del México indígena y califica de "maniobra política" los discursos del presidente Andrés Manuel López Obrador contra España.
"Los hijos del volcán" (Alfaguara) ha supuesto para Soler, afincado en Barcelona (noreste español), una forma de recuperar con la escritura la localidad en la que nació, La Portuguesa, lugar de flora y fauna riquísima cerca de la ciudad de Veracruz.
En una entrevista con EFE, Soler, hijo de madre catalana, recuerda que esa zona es el territorio de su "educación sentimental", un lugar especial en el que "se cruzan varias energías: la primitiva y la mitológica, con unos pueblos de gran raigambre prehispánica", y aunque sea mitología premexicana, no difiere mucho de la mitología griega, pues "todos los pueblos de la tierra tuvieron las mismas ocurrencias en el proceso de determinar sus rasgos distintivos".
Soler vuelve una y otra vez literariamente a La Portuguesa porque además se siente "cómodo escribiendo de ese territorio que ya no existe y la manera de conservarlo es escribiéndolo".
"Después de catorce novelas, es la fórmula a la que he llegado y desde donde puedo expresar mejor mis ideas, desde donde puedo narrar más cómodamente, desde donde siento que puedo sorprender más", explica.
Hablando de indigenismo, no tarda en salir en la conversación López Obrador y sus discursos contra el pasado colonial español que traslada a las relaciones actuales entre ambos países.
"Me parece que es una maniobra política que no creo que ni siquiera se la crea, pero que le proporciona muchos votos, pero esta manera tan gratuita de meterse con España tiene su contraparte perfectamente identificada en España con Vox (ultraderecha), y todo termina siendo un lodazal", apunta Soler, quien recuerda que "también en México hay una especie de sentimiento de vergüenza" por las palabras de su presidente, pues "no se corresponde con la realidad".
A pesar de la violencia, de las muertes de mujeres y de periodistas, Soler se resiste a ver México como un estado fallido: "No se derrumba justamente porque el estado funciona, pero es un estado dirigido desde la excentricidad. Los estados fallidos no hay quien los recomponga".
La novela se centra en Tikú, el hijo del caporal de la plantación cafetera La Portuguesa, que siente desde niño en su interior una fuerza desconocida y brutal que determinará toda su existencia.
Soler se sirve del argumento para denunciar las desigualdades en Latinoamérica, que en el caso de México "está fundamentada en el aspecto de las personas, porque si tienes rasgos indígenas tendrás menos oportunidades que las que tendrás si tiene aspecto europeo".
La novela refleja esas desigualdades, "distintas de las que puede haber en Europa, que son más económicas, pero no raciales".
Hay un discurso gubernamental, añade, en el que se dice que "amamos a nuestros pueblos originarios, pero en realidad nadie invita a un indígena a su fiesta de cumpleaños y el único contacto con la clase indígena es con las personas del servicio".
A su juicio, "López Obrador está agitando y empeorando un problema que existe desde siempre, y aunque la novela sucede en el siglo XXI, podría suceder en el siglo XVI.
El volcán del título es "la garganta por la que sale todo ese mundo mitológico y mágico que se cuela por toda la novela, pero también es el símbolo de la violencia que puede desatar la naturaleza".
Sobre el protagonista, Soler asegura que no querría ser como Tikú, que se parece a los niños que él frecuentaba cuando era niño en esa selva, y "el narrador está más cerca del dueño de la plantación que de Tikú, que sería su contraparte".
Tikú, precisa, nace de "esa idea de que todos oímos voces permanentemente, esa especie de monólogo interior que sostenemos todo el día", y el personaje se debate entre el destino que le espera como hijo del caporal, y la chamana, que es la voz de la conciencia, que le hace ver que ellos llevan ahí desde el principio de los tiempos y los de la plantación llevan poco tiempo y se van a ir.
Sin embargo, Tikú quiere abandonar esa condición de indígena condenado a pertenecer a ese círculo social. (José Oliva)