Sólo tratarse de la obra de uno de los grandes artistas y maestros del lienzo moderno dominicano, la exposición: Tovar, surrealismo vivo, constituía de por sí un reconocimiento a su trayectoria artística, una valoración a su obra y un desafío para los promotores de este proyecto dado que se usaría en un concepto no tradicional, la llamada técnica de la inmersión para sumergir los públicos en una experiencia visual y sensorial diferente a la manera en como estábamos acostumbrados en nuestro país a disfrutar de una exposición museográfica.
Todo el proyecto en sí constituyó una provocación, pues tampoco se realizó en los espacios museísticos tradicionales de los museos del país. Una gran carpa en el centro mismo de la Plaza España acogió la exposición y desde ese extraño lugar se definió un sitio que, respetando la sobriedad del artista y su obra, pudiera interactuar con los públicos sin que ello fuera a romper con el concepto de musa que representa el museo como lugar donde descansan y se exponen colecciones.
Sin embargo, todo dependerá de cómo se concibió la distribución del sitio, cómo se conceptualizó la exposición, cómo se cuenta la historia, cómo se organiza el recorrido, sobre todo, establecer con claridad, las fronteras entre la esencia de la exposición y los recursos tecnológicos de lo que se quiere transmitir de manera que el espectáculo no se trague el contenido.
Pudimos ver en esta propuesta una combinación entre estos temas que involucra un proyecto de esta envergadura, pues encontramos al entrar que un texto nos introduce en la explicación de la exposición y en el artista. Quedé bien impresionado con el manejo de la línea de tiempo que se montó sobre los éxitos de Iván Tovar, sus reconocimientos a través del tiempo, galardones y premios, sin omitir su vida y su recorrido en la sociedad y parte de su intimidad.
Unos textos alegóricos acompañan los contenidos para enriquecer su valor educativo como exposición y finalmente caemos en el atractivo de la inmersión donde, un gran salón improvisado dentro de aquel lugar instalado para la ocasión, con cerca de 20 proyectores de alta tecnología en sus cuatro paredes, nos invitaban a disfrutar de una selección de temas e imágenes, construidos desde la curaduría exquisita de muchos especialistas que fueron invitados a trabajar en un colectivo profesional para que pudiéramos disfrutar los visitantes, de textos, poemas, imágenes y efectos tecnológicos de gran sensación y emoción que nos trasladaba a otros mundos de lectura visual de una exposición y su selecta clasificación de obras del artista, en una especie de antología digital.
Por tanto, este proyecto del grupo familiar Rizek, que contó con el apoyo de expertos y una relación contractual con empresas españolas sobre todo, y muestra una vez más cómo desde la acción privada se pueden articular iniciativas a favor de la cultura, dando sus frutos al hacernos disfrutar del placer de lo que hoy es y constituye, un reto a la nueva museografía moderna, la inmersión.
Ciertamente que la inmersión no reemplaza al objeto, centro de veneración de toda exposición, pero lo ideal en este cruce de ideas, es no contraponerlos, sino hermanarlos en la búsqueda de lenguajes de accesibilidad a la museografía que, sin perder su esencia ontogénica, el museo como institución pueda contar historias agradables, sensoriales, de contenido y rigor, pero sin olvidar lo tecnológico, siempre que esté moldeado a unos contenidos que eviten dejar a los públicos, solo en la sublimación de la experiencia visual, sin que le integre a su visita igualmente, una enseñanza, un aprendizaje nuevo y un interés por seguir provocando su curiosidad, su exploración y su conocimiento de las cosas.
Esta exposición de Iván Tovar y del grupo empresarial que asumió estos costos de producción, nunca recuperables en boletería, pero sí en capital social, en representación y posicionamiento empresarial, logró sus objetivos y miles de personas la visitó.
La muestra del artista, permitió aprovechar desde nuestro país, esta manera de exponer, que por su cuantiosa inversión, no siempre estaríamos cerca de la oportunidad de poder vivirla como experiencia, y en este caso, el espectáculo no se tragó los contenidos, engrandeciendo la figura del artista recordado, esta vez con la dignidad y grandeza de un Maestro y cuya iniciativa se acompañó de una muestra de bocetos en el Museo de las Casas Reales, perteneciente al Ministerio de Cultura y contiguo al lugar y cuya muestra fue prestada por la Fundación Iván Tovar, para la ocasión. Así se recuerda a un gran artista y el número de visitantes, nos indica que a la gente también le atrae el museo, sus contenidos y sus innovaciones.