En 2023 se cumplen cien años de las lecciones que Heidegger impartió en la Universidad de Friburgo, tituladas Ontología. Hermenéutica de la facticidad. Precisamente cuatro años antes de salir a la luz, su obra magna, Ser y tiempo, que fue publicada en el 1927.
Para algunos estudiosos de la filosofía de Heidegger, estas reflexiones constituyen el origen de Ser y tiempo, pero también el surgimiento de una de las líneas más relevantes del pensamiento actual: la hermenéutica. En este espacio no voy a hablar sobre Ontología… sino una breve reflexión sobre algunas cuestiones que me parecen actuales y una caja de herramientas muy útiles para pensar nuestra vida desde otro punto de vista. Para mí, es una obra imprescindible para entender la génesis de Ser y tiempo, pero igualmente para comprender el impulso intrínseco de la filosofía hermenéutica.
Primero, ¿qué es la facticidad y qué es la hermenéutica de la facticidad? La facticidad es la definición de la existencia humana como un fenómeno que no se reduce a una cosa, sino que se revela como una “realidad concreta”, caracterizada de múltiples formas. Sin embargo, hay una que se hace más imperante: la construcción del sentido y de su interpretación.
Esa facticidad significa también que la existencia humana esta “arrojada” al mundo, que por esta condición posee un mundo, valga la redundancia. La afirmación de este hecho es la única evidencia que podemos corroborar por nosotros mismos; no obstante, la única forma de hacerlo es la interpretación, es decir, la interpretación de nosotros mismos en el mundo al que hemos sido arrojados.
Esto es lo que se llama “hermenéutica de la facticidad” que podemos traducir sin ningún problema como “interpretación de la existencia”.
En la hermenéutica de la facticidad se intensifica y se expande la comprensión del ser humano y su conexión con la tradición y el lenguaje. En este proceso, la existencia redescubre la experiencia histórica y los textos que hablan de ella, así como también descubre formas de interpretación del existir en su contingencia.
Esta última categoría ha sido fundamental para la filosofía actual ya que ella desvela la variabilidad, lo múltiple de la existencia, pero en la urgencia de reafirmarnos como seres libres y responsables de nuestras acciones.
La reflexión heideggeriana nos enseña que somos en la interpretación: vivimos interpretándonos a nosotros mismos, al otro; a esa facticidad que también se refiere a los aspectos concretos y contingentes de la existencia humana que para Heidegger, en las lecciones mencionadas, no es más que el existir en cada ocasión: estar aquí, allá, del otro lado; estar uno con otros; portarme bien o mal; haciendo cosas, actuando; disfrutando de una vista o estar aburrido.
En la interpretación me encuentro conmigo mismo porque tengo que desplegar a través del lenguaje el sentido que construyo de mí y de los otros. Nuestro existir se convierte en un estar aquí. En vivir de un modo determinado atrayendo los significados que determinan ese “estar aquí”. De ahí, que lo más propio de la existencia es la comprensión porque nos habilita para abrirnos a ese mundo al que hemos sido arrojados.
El texto heideggeriano, que este año cumple cien tulipanes, representa una exploración filosófica profunda sobre la naturaleza de lo humano y la comprensión del ser, cuyo propósito último es analizar la facticidad de la existencia. En esa hermenéutica se revelará que aquella no es simplemente un conjunto de hechos o características empíricas, sino que implica una relación dinámica con el mundo y con otros seres humanos. Por esa razón, es importante profundizar en los conceptos que empleamos para definirnos a nosotros mismos, conocer de dónde provienen y qué prejuicios han establecido a lo largo de la historia, qué han aportado, pero también qué han oscurecido.
Finalmente, Ontología. Hermenéutica de la facticidad es una obra cumbre de la filosofía contemporánea. Se aprende mucho de ella, especialmente en el método filosófico de indagación de conceptos que se llama historia conceptual.
La hermenéutica ha asumido esta tarea como una de las dimensiones para poder interpretar lo que hemos heredado de la tradición, pero que nos constituye como seres dialógicos que conversamos con lo ya dado pero que debemos de seguir explorando si queremos innovar en el ámbito del pensamiento.