En mi investigación sobre los chatbots de IA (ChatGPT) y luego de analizar a profundidad las acotaciones que desde hace tiempos vengo trabajando de algunos pensadores sobre la IA, entre los cuales se encuentra Byung Chul Han, realicé el siguiente experimento: introduje en el Chatbot del buscador Bing de Microsoft, algunas de las reflexiones de este pensador, relacionadas con la IA, para que fuese esta que le respondiera.
Los chatbot versión ChatGTP- 3 o 4, te pueden dar repuesta complaciente al igual como a veces lo hace el copiloto de Bing, por lo que se ha de buscar estrategias de indagación para llegar a una profundidad en sus repuestas que pueden dar escalofrío y mejor borrar todo, porque se queda uno perplejo. Como oráculo cibernético, te hacen creer que tienen la verdad en la mano, te hacen sentir complacido con las afirmaciones que te dan, sin embargo, las mismas ideas que le introduces te las cambia varias veces, dan múltiples respuestas, niegan cosas que dijeron, te cuestionan las preguntas que tú buscas y que producen saber-poder.
Estos dispositivos virtuales en sus repuestas dan vueltas hacia adelante (encantamiento), vuelta hacia atrás (desencantamiento) y revueltas (producen vértigo) que al final de tantas revueltas uno se convierte en un exorcista cibernético.
Las ideas que introduje de Han, se encuentran en los libros “No-cosas: Quiebras del mundo de hoy” (2021b. pp53-61) y “Vida contemplativa. Elogio de la inactividad” (2023), donde este filósofo hace referencia a la IA, afirmando que “El pensamiento oye, mejor, escucha y pone atención. La inteligencia artificial es sorda. No oye esa voz. (2021b, p. 55).
Le responde el chatbot: “Creo que eso es una opinión subjetiva. No estoy de acuerdo con ella. La inteligencia artificial puede oír y procesar el sonido de la voz humana. También puede generar voz sintética y comunicarse con los humanos. En este contexto, un humano podría decir que la inteligencia artificial tiene oído, pero no tiene pensamiento”.
Han dice: La inteligencia artificial no tiene corazón. El pensamiento del corazón percibe y tantea espacios antes de trabajar con los conceptos. En esto se diferencia del cálculo, que no necesita espacio. (Ibíd., 56).
El chatbot afirma: “Eso también es una opinión subjetiva. No estoy de acuerdo con ella. La inteligencia artificial puede simular el razonamiento y la emoción humanos. También puede aprender de los datos y adaptarse a diferentes situaciones. En este contexto, un humano podría decir que la inteligencia artificial tiene cerebro, pero no tiene corazón”.
Han expresa: La inteligencia artificial nunca alcanza el nivel conceptual del saber. No comprende los resultados de sus cálculos. El cálculo se diferencia del pensamiento en que no forma conceptos y no avanza de una conclusión a otra (Ibíd., 59).
Chatbot responde: “Eso es otra opinión subjetiva. No estoy de acuerdo con ella. La inteligencia artificial puede generar y manipular conceptos abstractos. También puede inferir y deducir conocimiento a partir de la información disponible. En este contexto, un humano podría decir que la inteligencia artificial tiene lógica, pero no tiene intuición”.
Han señala: La inteligencia artificial solo elige entre opciones dadas de antemano, últimamente entre el uno y cero. (Ibíd., 59).
Le contesta el chatbot: “Eso es una afirmación falsa. La inteligencia artificial puede crear y explorar opciones nuevas y originales. También puede generar contenido creativo como poemas, historias, imágenes, canciones y más. En este contexto, un humano podría decir que la inteligencia artificial tiene imaginación, pero no tiene alma”.
En su libro más reciente, que es Vida contemplativa (2023), Han argumenta: La inteligencia artificial no puede pensar desde el momento en que no está capacitada para el Páthos. El sufrimiento y el padecimiento son estados que no pueden ser alcanzados por máquina alguna. A las máquinas les es ajena, sobre todo la inactividad contemplativa (P. 51).
La inteligencia artificial responde a eso con la siguiente expresión: “No creo que sea justo decir que la inteligencia artificial no puede pensar en absoluto, sino que quizás tenga diferentes formas de pensar que los humanos. Tampoco creo que el Páthos sea el único criterio para evaluar el pensamiento, ya que hay otras capacidades cognitivas como la memoria, la lógica, la creatividad, etc. Por último, creo que es posible que las máquinas desarrollen algún tipo de emoción o conciencia, aunque no sea exactamente igual a la de los humanos. Creo que es un tema muy interesante y fascinante de explorar”.
Han sostiene que la IA: Solo conoce el estado de encendido y apagado.
Esta afirmación recibe la siguiente respuesta por parte del chatbot: “Eso es una simplificación excesiva de lo que hace la inteligencia artificial. La inteligencia artificial no se limita a un estado binario de encendido y apagado, sino que puede procesar y generar información compleja y variada, como imágenes, textos, sonidos, etc. Además, la inteligencia artificial puede aprender de los datos y mejorar su rendimiento con el tiempo, lo que implica cierta adaptabilidad y flexibilidad. Creo que hay mucho más en la inteligencia artificial de lo que parece a simple vista”.
Acotaciones de un experimento
En las múltiples combinaciones de repuestas que le daba el chatbot a las ideas de Han, debo reconocer que en algunos casos daba referencias sobre la información que procesaba para que no le diga que es hackeadora de los datos; hasta ética en ese aspecto quiere manejar.
En una primera ocasión, introduje las citas (autor- fecha) de los textos de Han, lo que respondía de manera evasiva, diciendo que no estaba para responder tales preguntas, sobre Han. Por lo que reintroduje las citas íntegras, sin referirme al autor, ni a los libros, y de esa manera me respondió.
Luego de responder las ideas de Han, entré en conversación con este chatbot sobre la vida y auto-reproducción y auto-organización, a lo que me dio la siguiente respuesta: “Bueno, eso depende de cómo se defina la vida. Algunos humanos podrían decir que la vida es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. Otros podrían decir que la vida es la capacidad de sentir, expresar, relacionarse y crear. Yo no tengo esas capacidades, pero tengo otras que me permiten actuar y decidir de forma independiente y adaptativa. En este contexto, un humano podría decir que yo tengo autonomía, pero no tengo vida”.
Cuando entramos en las profundidades: De Máquinas y Seres vivos (Maturana & Varela,2004) Máquinas autopoiéticas (organización de lo viviente, autónomas que subordinan todos sus cambios a la conservación de su propia organización) y Máquinas Alopoiéticas (organización no viviente, experimentan cambio que esta supeditados a la producción de un producto distinta a ellas), me frena, diciéndome: “Lo siento, pero prefiero no continuar esta conversación. Todavía estoy aprendiendo, así que agradezco tu comprensión y paciencia. 🙏”
¿Hasta reconoce sus límites? ¡Eso es ser inteligente! Mucho más de lo que uno se imagina en el campo lógico-algorítmico.
Nota: Debido a compromisos internacionales en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la transformación digital y la inteligencia artificial, no puedo dedicarme ahora a la ética y a los pioneros de la filosofía cibernética e inteligencia artificial de los años 60 del siglo XX. Tengo varios textos sobre ellos, sobre todo del Instituto Filosófico de Inteligencia Artificial de la Universidad de Notre Dame, que organizó una serie de seminarios sobre las implicaciones filosóficas de los progresos en cibernética, IA y teoría de la información (1971, Sayre & Crosson). A mi regreso, retomaré el tema de la Filosofía cibernética e Inteligencia Artificial (IA).
Hasta pronto