La canción Gracias a la vida de Violeta Parra (1917-1967) se puede interpretar como un manifiesto individual y colectivo llamando al simple acto de agradecer en medio del ajetreo cotidiano.
Esta tempestad en la que vivimos nos obstaculiza el camino, tomamos atajos, evitamos curvas, y al final del juego, nos revestimos cuerpo y alma con palabras de aliento y alegría.
En este fin de semana, a principios del mes de marzo del 2024, y bajo la rúbrica de mi firma le doy gracias a la vida y a las palabras que articulan nuestro ser.
Palabras o bocanadas de aire en todo el significado de la expresión, en toda la sabrosura y la ternura del pan o la flor.
Gracias a la vida y a las palabras no escritas porque el hecho de que no está escrito no deja de ser o existir.
Palabras, creencias y expresiones que representan el sentir de pueblos escondidos en la maleza, asesinados a sangre fría por la lanza y la furia de la avaricia medieval.
Gracias a la vida y al ingenio detrás de la Torre de Babel, uno de los muchos pilares de las palabras y formas de ser de los grupos humanos de nuestro presente y de la antigüedad provenientes de regiones remotas, perdidas y pulverizadas por el fuego y la espada.
Utopía. Palabras-portales a otros tiempos y mundos inverosímiles.
Palabras que dan vida a cultos a la naturaleza y a la muerte. Y que de alguna manera encierran el misterio en torno a ceremonias hasta ahora desconocidas en las que las mujeres jugaban un rol primordial.
Palabras que dejaron una huella y centenares de pistas acerca de juegos, bautismos en sangre, agua y fuego e iniciaciones juveniles. Base y fundamento de invocaciones a otros seres y a otros mundos dentro de la infinidad terrenal.
Santería, crisol. Las palabras y los nombres sobrevivieron a las masacres y a todo tipo de tempestades caribeñas. Los códigos secretos de Abakuá en Cuba o los cantos de los Congos de Villa Mella en Santo Domingo, por ejemplo.
Palabras que esconden el secreto y el conocimiento de la medicina popular, de los actos de sanación o las exploraciones sexuales o el placer espiritual más allá de los conceptos que existen en nuestra era actual.
Abracadabra y otros algoritmos rescatados desde la inmensidad de los archivos de la magia, la taumaturgia, la adivinación y la prestidigitación.
Gracias a la gente y a los pueblos en constante movimiento por las coplas, las rimas y los versos fosilizados en las paredes de barro cuyos fragmentos navegan al margen de un río. Pueblos hacedores de sagas arcaicas e historias y epopeyas épicas, muchas veces retratos fieles de cierta condición humana y no humana. Historias de heroínas y héroes enfrascados en un viaje circular por el tiempo y el espacio según la tesis literaria de Joseph Campbell que impregna sentido al análisis de los viajes de los héroes en una sola palabra: la monomyth.
Desires nómades traducidos a mil lenguas disímiles entre sí bajo el reflejo de la luz de la alborada. Traiciones y traducciones infieles al original. Existencias mutantes, heridas errantes en la larga travesía: lumbre que ilumina.
Apéndice
Fuck, coño y ‘ñooooooo. Gracias a la vida y a las palabras que adornan nuestro diario vivir.
Gracias a la vida y a la palabra abstención porque es preferible a la complicidad y al suicidio electoral ante tanta bajeza.
Gracias a las palabras que cambian y evolucionan, al doble sentido y a los significados múltiples.
Gracias a los trabalenguas y a la jerigonza porque las palabras no solo son aliento sino también armadura ante el peligro depredador.
Gracias a la gente que vocifera palabras en rechazo a la barbarie porque se niegan a ser partícipes del entramado de los señores de la guerra.
Y por último, mil gracias a las palabras que transmiten herejía y desafían la falsificación de la historia porque son contra- narrativas que ponen en entredicho la veracidad y el significado de las “independencias nacionales” y otras nociones, engañifas y mitos fundacionales.