Gerardo Roa Ogando es el actual director de la Escuela de Letras de la UASD. Al mismo tiempo es un escritor y lingüista reconocido en los ámbitos académicos nacionales e internacionales. Conocemos su novela El regreso de Justin, una exquisita prosa que atrapa y confunde al más acérrimo de los críticos del género; también contamos con sus ensayos: Taxonomía del discurso; Redacción estratégica y otros textos de su autoría. Nos hemos enterado, recientemente, que Roa Ogando piensa presentar, en la Feria Internacional del libro, 2022, un octavo libro, esta vez de la mano de la editorial puertorriqueña, Isla Negra.
Sin embargo, esta entrevista, realizada por la escritora y activista cultural Ibeth Guzmán, tiene como finalidad destacar algunos aspectos relativos al perfil académico de Gerardo y a su propuesta para ser el próximo decano de la Facultad de Humanidades, UASD, durante el período 2022/2026.
IG: Gerardo, quienes te conocemos sabemos que eres, además de un académico comprometido con tu oficio, un ser humano indulgente y humilde. Eres un profesional realizado en un sentido amplio, pero siempre te mantienes dispuesto a recibir sugerencias. Con frecuencia, colegas y estudiantes opinan positivamente de tu gestión. Conozco de cuenta propia tu carisma como profesor y tu alta capacidad gerencial. En este sentido, me gustaría iniciar esta entrevista preguntándote ¿Cómo logras establecer ese equilibrio entre el Gerardo académico, el escritor, el funcionario universitario con el Gerardo que proyecta condiciones humanas, que te hacen ser un compañero humilde, sincero y un amigo alegra, leal y honesto?
GR: Primero debo agradecerte, apreciada amiga Ibeth, por esas palabras tan generosas que acabas de expresar para describirme. Debo decirte que nunca me he creído ser “la gran cosa”. Contrario a ello, considero que en la vida nada nos pertenece y, por lo tanto, cualquier virtud y/o aptitudes no deberían hacernos sentir superior al resto del común de los mortales, porque en definitiva eso somos, simples mortales. Recuerdo que crecí escuchando de mi madre la frase: “Porque polvo eres y al polvo volverás”, y esa expresión edénica grabó particularmente en mí, el hecho de no presumir nada ni de nadie, sin que ello haya supuesto una actitud pusilánime. En ese sentido, considero que lo mejor que un mortal puede hacer, desde cualquier función administrativa, es crear condiciones necesarias y suficientes para que los compañeros de labores disfruten de un ambiente laboral agradable, en el que el trabajo se convierta en un deleite para todos y para todas. La vida me ha enseñado a llorar con los que lloran y a reír con los que ríen.
IG: Gerardo, mencionaste a tu madre y de algún modo en ese comentario hiciste alusión a tu infancia, cuéntanos, ¿cuáles han sido tus orígenes?
GR: Nací en un hogar humilde en Las Matas de Farfán, un municipio importante que está ubicado en el mismo centro de la isla de Santo Domingo, más cercano a Santiago Rodríguez y a Haití que a la capital dominicana. Mi padre era un ganadero y agricultor minifundista y mi madre tenía un puesto de ventas de provisiones en el mercado municipal. Soy el tercero de cuatro hermanos. Ideológicamente, me desarrollé desde muy joven en un ambiente de ideas encontradas, ya que mi padre era reformista, mi hermano mayor perredeísta y mi madre era apartidista radical. Religiosamente, mi padre era católico, mi hermano mayor era pentecostal y mi madre testigo de Jehová. En medio de esos cruces ideológicos las disputas doctrinales eran el ambiente ideal para desarrollar el arte de la argumentación oral. Tal vez por eso disfruto el debate académico.
El terreno común de mi hogar era el deseo de superación que mis padres sembraron en nosotros. Papá y mamá nos infundieron el deseo de estudiar. En mi casa estaba prohibido obtener bajas calificaciones porque la escuela era el modo en que podíamos salir de la pobreza. Mamá y papá nos enseñaron altos valores. En mi casa estaba permitido realizar cualquier tipo de trabajo digno. Lo único que estaba prohibido era hacer “lo malhecho”, como decía papá. Aunque ninguno de ellos alcanzó un bachillerato, ninguno de los dos ponía en juego la lectura. Se discutía si debíamos leer el peregrino, los trataditos evangélicos, la Atalaya y Despertad, los paquitos de Calimán, Batman o el Caribe; pero teníamos que leer, leer todos los días, en voz alta y en voz baja, había que leer.
IB: ¿Cómo llega Gerardo al magisterio?
GR: Tras concluir el bachillerato en el liceo de mi pueblo, fui beneficiario con una beca para cursar un profesorado en la otrora Escuela Normal, en el recinto Urania Montás de San Juan de la Maguana. Ese fue el inicio de mi carrera de más de veinte años como profesor.
IG: Gerardo, ¿Desde el magisterio, por qué te decantaste por las letras y no por cualquier otra disciplina?
GR: Porque en el internado tuve excelentes profesores de Lengua Española. Recuerdo a la maestra Rina de León, quien me indujo en el dominio de la norma culta de la redacción. Con ella adquirí dominio ortográfico. Además de esta ilustrada maestra, el profesor Julián Fernández Muñoz identificó en mí aptitudes hacia la creación verbal. En cierta ocasión nos pidió redactar un ensayo sobre el día de la raza. Recuerdo que después de leerlo me dijo con entusiasmo: “Usted sabe redactar, domina la gramática y la ortografía correctamente, usted sabe lo que es un ensayo ¡Lo felicito!”. Luego de eso, le solicité una lista de las obras literarias que, de acuerdo a su criterio, debería leerse un futuro profesor. Ese regalo me permitió crear hábitos de lectura. Me acostumbré a leer un libro diferente por semana hasta el día de hoy. Renuncié al club de matemáticas y ciencias e inmediatamente me inscribí en el taller de comunicación y creación literaria.
IG: Gerardo, tu semblanza dice que te mudaste a Santo Domingo en 1998, concluiste una licenciatura en letras, cursaste en la UASD una especialidad en lingüística pura y una maestría en lingüística aplicada. En la Universidad Virtual Educa (Buenos Aires) cursaste un postgrado en entornos virtuales de aprendizaje y en la Universidad del País Vasco, un máster en filosofía en un mundo global y, finalmente, te doctoraste en filosofía del lenguaje en una universidad americana: ¿Cuáles han sido los resultados de todos estos recorridos estudiantiles al más alto nivel?
GR: Para mí constituye un inmenso privilegio ser profesor de la universidad más antigua del nuevo mundo, gracias a que cursé la especialidad en lingüística. En ese tiempo, el otrora CONES permitía ingresar como docente con una especialidad. Asimismo, he publicado cinco libros ensayísticos y dos narrativos, una novela y un libro de cuentos. También he publicado ocho artículos en revistas indexadas internacionales, logrando colocar el nombre de la Facultad de Humanidades de la UASD en otros litorales académicos. De manera intangible, me siento un estudiante realizado en las áreas del conocimiento humanístico, y dentro de éste, lingüístico.
IG: A propósito de tu formación humanística, todos sabemos que eres el candidato puntero, de acuerdo a las encuestas, y es muy evidente que serás el próximo decano de la Facultad de Humanidades de la UASD, cuéntanos ¿Cómo surge tu vocación por la función universitaria y qué propones?
GR: No puedo negar que siempre quise ser un buen profesor al más alto nivel, pero nunca imaginé que iba a incursionar en la administración universitaria. Tuve el privilegio de ser tutor de varios colegas en programas de maestrías y doctorados. La empatía que creamos contribuyó, sin dudas, a que pudiésemos iniciar lazos de amistad duradera. Logramos crear red de relaciones laborales y afectivas. Creo que han sido los colegas, los estudiantes y los empleados quienes me han llevado a ocupar esas importantes funciones, por lo que, me siento altamente agradecido de todos ellos.
Desde que iniciamos al frente de la escuela, empezamos a cumplir con nuestro programa de gestión. Ya habíamos estudiado los reglamentos de nuestra institución. Por eso, nos propusimos incluir a todos los colegas que desearan participar en las diferentes labores docentes de la escuela. Realizamos varios seminarios, congresos y logramos aumentar la matrícula estudiantil tanto en el grado como en el posgrado. También aumentó la plantilla profesoral en cuanto a cantidad y calidad de los procesos. Creamos una revista indexada, de divulgación científica, y restituimos la publicación de la revista Scritura, etcétera.
Nosotros continuaremos ese modelo proactivo y sinérgico desde la Facultad de Humanidades, acompañando a todos los directores de escuelas y de institutos en los procesos de desarrollo de las actividades ordinarias y extraordinarias que les permitan desempeñar sus funciones de forma eficiente, con calidad y cordialidad. Celebraremos un gran congreso nacional de las humanidades, de manera que la facultad siga empoderándose al grado de convertirse en el centro de los debates nacionales en cuanto a cuestiones que tienen que ver con el ser humano, en tanto activo más importante de las humanidades. Pretendemos contribuir con el fortalecimiento de la docencia, la investigación y la extensión, coordinando esfuerzos con las dependencias superiores. Esas y mucho más propuestas se encuentran impresa en nuestro plan de gestión, el cual circula en diferentes espacios de nuestra querida FH-UASD.
IG: A tu juicio ¿Cuál es la principal función que debe desempeñar las humanidades en la sociedad actual?
GR: Compete a las humanidades contribuir con la formación de seres humanos que, amén de convertirse en buenos empleados, se constituyan, sobre todo, en ciudadanos de compromiso social y patriótico. Ciudadanos que preserven la memoria histórica de su país para que puedan comprender lo mucho que le ha costado a nuestros antepasados concebir una forma de gobierno lo más parecida posible a una democracia. Es competencia de las humanidades formar ciudadanos con capacidad de valorizar sus héroes y heroínas, sus escritores y escritoras, su literatura y sus bellas artes, sus museos y documentos históricos; ciudadanos con capacidad de emular los mejores ejemplos y repudiar las malas prácticas del pasado y del presente, etc. Compete a las humanidades contribuir con la formación de sujetos éticos, críticos, autocríticos y reflexivos. Compete a las humanidades forjar en la mente de los ciudadanos el estado de deberes y derechos y su preservación a través del cumplimiento de las leyes. Ciudadanos que se amen más y que amén más a los seres humanos y al país, con toda su cultura, su diversidad lingüística, así como su flora y su fauna.
IG: Gerardo, ¿Es cierto que piensas publicar un nuevo libro?
GR: Sí, es cierto.
IG: ¿Y qué género nos trae en esta ocasión?
GR: Es un libro de ensayos sobre discurso, ideología y cine, resultado de los últimos proyectos de investigación institucional que desarrollo en la UASD desde el año 2012, con el acompañamiento del Dr. Odalís Pérez Nina.
IG: Seguro será todo un éxito como en los anteriores libros tuyos. Pues, Gerardo, me resta agradecerte y desearte muchos éxitos en tu proyecto al decanato de la Facultad de Humanidades.