Como resultado de la Segunda Guerra Mundial, diversas naciones, preocupadas por su recuperación y otras solidarias, el 16 de noviembre de 1945 fundaron el Foro de las Naciones Unidas con el objetivo de unir esfuerzos para el reinado de la paz y la convivencia en base al diálogo permanente a través de la educación, la ciencia y la cultura.
La constitución de este organismo universal fue oficializado el 4 de noviembre 1946, donde la República Dominicana hizo presencia como miembro firmante, responsable del cumplimiento de sus resoluciones, contando en la actualidad con más de 195 países miembros.
El órgano especializado de las Naciones Unidas para la promoción de la Educación, la Ciencia y la Cultura, es reconocido a nivel mundial por las siglas de la UNESCO, cuyo propósito fundamental es contribuir al desarrollo de los pueblos respetando sus recursos naturales, sus valores culturales, su diversidad y su identidad nacional.
En el 2003, fue aprobada por la UNESCO en París, con la participación Dominicana, la Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (P.C.I) de los pueblos, aprobada por sus miembros, con dos excepciones, en función de su identidad y diversidad. Para una mayor comprensión, la UNESCO definió lo que iba a considerar como patrimonios culturales:
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“Las tradiciones y expresiones orales, incluso el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial.
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Las áreas de espectáculos.
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Los usos sociales, rituales y actos festivos.
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Los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza.
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Las técnicas artesanales tradicionales”.
De esta manera, “el patrimonio Cultural Inmaterial (P.C.I) no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino también que comprende tradiciones o expresiones varias heredadas de nuestros antepasados y trasmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza, el universo, saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional.
La comprensión del Patrimonio Cultural Inmaterial (P.C.I), de diferentes comunidades contribuye al dialogo entre culturas y promueve el respeto hacía otros modos de vida. Este Patrimonio Cultural Inmaterial es tradicional y contemporáneo, porque no solo incluye tradiciones heredadas del pasado, sino también usos rurales y urbanos contemporáneos característicos de diversos grupos culturales.
El Patrimonio Cultural Inmaterial (P.C.I) solo puedes serlo si es reconocido como tal por las comunidades, grupos o individuos que lo crean, mantienen y trasmiten. Sin este reconocimiento nadie puede decidir por ellos, considerando que cualquier expresión o un uso determinado forma parte de su patrimonio”.
En la República Dominicana tenemos numerosos patrimonios culturales locales, regionales, nacionales, de los cuales, cuatro han pasado al listado mundial de la UNESCO, los cuales han trascendido al país y son “patrimonio de la Humanidad”. Tenemos el Espacio Cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella (2001), La Tradición del Teatro Bailable Cocolo (2005), La Música y el Baile Merengue (2016) y La Bachata (2019).
Es interesante observar que desde el punto de vista antropológico, en los cuatros patrimonios es dominante la presencia afro, las dimensiones populares y la afirmación de identidad, todos con una tradición de resistencia, de sufrir inicialmente el desprecio de las élites y el rechazo del sistema. Los Congos como los Guloyas, eran tenidas como expresiones despectivas de negros, de origen africano, llegando incluso a decir uno de los altos funcionario del Consejo Presidencial de Cultura, por ejemplo, “que los Guloyas no eran una expresión cultural dominicana”.
El merengue no vino de los salones europeos o españoles, sino del campo adentro, de la gallera, escondido en los barrios populares, fue rechazado por los “señores” en sus clubes y casinos por ser un baile “indecente”, donde se estrujaban las parejas, perdiéndole el pudor a la decencia, el cual fue impuesto por Trujillo y se convirtió en sello de identidad del país y luego en patrimonio cultural de la humanidad. Lo mismo ocurrió con la Bachata, crónica urbana de los barrios populares, música de guardia, expresión de cabaret, definida despectivamente como “música, cuero y romo”, fue rechazada no por el baile sino por su letra “indecente”, que irrespetaba “la moral y las buenas costumbres”, sin embargo hoy es patrimonio de la humanidad.
Es exactamente el mismo caso del Gagá, de origen africano, llegado a través de Haití, criollisado en las dimensiones de un Gagá dominicano, demostrado por las investigaciones de numerosos científicos sociales. El Gagá es la herencia de una expresión africana en honor a la vida, al igual que los Congos de Villa Mella y los Cocolos de San Pedro de Macorís. En el merengue y la bachata también están presentes importantes ingredientes afro, los cuales llegaron a nuestro país, se criollizaron y hoy son parte integrante de la cultura popular, la identidad dominicana y terminaron siendo patrimonios de la humanidad.
Ignorando todo esto, el miércoles 5 de abril del presente, el país y el mundo fueron sorprendidos por la decisión de la Alcaldía y la Gobernación Civil del Seíbo, con el apoyo de la Confraternidad de Pastores Evangélicos, de prohibir la entrada al pueblo de los diversos grupos de Gagá, lo cual fue cumplido por las autoridades, paradójicamente violando, como dice el consagrado jurista e historiador Edwin Espinal, “los derechos fundamentales a la cultura, al patrimonio cultural, a la igualdad y a la libertad de conciencia y de cultos , previstos en la Constitución”.
Incluso violando “la Ley # 176, del Distrito Nacional y municipios del 7 de julio 2007 –según este prestigioso jurista- que establece como una competencia propia o exclusiva de los municipios la preservación del P.C.I en la sociedad y asegurar su reconocimiento, respeto y valoración social”.
¡Qué pena y qué vergüenza!