Gabriel García Márquez (Gabo) nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927; y murió en la Ciudad de México, el 17 de abril de 2014. Narrador, periodista y guionista cinematográfico. Enciclopedia de la literatura en México (2021). En 1947 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Bogotá y en ese mismo año publicó en el diario El Espectador su cuento: “La tercera resignación”. En 1955 publicó su primer libro, La Hojarasca, en el que ya bosquejaba el mundo fantástico de Macondo, cuyo esplendor lograría en Cien años de Soledad.

Dentro de sus obras más destacadas podemos enumerar: Cien años de soledad (1967), Crónica de una muerte anunciada (1981), El coronel no tiene quien le escriba (1961), Relato de un náufrago (1970), El amor en los tiempos del cólera (1985), Los funerales de la Mamá Grande (1962), Memoria de mis putas tristes (2004), Del amor y otros demonios (1994), Vivir para contarla (memorias), 2002, Doce cuentos peregrinos (1992), entre otros.

Según el Instituto de Cervantes (España), 2015, Gabriel García Márquez recibió los siguientes premios:

1955.- Primer Premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas, por su cuento Un día después del sábado.

1961.- Premio ESSO de Novela Colombiana por La mala hora

1971.- Doctorado honoris causa de la Universidad de Columbia en Nueva York.

1972.- Premio Rómulo Gallegos por Cien años de soledad.

1981.- Medalla de la legión de honor francés en París.

1982.- Premio Nobel de Literatura.

1985.- Premio cuarenta años del Círculo de Periodistas de Bogotá.

1993.- Miembro honorario del Instituto Caro y Cuervo en Bogotá.

Su obra se ha traducido a decenas de idiomas. Las grandes obras maestras de Gabriel García Márquez (Gabo) perdurarán mientras haya lectores.

En el cuento: La siesta del martes, Gabriel García Márquez muestra maestría en el abordaje de los temas latinoamericanos y universales.

La muerte: un fin ineludible 

En la obra de Gabriel García Márquez la muerte es frecuentemente retratada como un evento inevitable y natural, integrado en la vida diaria de sus personajes, en “La siesta del martes”, la muerte actúa como el catalizador de la trama, impulsando las acciones que el narrador va desgranando.

Carlos Centeno Ayala, un hombre pobre, es asesinado por la viuda Rebeca en un pueblo anónimo, que se entiende como Macondo, el escenario caribeño de "Cien años de soledad", al comienzo del relato, la madre y la hermana de Carlos viajan al pueblo donde ocurrió su muerte para rendirle homenaje y colocar flores en su tumba.

A lo largo del relato, especialmente en la conversación con el sacerdote (págs.: 6-8, García Márquez, 2001), la madre acepta la muerte de su hijo sin resentimiento hacia la persona que lo mató, esta aceptación refleja una cosmovisión particular, personificada en la figura de la madre, quien simboliza a una clase social marginada y habituada a las pérdidas y carencias, pero que enfrenta las tragedias con dignidad.

Perspectivas éticas divergentes

El conflicto alrededor de la muerte de Carlos Centeno invita al lector a considerar la relatividad de los valores morales en el relato, a través de esta narrativa, se cuestionan las percepciones tradicionales del bien y el mal.

En la conversación entre el sacerdote y la madre de Carlos (págs.: 6-8, García Márquez, 2001), se evidencian dos perspectivas morales distintas: el sacerdote condena las acciones de Carlos, atribuyéndolas a una mala conducta derivada de una pobre educación, por otro lado, la madre justifica las acciones de su hijo, explicando que le aconsejaba no robar algo que alguien necesitara para comer, desde su punto de vista, robar por necesidad a una persona adinerada no es un acto condenable, para ella, la muerte de Carlos es un castigo injusto, pues él solo buscaba algo que comer.

La madre representa la idea de que los valores morales son contextuales y no absolutos, sugiriendo que deben interpretarse en función de circunstancias específicas, en contraste, el sacerdote simboliza la visión de que la desigualdad social es normal y que la pobreza es una consecuencia de no seguir los principios de la moral cristiana, este discurso justifica la acción de Rebeca, presentándola como una defensa legítima de su propiedad e integridad contra alguien considerado moralmente desviado.

Relaciones familiares

La relación entre la madre y su hijo fallecido, así como entre la madre y la niña, ilustra la fortaleza de los lazos familiares, a pesar de la muerte de su hijo y la deshonra asociada a su nombre, la madre continúa amándolo y defendiéndolo fervientemente, la niña, aunque joven, muestra una conexión profunda con su hermano y apoya a su madre durante el viaje (pág. 5, García Márquez, 2001), demostrando su solidaridad y comprensión.

Gabo nos enseña que al final del día la familia es un vínculo inquebrantable, que ni la muerte lo separa, a pesar de Carlos Centeno Ayala es asesinado por Rebeca su madre va a verlo.

La pobreza: retratos de la desigualdad

En “La siesta del martes”, como en muchas otras obras de García Márquez, el foco se centra en personajes pobres y desposeídos, con la intención de visibilizar y denunciar la desigualdad social estructural en los pueblos caribeños. (págs.: 5-8, García Márquez, 2001).

El narrador aborda la problemática de la pobreza y la marginación social a través de la descripción de los personajes, a lo largo del relato, se destacan numerosos indicios sobre la pobreza de la madre y su hija: sus vestimentas humildes, el rostro envejecido prematuramente de la madre, y el hecho de que la niña no está acostumbrada a usar zapatos (págs.: 5-8, García Márquez, 2001). Además, viajan en un vagón de tercera clase, lo que permite al lector tener una imagen clara de su situación económica, (págs.: 5, García Márquez, 2001). La descripción de Carlos Centeno Ayala también enfatiza su pobreza: el narrador menciona que viste de forma andrajosa y usa una soga en lugar de un cinturón.

Las observaciones del narrador crean un contraste entre ricos y pobres, subrayando la protesta social del relato, el conflicto entre la madre y el cura, y entre Carlos y Rebeca, pone de manifiesto las diferentes cosmovisiones y valores morales de dos grupos sociales opuestos. El cura defiende a Rebeca, una mujer de clase media que vive sola en una gran casa, y culpa a la madre por no haber criado bien a su hijo, la madre, acostumbrada a las injusticias y al sufrimiento, se mantiene tranquila y segura, ella justifica a su hijo con su propia moral: robar por necesidad a alguien que tiene de sobra no es incorrecto.

Con estas descripciones y conflictos, García Márquez denuncia la profunda desigualdad social de la región, poniendo en primer plano las historias de las clases marginadas y desposeídas, a través de sus personajes y sus luchas, visibiliza las injusticias estructurales que afectan a los más vulnerables.

Silencios del alma: la soledad

Aunque el relato no aborda la soledad de manera explícita, este es uno de los temas centrales en la obra de García Márquez, incluso dando nombre a su novela más conocida, “Cien años de soledad”, en “La siesta del martes”, la soledad está presente como un subtexto que atraviesa toda la narración y se manifiesta de manera implícita, especialmente en la figura de Rebeca, la viuda que ha vivido en soledad durante veintiocho años. (pág. 7, García Márquez, 2001).

La soledad se hace evidente en las descripciones de los paisajes y personajes: la madre y la hija viajan solas en un vagón de tercera clase del tren, dirigiéndose a un destino desconocido para el lector, sus silencios, sus vestidos de luto y todo su aspecto transmiten un profundo sentimiento de soledad, el tren atraviesa extensas plantaciones bajo un calor abrasador, y los pueblos se suceden en la monotonía del mediodía, contribuyendo a una sensación de aislamiento que refuerza la soledad de los personajes, (pág. 5, García Márquez, 2001).

Al llegar al pueblo en la hora de la siesta, la soledad se acentúa: todo está cerrado, las calles están desiertas salvo por algunas personas que duermen bajo los almendros, y la madre y la hija avanzan solas por un pueblo fantasmagórico, en la casa cural, la soledad se manifiesta en la distancia entre la madre, perteneciente a una clase social marginada, y el cura, representante de la clase media con una moral distinta, esta soledad refleja la denuncia social implícita en la obra de García Márquez, donde los marginados sobreviven al margen de una sociedad que no los integra plenamente. (pág. 6, García Márquez, 2001).

Por último, la figura de Rebeca personifica la soledad de manera más concreta: una mujer de la burguesía que ha vivido sola durante tres décadas en una enorme casa, sus miedos han aumentado con los años, transformándola en una mujer nerviosa y ansiosa, capaz de actos extremos debido a su vida solitaria, a través de Rebeca, García Márquez muestra los efectos devastadores de la soledad en el individuo.

El final

Desde antes de abrir la puerta de la calle el padre se dio cuenta de que había alguien mirando hacia adentro, las narices aplastadas contra la red metálica. Era un grupo de niños. Cuando la puerta se abrió por completo los niños se dispersaron. A esa hora, de ordinario, no había nadie en la calle. Ahora no sólo estaban los niños. Había grupos bajo los almendros. El padre examinó la calle distorsionada por la reverberación, y entonces comprendió. Suavemente volvió a cerrar la puerta.

—Esperen un minuto —dijo, sin mirar a la mujer.

Su hermana apareció en la puerta del fondo, con una chaqueta negra sobre la camisa

de dormir y el cabello suelto en los hombros. Miró al padre en silencio.

—¿Qué fue? —preguntó él.

—La gente se ha dado cuenta.

—Es mejor que salgan por la puerta del patio —dijo el padre.

—Es lo mismo —dijo su hermana—. Todo el mundo está en las ventanas.

La mujer parecía no haber comprendido hasta entonces. Trató de ver la calle a través

de la red metálica. Luego le quitó el ramo de flores a la niña y empezó a moverse hacia

la puerta. La niña la siguió.

—Esperen a que baje el sol —dijo el padre.

—Se van a derretir —dijo su hermana, inmóvil en el fondo de la sala—. Espérense y les

presto una sombrilla.

—Gracias —replicó la mujer—. Así vamos bien.

Tomó a la niña de la mano y salió a la calle. (pág. 8, García Márquez, 2001).

Márquez muestra la dignidad de la madre frente a la situación de adversidad que tiene por la muerte de su hijo, incluso la multitud la juzgó, pues miraban por las ventanas, también el sacerdote y su hermana tienen una postura hostil ante la madre y su hija. Finalmente, la madre insiste en salir bajo el sol abrasador, rechazando la sombrilla ofrecida, simboliza su firmeza y su deseo de enfrentar directamente la situación, sin esconderse, ni esperar.

La siesta del martes es un cuento magistral de Gabriel García Márquez (Gabo) que invito a todas y todos a leerlo.

 

Referencias

Enciclopedia de la literatura en México (2021). Gabriel García Márquez. Consultado el 9 de agosto 2024 de http://www.elem.mx/autor/datos/1426

García Márquez, Gabriel (2001). Los funerales de la Mamá Grande.  Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, págs.: 6-8. Consultado el 9 de agosto 2024 de https://escritoresnoveles.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/09/los-funerales-de-mamc3a1-grande-gabrielgarcc3adamc3a1rquez.pdf

Instituto de Cervantes (España), 2015. Gabriel García Márquez. Premios. Consultado el 9 de agosto 2024 de https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/garcia_marquez_gabriel_premios.htm

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Nikolái Urraca Matos. Nació en Azua de Compostela, reside en el Distrito Nacional, República Dominicana. Es un lingüista, profesor, ensayista y poeta.