En el transcurso de su conferencia sobre la situación actual de la República de Haití, pronunciada en el Archivo General de la Nación, el antropólogo y filósofo Fernando Ferrán planteó cuatro tesis “a base de enunciados exclusivamente teóricos”. Una de ellas, propia del narcicismo literario, “La falacia racial o la ilusión bovarista”, reviste particular importancia por considerar, incorrectamente, que la raza, especialmente la negra, y la esclavitud “no articulan un matrimonio indisoluble”. De ahí que sea, según el ensayista, “un error interpretativo” catalogar dicha raza –constructo, además, confuso y  nocivo- como un “factor explicativo” de la existencia y la realidad haitiana. (Fernando Ferrán, Haití en su encrucijada. Cuatro tesis una explicación. Acento, 30-11-2022).

En ese sentido, el catedrático de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) recurre a la “historia universal” para probar la susodicha tesis, argumentando la existencia de la esclavitud, en el pasado, tanto en el continente africano como en el europeo y el asiático. De hecho, el universalismo propuesto podría más bien contribuir, erróneamente, a categorizar de manera uniforme los acontecimientos en torno a la esclavitud forjada en los tres continentes mencionados.

Precisamente, universalizar eventos particulares, extrapolándolos, no sólo podría constituir un yerro metodológico, sino que también acusa la intención discursiva en cuanto a falsear los sucesos históricos con la finalidad de justificar y servir al apuntalamiento de una ideología determinada. Así es, cuando se acude  a concebir constructos teóricos para equiparar el binomio racismo-esclavitud que se implementó en los territorios de la Europa blanca, con el binomio racismo-esclavitud que tuvo lugar en otras latitudes, tal como, específicamente, en el África negra.

Ahora bien, ¿acaso existe, objetivamente, el racismo como un componente de la esclavitud en un conglomerado de la misma raza? Obviamente, sería un contrasentido. Bastó que las estructuras blancas del poder europeo apelaran, en numerosas instancias, a un expediente ideológico endógeno, bárbaros, para justificar la esclavitud de los pueblos conquistados en su propio continente.

¿Acaso existe, objetivamente, el racismo como un componente de la esclavitud en un conglomerado de razas diferentes? Evidentemente, en virtud de que para los blancos europeos el color de la piel les sirvió como un recurso ideológico exógeno, negro, para poner en marcha la esclavitud y el colonialismo de los pueblos africanos conquistados.

¿Acaso el “factor racial”, de acuerdo al Dr. Fernando Ferrán, no determinó, por ejemplo, “el manejo de la riqueza y del poder” en el Congo, Indochina y el Putumayo? Históricamente, las élites conquistadoras han recurrido a la ideología del racismo, la cristianización, la evangelización y la democracia. Mecanismos éstos de ejecución para salvaguardar sus espúreos intereses. En realidad, no importa el instrumento mental de dominación, de persuasión o de castigo físico. Lo primordial consiste, sea como sea, en la aquiescencia del otro al poder establecido.

De todos modos, resulta un escamoteo sutil de la verdad, proponer que “ni la estética corporal ni la preferencia racial dominan las estructuras de poder ni las actividades laborales de una y otra zona geográfica en el transcurrir de la historia universal”. La problemática no es que “dominan”, sino que forman parte constitutiva, como elementos ideológicos y métodos de ejecución, de la dominación total sobre la otredad en el marco de las relaciones sociales de producción.

De ahí, en consecuencia, que, en los niveles del sistema y el ejercicio de los poderes coloniales, ambas, la raza negra y la esclavitud, articularon, históricamente, “un matrimonio indisoluble”, así como la raza negra constituyó, igualmente, en el devenir histórico, un “factor explicativo” de la existencia y la realidad haitiana.

¿“Falacia racial”, ¿Ilusión bovarista? ¿“sofisma ideológico”? Bien, gracias.

Luis Ernesto Mejía en Acento.com.do