Feliz cumpleaños, querido padre Fermín Arias Belliard. Hoy cumplirías 97 años, y quien sabe si estuvieras ahora sentado frente a tu Olimpia escribiendo tus cosas, inclusive, dándole cráneo a otra novela.
A tu ópera prima, costumbrista e ingeniosa, ¡”500 años de Zoquetá”, hay que reeditarla y adecuarla en formato (no en contenido) a los nuevos tiempos de tecnologías y mercadeo digital.
Yo me ocuparía de abrirte cuentas en las redes y le pusiera a tu avatar : Sandolín, tu alter ego en 500 años…jejeje. Te imagino escribiendo para las redes tus Bocadillos y los Pique y Sin Pique. ¡Un palo!
Reeditar a 500 años es una misión nada imposible. Te prometo esa reedición. Eso viene.
Por cierto, ya tienes cuatro biznietos. Tres mujercitas y un varón. Tod@s hermosos e inteligentes. Tu nieto, Emmanuel, es un chef reconocido. Todo lo que cocina le queda bien. Te aseguró que será millonario. Está bien casado con Hortensia. Te envían sus felicitaciones.
La ciudad, estoy seguro, ya no te gustaría. Enseña dientes y garras por cualquier cosa. Una ciudad de mecha corta y atascada, como una tubería llena de basura y aguas negras. Los carros, yipetas y motores son los reyes de las calles. Los peatones no existimos. Casi en extinción como los chiclets Double Bubble.
Aunque reconozco que nunca saliste de tu Moca emocional de los 50, la del billar de los chinos, de los puercos de Pitico recorriendo las calles pueblo arriba antes de llegar al mercado, de la Seño alfabetizándote a su manera, con estilo, autoridad y profundidad de conocimientos, del reloj del Sagrado Corazón de Jesús pitando al mediodía anunciándote que debes empezar a prepararte para el careo interurbano de tu equipo de volibol porque en la tarde jugará Moca contra La Vega o Moca contra Santiago. Calienta brazo de oro para quiliar y afinar tus habilidades para la defensa.
Sí, nunca saliste de Moca. Y estuvo bien. Ese eras tú y eso había que respetarlo.
La foto recrea la puesta en circulación de tu novela "500 años de Zoquetá" en Casa de Teatro. Corría una noche maravillosa del 92 o 93, no recuerdo. Una gran noche. Ahí estuvimos todos, tus hijos, familia, y un montón de amigos de todas las edades y colores.
Ahí confirmé que el mundo te quería tal como eras: tímido, reservado, con un mundo interior tan propio, tan tuyo.
Me viene a la memoria lo que nos confesó el propietario del mítico Restaurante Vizcaya de la San Martín, José Ramón Lombardero hijo.“Los parroquianos del restaurante solo venían en las tardes a participar en las tertulias que presidía Don Fermín, solo venían para reírse de sus ocurrencias y aprender de su sabíduria, era un sabio, realmente, un gran hombre”.
Espero estés bien, en algún lugar, aunque sea en la nada. La nada es mejor, no se desea ni se sufre. Nada, padre. Que lo pases bien. Te queremos.