Desde que descubrió el clarinete, Eva María Ramírez Díaz supo que la música sería más que un pasatiempo: se convertiría en su refugio y en su destino. Con solo 17 años, esta joven estudiante del Colegio Apec Fernando Arturo de Meriño (CAFAM) ha dedicado su vida a perfeccionar su arte, explorando las posibilidades de su instrumento y soñando con escenarios que la lleven más allá de cualquier frontera.
La música llegó a su vida casi por casualidad, pero al escuchar el sonido del clarinete en videos, sintió algo especial. «Básicamente me enamoré y por eso lo elegí». Lo que más le fascina es su versatilidad, la capacidad de adaptarse a distintos géneros y emociones. Aunque su primer contacto con el instrumento fue a través del jazz, su verdadera pasión es la música clásica, aquella que le permite sumergirse en un mundo donde cada nota cuenta una historia.
Este año, una oportunidad inesperada la llevó a vivir una experiencia transformadora: la Semana con Berklee en República Dominicana. Había visto publicaciones en redes sociales sobre el programa, pero dudaba de su preparación. «Pensábamos que no teníamos el nivel, pero este año sí lo intentamos y, gracias a Dios, quedamos». Lo que en un principio parecía un reto lejano se convirtió en una de las vivencias más significativas de su formación.
Durante una semana, Eva María sintió que estaba dentro de un sueño. Fue un adelanto de la vida que anhela, un espacio de aprendizaje y crecimiento que la hizo enfrentarse a sus propios miedos. «Realmente aprendí a integrarme y también a soltar el miedo», confiesa. Allí descubrió que la música no es solo una expresión individual, sino un lenguaje universal que une a las personas. «Saber que hay una comunidad tan grande de músicos es muy lindo».
El futuro para Eva María está lleno de posibilidades. Sueña con ser músico profesional, enseñar y formar parte de una orquesta de renombre. Pero si pudiera imaginar su destino sin límites, se vería en el Royal College of Music en Londres, perfeccionando su arte y compartiendo su talento con el mundo.
A quienes comparten su pasión, les deja un mensaje claro: «Sin importar lo que piensen los demás, llévense más de lo que ustedes quieren y sienten. Si la música es su pasión, no duden en hacerlo, porque la música cambia vidas».
Para ella, la música no es solo un conjunto de sonidos, sino un refugio, un espacio seguro donde puede ser ella misma sin importar lo que pase a su alrededor. «No es solo tocar o escucharla, es una manera de desahogarse, de comunicar cosas y de sentirte bien».
Eva María sigue tocando, soñando y construyendo su camino, con el clarinete entre sus manos y la certeza de que la música la seguirá guiando, nota a nota, hasta donde quiera llegar.