Sabemos que matar, conquistar territorios por la fuerza, crear sufrimiento y dolor y alianzas funestas es el hábito memorable de las potencias.

Pero Zun-Tzu advertía cercar y lastimar a los pueblos trae consecuencias adversas y no lo aconsejaba. “Nada valen los que hacen la guerra, la paz es más importante que ellos”, cantaba el pacifista-ahora dominicano, Danny Rivera. Todo conflicto paga un precio.

No pueden perderse el espectáculo de su teatralidad trágica y siniestra.

No van sus jefes a los frentes de batalla sino que mandan a los pendejos. Más, es urgente la necesidad de que los políticos aprendan astronomía y que sumerjan de vez en cuando la mirada en el firmamento.

Ahí verán la insignificancia casi absoluta de su ser y del planeta que habitan ante la desmesura del cosmos. Deben aprender historia, aunque sea lo más elemental, para no repetir, teniendo inmensidad de territorios por delante, el absurdo, la demencia y la inmoralidad de la guerra. También es urgente que se doten de algún sentimiento que les permita entender el sufrimiento inocente a los fines de alejar su psicopatía y sus peligrosas inclinaciones, sus prisas, sus pasiones mórbidas y oscuras. Es psicópata toda persona que asesina y luego se sienta a comer a la mesa y duerme tranquilamente ante los cadáveres, ante la inocencia, ante la enorme injusticia de la guerra. Porque lo primero que rueda por el suelo en el conflicto es la verdad, seguida por la idea de justicia y la idea de libertad y seguridad.

Todo esfuerzo humano importante debe ser antecedido por las consecuencias, que no siempre son las mejores. En momentos en que la lucha es contra el cambio climático, contra la desigualdad, las estructuras obsoletas, el autoritarismo y el ambiente polucionado, ¿qué muestra la torpeza humana? La guerra y las ocupaciones ¿acaso eternas?

La sangre de los niños corriendo “simplemente como sangre de niños, como dijera Neruda ante el crimen enorme de la confrontación española y la imposición católico- franquista.

Al fin y al cabo, ¿cuál es la urgencia que los acucia a dominar, controlar, someter, destruir cuando hay todo el tiempo del mundo para que imperen las ideas, para negociar, para mostrarse, para que les importen los demás, los machos alfa, decentes aunque sea por un momento, aunque sea para llenar las apariencias?

¿Por qué casi nunca se halla el mundo en las mejores manos- en manos de filósofos, ambientalistas, humanistas- sino a manos de estos psicópatas belicistas que sólo saben causar terror y desolación y muerte en nombre de causas casi siempre insostenibles?