En un artículo breve publicado en un periódico local, Monseñor de la Rosa y Carpio atribuye a Duarte haber usado la palabra orcopolitas para referirse a los “ciudadanos del infierno” enemigos de la patria. El prefijo “orco” tiene un lejano origen que lo emparenta con el vocablo en español “Ogro”. Orcopolita aparece también en el prólogo de la obra “El mito de los Padres de la Patria”, de Juan Isidro Jimenes Gullón (1971), referido a que Duarte era una piedra en el camino de los devoradores de lo propio.
La Universidad Autónoma de Santo Domingo es un Patrimonio nacional que languidece ante la mirada cómplice a veces, indiferente otras, de los dominicanos. Todos hablan de sus males como si ella fuera un ser con vida propia que toma decisiones y que se constituye en causa de su destrucción. Sin embargo, aunque lo neguemos tres veces, sabemos de los sujetos que se han organizado orcopolitas de un bien patrimonial como la UASD.
Unos hongos han crecido sin freno en esa institución sin recursos para extirparlos por sí sola. Mientras, los mercaderes apuestan a la privatización del conocimiento y se frotan las manos, y la miopía a todos los niveles no deja ver el daño y posible destrucción de la UASD como un golpe a la Patria. Esto así, porque nadie quiere ponerle nombre a los verdaderos causantes del menoscabo a la educación superior dominicana en general y a la pública en particular.
Los orcopolitas esparcen su infierno, agreden para beneficio propio aún los más sagrados bastiones; están dentro y fuera de la UASD. Comenzaron por asaltar su solemnidad, minar sus cimientos académicos degradando a los profesores a la categoría de jornaleros, eliminando todo orden administrativo que permita gestión jerárquica en sus departamentos. Todo esto para pasearse en vehículos de lujo, cobrar altos salarios y comer en finos restaurantes donde se reúnen a urdir sus baldones.
Octavio Paz, construyó una especie de oxímoron para titular su ensayo de crítica al Estado: “El Ogro filantrópico”. Las gestiones de estado han entregado unos recursos insuficientes e ilegales a la UASD para mantenerla viva pero agredida con estrategias como el financiamiento a otras academias y el ostracismo que llega hasta a dejar en un pasillo de Palacio a cierto Rector.
Los gobiernos han sido Ogros filantrópicos dando alimento pírrico a la Academia. Los grupos de poder político interno han sido Orcopolitas permitiendo a penas que la UASD cumpla con su misión, agenciándose para sí recursos perentorios en áreas como la investigación, las docencias o la extensión. Pero esos Ogros invisibles, enquistados en diferentes partidos que han pretendido convertir la Universidad en su empresa personal, son los bellacos que desbarran en los medios y hablan de la inviabilidad de una institución que ellos mismos afrentan.
En la propia entidad “critica, popular y de masas” los aparatos enviciados se han constituido en Ogro donde los “felices devorados” son los profesores, que solo se “organizan” para pedir aumento de sueldo, mientras se agudiza el déficit de aulas, la carencia de recursos didácticos, la ausencia de programas de actualización, y la fijación de las cuarenta onerosas horas que no dejan tiempo ni recursos para el ocio productivo y actualización programática.
El templo del saber, la investigación y generación de profesionales, el Faro de luz y conciencia crítica de la patria es la UASD, y está siendo utilizada por políticos como lugar de . Mercaderes del templo que con complicidades internas hacen todo tipo de usura ante la mirada indiferente de las autoridades (las de adentro y las de afuera, las de ahora y las de antes). Esta forma de corrupción ha sido olvidada por movimientos que supuestamente luchan contra la impunidad.
Exfuncionarios jubilados y recontratados por haber sido afecto a una determinada gestión. Ex Rectores auto designados asesores con salarios que no pueden justificar con resultados. Estudiantes delegados ante el Consejo Universitario asalariados para ser “voces” de Rectores de turno. Panorama sombrío que permite que la vox populi asuma la Academia como reflejo de la descomposición social.
Todo lo que ocurre en la UASD, y su posible solución, es del dominio del estado que ha preferido mirar a otro lado. Justo es mencionar la gestión de Leonel Fernández, quien hizo fluir recursos a la universidad estatal, pero tampoco quiso enfrentar desde la raíz el germen que la corroe, lo que permitió que esos recursos fluyeran en ríos afluentes del brazo de mar que es la descomposición social y la corrupción.
En ocasiones apelamos al nombre del Rector de turno, como si fuera posible para un solo ser humano apagar las llamas del infierno. Esto no es más que un mecanismo de defensa que desplaza la culpa a un sujeto cuando el problema es nacional. La autonomía supone “los límites de la acción de estado” pero no su abstención total hasta dejar yugulada la entidad.
Ahora que tenemos flamante rector, que ha dicho en muchas ocasiones que desea trabajar para la excelencia, es momento de que los dominicanos asumamos nuestra principal entidad de educación superior. Lo que allí ocurre tiene su repercusión en el país. No podremos pensar en una Estrategia Nacional de Desarrollo al margen de una inversión real en la formación del capital humano, la formación de talentos, pero tampoco tendremos país sin el fomento de la conciencia crítica. Hacer visible lo oculto, es fin de la educación, según Lyotard.