Radiante, llegó la escritora y se sentó en una esquina de la tarde a firmar su último libro Quemen el río, (Editorial Santuario, 2023) que cuenta la historia de aquellos que, desde Salcedo, su tierra natal, lucharon contra la intervención norteamericana de 1916 y nunca fueron reconocidos.
Por allí pasó Geo Ripley, el pintor sonriente, y se sentó a su lado. Intercambiaron sonrisas e intercambiaron recuerdos. Luego llegaron Gustavo Vergara y Sergio Muñoz, los muchachos de la librería del puerto de Veracruz, México, que tiene el Mar Adentro. Emelda estaba sentada en su silla como una reina antigua. Y como una reina antigua les habló de su novela Quemen el río, y les contó la historia de Bandida, una mujer de la Revolución Mexicana que después escribió una ranchera.
“Estaba buscando el origen de esta voz: gavillero -les narró-. Y llegué a las guerras mexicanas, donde combatían gatillos revolucionarios. Uno de esos gavilleros, El Bandido, tuvo a una mujer, luchadora a la que también apoyaron Bandida. No es otra que Graciela Olmos, la autora de esa hermosa poética canción ranchera: Mi carabela. Usé esa composición, como recurso intelectual, pues mi personaje, ya centenaria, solo reaccionaba al escuchar música mexicana”.
Un poquito después llegó Jacobo Sáez, el director de Ediciones de la Universidad de Salamanca, España, y le guiñó un ojo. Y minutos después pasó Daniela Cruz, poeta santiaguera que hace versos con el aire de su tierra. Le hizo la corte y después se fue a hablar con Charo Fierro, de Huerga y Fierro Editores, y a ponerle sus versos a sus pies.
Afuera la lluvia la estaba esperando para mojarla, para regarla, como si ella fuera tierra sembrada.
Como si ella fuera tierra sembrada
Dicen sus amigos que allá, Cibao adentro, en Salcedo, su tierra natal, ella no tiene una casa, ella tiene un mundo. Un mundo entero para ella sola. Con flores de cacao y cayenas amarillas; con montañas azules que se ven de lejos y con ríos que le prestan sus historias para que las ponga en sus libros.
Dicen también que cerca de su reino, donde aún se siente en el aire el recuerdo de las hermanas Mirabal, se le respeta con el orgullo de tenerla en su tierra y de saberla la escritora de su pueblo, y que cada día, a la sombra de árboles centenarios, la brisa la despeina, la saluda y le rinde sus respetos.
Emelda Ramos tiene dieciséis libros publicados y vive Hermanas Mirabal, antigua Salcedo, para más señas, en San José de Conuco, Aguas Frías. ¡Y nadie la saca de su tierra! Allá están sus libros y sus matas, y allá están sus flores y los motivos de sus libros.
Allá, todas las rosas se saben su nombre.