Emelda Ramos.

Mujer sencilla, de pronunciación perfecta y cuidada, escritora y gran intelectual que siempre va vestida de sonrisa por las praderas de sus convicciones. Nació el 16 de septiembre de 1948 en la tierra de las mártires mariposas bajo el manto de una tierra que da vida, en un rincón de la Provincia Hermanas Mirabal, donde el eco de la historia aún susurra entre las montañas. Fue en ese rincón donde las letras comenzaron a germinar en su ser, en su casa, en su familia, como semillas que se entrelazan con la sangre y el aire. Aprendió a leer y el universo de las palabras la acogió en su corazón como si siempre hubiese sido parte de él. Hija de Gustavo Ramos Portorreal y Ana Concepción Tejada Bretón, casada con el Dr. Francisco Regalado Osorio desde 1973, con quien procreó dos hijas, Ana Lorena y Liana Priscilla.

«El XIV Festival Internacional de Narradores 2024, que se llevará a cabo en San Francisco de Macorís del 20 al 23 de febrero, estará dedicado al periódico Acento por sus valiosos aportes al desarrollo cultural y democrático de la República Dominicana. En esta edición, el festival rendirá un homenaje especial a la destacada escritora Emelda Ramos»

Su vida y obra están marcadas por un compromiso profundo con la promoción cultural, la educación y la visibilización de la literatura femenina en la República Dominicana. A través de su producción literaria y su trabajo como bibliotecaria y docente, Ramos ha dejado una huella significativa en la narrativa dominicana y ha sido una defensora constante de la preservación y difusión de las tradiciones y la memoria histórica.

Desde temprana edad, Ramos demostró una vocación clara por la escritura y el estudio. Su formación académica, que abarca campos como la Educación, Filosofía y Letras, le ha permitido desarrollar una visión multidisciplinaria que enriqueció su labor como docente. Entre 1970 y 1983, impartió la catedra de literatura hispanoamericana y dominicana, transmitiendo a las nuevas generaciones su pasión por las letras. Su beca en 1980 para asistir al seminario mundial de educación de los equipos docentes en París representó un hito en su formación profesional, lo que también consolidó su compromiso con la educación y la cultura.

Emilia Pereyra, Rafael Peralta Romero y Emelda Ramos.

A su regreso a la República Dominicana, Emelda Ramos centró sus esfuerzos en la promoción de la literatura dominicana, lo que marcó un componente esencial de su activismo literario. Su trabajo no solo se limitó a la docencia, sino que también se extendió a la organización de la biblioteca de su pueblo, un proyecto que la motivó a estudiar Bibliotecología en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Esta inquietud por la preservación del conocimiento la llevó a dirigir durante dos décadas la Biblioteca de la Universidad Católica Nordestana (UCNE) en San Francisco de Macorís, lugar en el que también se graduó en 2005 en Educación, Lenguas Modernas.

Emelda Ramos.

Emelda Ramos es autora de una vasta obra literaria que abarca géneros como la narrativa, el cuento y la investigación. Su novela El Despojo (1984), que ganó el premio del Ateneo Minerva Mirabal, marcó su incursión en la literatura de manera significativa. A esta le siguieron títulos como De oro botijas y amor (1998), Angelario Urbano (2002) y Voces infantiles cuentan tradiciones y leyendas de Puerto Plata (2007), que reflejan su amor por las raíces y la cultura dominicanas. Su contribución al estudio y difusión de la literatura infantil y juvenil también es destacable, con obras como El cuaderno de la rosa (2009) y El Quijote de las auyamas (2017), que demuestran su capacidad para conectar con las nuevas generaciones de lectores. Sus obras, tejidas con hilos de realidad y fantasía, son como ríos que recorren la geografía emocional de su tierra. Cada cuento, cada relato, cada verso, es un reflejo de la voz que canta desde lo más profundo, desde las entrañas de un pueblo que no olvida.

Emelda Ramos, recibiendo un reconocimiento.

Además de su producción narrativa, Ramos ha realizado importantes investigaciones sobre la historia y la literatura dominicana, como Historiografía y literatura de Salcedo 1865-1965 (2018). Su trabajo también incluye estudios biográficos sobre figuras literarias dominicanas como Delia Quesada, pionera de la dramaturgia infantil, y la recopilación de cuentos de autoras dominicanas del siglo XX en Antología de cuentistas dominicanas del siglo XX (2008).

Su obra ha sido traducida a varios idiomas, incluidos el inglés, el italiano y el braille, y ha sido antologada en diversos países. La relevancia de su trabajo en el ámbito literario se extiende más allá de la República Dominicana, y sus textos son utilizados en universidades y talleres literarios como parte del canon de la literatura dominicana. A lo largo de su carrera, Ramos ha recibido numerosos reconocimientos, como el Doctorado Honoris Causa en Las Humanidades en la Universidad Católica Nordestana (UCNE) 2014, y es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua.

Participación en antologías nacionales e internacionales:

  • Los Poetas Dominicanos a la Cultura Francesa, 2000.
  • Documents of Dissidence, New York, 2000.
  • Señales de Voces, Antología de Cuentos Dominicanos, Editorial Norma, México, 2005.
  • Onde Farfalla e Aroma di Caffe, Italia, 2005.
  • Umbral de Milenio, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2011.
  • Los Libros de la Isla desierta. Ardavín, 2013.
  • Historiografía y literatura de Salcedo 1865 -1965

Sin embargo, la faceta más fascinante de Emelda Ramos es su constante búsqueda de nuevas formas de expresión literaria. Su obra, que sigue creciendo con el paso de los años, refleja su permanente y lúdico quehacer, lo que la convierte en una escritora en constante evolución. Obras como El pavor llegó en un convertible (2020) y Burn the river!! Quemen el río! (2023) siguen posicionando a Ramos como una de las voces más innovadoras de la literatura contemporánea en la región.

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Premios y reconocimientos:

  • Primer lugar en el concurso literario del Ateneo Hermanas Mirabal, de Salcedo, en el año 1983, por su novela “El despojo, o por los trillos de la leyenda”
  • Fondo de Las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF, en 1994 reconoce su labor en beneficio de la Educación Dominicana.
  • En 2004, la Secretaría de Estado de Educación le otorgó la distinción Salomé Ureña por su contribución a la Educación y Cultura Dominicana.
  • En 2005 es reconocida por el Ministerio de Cultura y la Dirección de Feria del Libro con un día y una calle en la Feria Regional del Libro de Santiago.
  • En 2009, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (Recinto Santiago), le concedió distinción al mérito Virgilio Díaz Grullón, por sus cualidades y aportes a la narrativa dominicana.
  • En mini ficción obtuvo menciones en los primeros concursos Ciudad del Ozama, 2010 y 2011; en México, 2012, el de Nanocuentos de fantasmas y mutantes.
  • En el 2012 es reconocida nuevamente, por el Ministerio de Cultura, con un día y una calle en la Feria Internacional de Libro de Santo Domingo.
  • En 2014 recibió el Doctorado Honoris Causa en Humanidades, otorgado por el Consejo Académico de la Universidad Católica Nordestana (UCNE).

Emelda Ramos es una escritora que ha dedicado su vida a la literatura, la educación y la promoción de la cultura. Su obra, variada y rica en matices, ha dejado una marca indeleble en la narrativa dominicana y ha sido un referente para varias generaciones de lectores y escritores. Con su dedicación a la enseñanza y su compromiso con el patrimonio cultural, Ramos continúa siendo una figura esencial en el panorama literario y académico de la República Dominicana. Celebramos junto a ella el homenaje especial a su obra que se llevará a cabo en el XIV Festival Internacional de Narradores 2024, en San Francisco de Macorís del 20 al 23 de febrero, el cual estará dedicado al periódico Acento por sus valiosos aportes al desarrollo cultural y democrático de la República Dominicana.

A continuación, compartimos algunos de sus textos:

«Nueva York, mi primer octubre» (Nuevo Angelario urbano, fragmento)

 Últimos éramos en el vagón del subway. De pie yo, él sentado enfrente, solo nos separaba el instrumento que, en su estuche humaniforme, sostenía entre las rodillas y que, al compararlo con mi estatura, supe que era un violonchelo de 3/8.

Él siguió el curso de mi mirada, sonrió y tocó en el bolsillo de su gabardina beige un programa, acaso un destino: Carnegie Hall—. Conciertos de Otoño. Yo no sonrío, pero toco en mi bolso de leather mi tarjeta de residencia falsa.

Gestos automáticos de quien aborda un tren como este que, atestado de gente, arranca como de pique y en el traqueteo entreabre mi abrigo…Ahora es él quien me mira —minifalda café, muslos canela—. Una y otra vez me mira, golosamente me mira y su sonrisa, a despecho de la bella, breve barba, me convence: ambos tenemos pocos años, más de veinte, distintas lenguas, mares y cielos atrás, horizontes en clave de sueños y un hondo mundo de temores. 

«Partitura»

Acércate, sonríe en la oscuridad,

que va a ser dulce mi sombra.

 Delia Weber.

Entre Candilejas te adoré… me oyó cantar en la ducha, y en un eco, subieron desde la sala las siguientes notas de la melodía. Envuelta en ellas y en la toalla, bajé la escalera y me acerqué al piano, negro como su pelo, su ropa, sus perennes gafas y su perro guía y, lo descubrí, inmenso en la sombra, rodeado por ese halo iridiscente que le traspasaba. Desde ese lunes, Max tocaba el tema de Chaplin como señal de que me sabía cerca. Mi olor por él me delataba, como a él, ese fervor al tocar Candilejas para mí, una aldeana que nunca vio de un teatro las luces y estas, aún más inconcebibles para él, que, aunque citadino, era tan sólo un genial maestro de música, de la escuela de ciegos donde se instruyó.

En la pensión pronto supieron por qué nos encendía esa misma canción, que cada noche sobre el piano, dejábamos tronca.

Verano de 1969.