La literatura es el arte de llevar en palabras todo lo que nos rodea. Para ser más específicos, la narrativa es un género que nos acerca a la realidad social, que se compone de elementos realistas a pesar de que el lector está consciente de la ficción del texto. Las obras literarias siempre nos ponen en contacto con el mundo y su lenguaje oculto. El escritor no solo escribe para perpetuarse ni en contra de la memoria, sino para discernir y hacer juicio crítico de nuestra realidad. Su intencionalidad y el estilo de narrar es lo que determina si es un buen escritor o no. La realidad también tiene una comunicación encubierta y la escritura es la que lo revela, es por esto que los personajes tienen una fuerte carga psicológica. Nos acercamos más a lo humano a través de sus pensamientos, sentimientos, reflexiones y moralidad. La capacidad comprensiva y de plasmar el universo en el escritor nos llevan a interpretar a través de sus ojos sobre la disociación que tiene la existencia. Considero que de un escritor nace otro escritor. Un acontecimiento o un aspecto tiene muchísimas formas de ser narrado.

El cuento «El zurdo» es una realidad plasmada en la escritura, una mirada crítica a la violencia y a los estereotipos sociales. Representa la destructividad y la inclinación agresiva del ser humano. Este cuento pertenece a la obra literaria La carne estremecida (Ediciones: Fundación Cultural Dominicana) de José Alcántara Almánzar, publicada en 1989 y se compone de doce cuentos. «El zurdo» es el principal relato con el que el lector se encuentra al iniciar sus páginas. José Alcántara Almánzar (Santo Domingo: 2 de mayo de 1946), además de narrador, es crítico literario, ensayista y educador, en el 2009 recibió el Premio Nacional de Literatura de la República Dominicana. Dentro de sus obras publicadas figuran cuentos, ensayos y antologías.

«El zurdo» constituye un profundo análisis sobre la violencia física y psicológica, asimismo los estereotipos sociales, una forma violenta que es bombardeada por la sociedad acerca de los patrones culturales, según los cuales los individuos deben regirse o pertenecer a estos, ya sea por la clase o por lo racial, también por los estándares físicos, de lo contrario son discriminados. La trama y el monólogo interior del personaje de «El zurdo» siempre fue un tintineo en mi cabeza desde que lo leí por primera vez en la clase de Autores Dominicanos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, impartida por el profesor Basilio Belliard. De todos los relatos que leímos y comentamos en la dinámica e interactiva clase de Belliard, «El zurdo» fue uno de los cuentos que mi memoria dejó intacto. La idea de escribir mis impresiones siempre persistió. Un lector también quiere ver a otros estremecerse tal como le sucedió.

La represión, la violencia y los prejuicios son los ejes principales que se entretejen y componen esta historia que vislumbra la ignorancia del hombre

El autor logró en mí que palpara los objetos, que los mirara desde mi imaginación, que sintiera el dolor, la furia y la impotencia del personaje, que en primera persona narra el maltrato de su madrastra hacia él, la indiferencia de su padre y la discriminación que recibe en la escuela por ser zurdo. Tal como nos sugiere el título, el personaje es uno de los pocos seres que no pertenecen a la normalidad del mundo de ser diestro. Por ser zurdo lo ven como una rareza, como si fuera una enfermedad nativa, una incongruencia o divergencia de lo que debería ser. Lo normal es todo lo que es común y está en su mayoría. Rosa Montero en El peligro de estar cuerda (2022), textualmente nos dice: Una de las cosas buenas que fui descubriendo con los años es que ser raro no es nada raro, contra lo que la palabra parece indicar. De hecho, lo verdaderamente raro es ser normal (Montero, 2022:12). Más adelante, Montero nos habla de una investigación del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale en el 2018, la cual afirma lo siguiente:

Algo que a poco que se piense es una obviedad: que la normalidad no existe. Porque el concepto de lo normal es una construcción estadística que se deriva de lo más frecuente. En primer lugar, que un rasgo sea menos frecuente no implica una anormalidad patológica, como por ejemplo, ser zurdo (solo hay entre un 10 y un 17 % de zurdos en el mundo); pero es que, además, como el modelo ideal de individuo normal está confeccionado con la media estadística de una pluralidad de registros, no debe de haber ni una sola persona en el planeta que atine un pleno en el conjunto de valores (Montero, 2022:13).

La historia inicia con el personaje principal, un joven zurdo que le reprocha a Rosario, su madrastra, en el lecho de su muerte los constantes maltratos físicos y psicológicos que recibió de ella. La otredad con la que Rosario, sus compañeros de clase y la maestra lo trataron, hizo de él un individuo violento, la respuesta de la violencia es esta misma: La soberbia daba a mi zurda una violencia que no podía contener. Era una fuerza destructiva que la hacía agitarse, golpear las paredes, arrojar al suelo las porcelanas que encontraba a mi paso. El joven transmite su furia, sus miedos, los daños psicológicos e irreparables que le causaron los recuerdos de su infancia, cuando empezaron los abusos y hostigamientos de Rosario para moldearlo y convertirlo en quien no era, logrando en el hijastro un ser agresivo, frío, inseguro y pusilánime, incapaz de negarse a la vida que llevaba, aunque era indefenso y su padre se mostraba ajeno ante la crianza del pequeño. Este cuenta con detalles que lo obligaban a comer y a escribir con la mano derecha, si hacía cualquier función con la mano izquierda recibía golpes e insultos por parte de su madrastra; su maestra no le permitía escribir con su mano izquierda y los compañeros utilizaban frases despectivas en su contra, a lo que el joven respondía a puños.

El joven narra una serie de acontecimientos acerca del sufrimiento que le causaron la disciplina rígida y los maltratos de Rosario, cuyo desenlace fue cometer un delito una noche en la que había regresado extasiado por escuchar la pieza del pianista Ravel en Bellas Artes. El personaje sumergido en la ira cuestiona a la sociedad a causa de los estereotipos sociales que discriminan y lo paradójico del comportamiento humano:

Sufría el estigma de ser zurdo en un mundo derecho al que todo le sale torcido, un mundo chueco que exige rectitud, un medio cruel que nos aplasta y espera bondades incondicionales, lleno de gente que todavía ve en la siniestra un símbolo  demoníaco, la representación del pecado.

Este cuento rompe con lo secuencial o lineal e interviene una retrospección que hace de la trama una estructura sólida y descriptiva para llegar al desenlace y poner en contexto al lector. La historia inicia en el presente, con Rosario ya muerta y el joven narrando de manera introspectiva los hechos. Al personaje del zurdo le invade un sentimiento asincrónico de pena y alegría por su madrastra, ya que verla muerta le producía lástima y a la vez alegría porque entendía que su sufrimiento ya había acabado. Este, retrospectivamente, nos va informando de la muerte de su madre cuando tenía cinco años, la llegada de Rosario a la casa, la violencia circular entre el núcleo familiar, la cual se daba entre su padre hacia su madrastra y esta misma contra su hijastro.

Finalmente, el personaje cuenta el acontecimiento que desenreda la interrogante de la muerte de Rosario. El hijastro había asistido a una función del pianista Ravel y al verlo tocar con su mano izquierda, un entramado de sensaciones invadió su cuerpo a tal punto que su mano izquierda se movía por sí sola, en ese momento se sintió identificado. Luego de regresar entra a la casa y va a la cocina por algo de comer, Rosario lo sorprende y empieza a pegarle incansablemente y su hijastro le pide que se detuviera. Al leer «El zurdo» nos encontramos con un final abierto e inesperado entre los dos personajes. El hijastro, que demuestra la crudeza de la violencia de su madrastra, sin embargo esta es víctima de su esposo, pero el narrador y personaje confiesa que después de la golpiza del padre hacia ella, Rosario continúa su relación sin remordimientos, en el relato también se identifica el machismo y la sumisión de las víctimas.

La represión, la violencia y los prejuicios son los ejes principales que se entretejen y componen esta historia que vislumbra la ignorancia del hombre. El personaje de «El zurdo» no es cuestionado por la justicia. El escenario que se presenta es el zurdo mirando a su madrastra muerta y narrando los hechos. Este relato, más bien, es una especie miscelánea que se preocupa en representar una serie de antivalores sociales. José Alcántara Almánzar no expone discursos moralistas y manifiesta a través de las acciones de sus personajes la condición humana, la psicología y la realidad social dominicana.