Cuando se asiste a una entrega teatral como El último personaje de Cecilia B, la aspiración elemental del público es rogar lo que hace años pidió el poeta Jesús Sosa: “! Qué vuelva a suceder” por Dios”, en referencia ese instante extendido y mágico lazo invisible y atrapante une a intérpretes desde las tablas y los espectadores, en complejo universo y cómplice de sensaciones y experiencias.
La pieza ha sido montada en el Teatro Lope de Vega, en el edificio Novo Centro, (y de cuya instalación y puesta en servicio tenemos que comentar necesariamente).
A la entrada vimos, con alegría, una larga fila de gente en procura del no establecido derecho de lograr otra vez la mágica conexión que genera el hecho teatral.
El último personaje de Cecilia B, montaje que había hecho un recorrido desde noviembre del pasado año en las salas Ravelo (del TN) y en marzo en la Sala Manuel Rueda (de Plaza del Conservatorio), es un positivo apremio con su carga estética y conceptual que nos sorprende gratamente.
La obra es un exquisito apelativo escénico al teatro clásico original de un dramaturgo que como Cruz, justo es decirlo, tiene tradición, calidad y consistencia como tal y que, independientemente de su ego (a veces exagerado e insoportable a luz de las percepciones simplistas de la modestia previsible), como ha sido en todos los grandes artistas de la humanidad), es la expresión de un talento creativo que al final del camino, se ha de inscribir en la historia de nuestro teatro, se quiera o no se quiera.
El texto dramatúrgico de Cruz es un fascinante recorrido por una galería de personajes del teatro clásico: Julieta (de “Romeo y Julieta”; de W. Shakespeare); Lady Macbeth (obra “Macbeth “; de Shakespeare); Medea (de Eurípides); Electra (de Sófocles) y nada menos que La Viuda de Padilla (de Martínez de la Rosa, una de las tres obras que Duarte utilizó para liberar el país). Este montaje comporta una carga didáctica teatral que debía ser aprovechada por los estudiosos de la escena nacional y por los estudiantes de escuelas y colegios.
La obra opera como un curso de inducción a grandes personajes y grandes obras, operando como un estímulo al conocimiento y disfrute del hecho teatral.
El peso fundamental de la actuación apela a la consistencia interpretativa de Nileny Dipton, a con el soporte histriónico de Wilson Ureña, y reforzado por el uso de recursos fundamentales del teatro, sobre todo la y el vestuario, muestras de talento de Fidel López (escenografía) y el espectacular vestuario (Sócrates Cabral y Bautista Sierra).
La dirección de Fausto Rojas (director de la Compañía Nacional de Teatro) le aporta un matiz dramático con giros de humor, con bien logrados trazos musicales y de canto, todo y trabajado al detalle a partir de la capacidad de este joven, uno de los más brillantes creadores del escenario dominicano.
Un factor de primer orden es la adaptabilidad de Nileny Dipton a un texto tan desafiante interpretativamente, con tantos cambios en la línea expositiva, con una magistral ductilidad para las inflexiones, el tono clásico que evita la caricatura, apelando la aguda y fina exposición oral de colores sostenidos y densidad que envuelve al público.
Dipton ha logrado, sin dudas, un tejido actoral de alto valor y una expresiva y caracterización.
Ureña, soporte necesario, es dueño de su personaje y sus posibilidades, aporte fuerza y suplementa las acciones de la protagonista.
El Lope de Vega
No es solo un espacio teatral nuevo. Se trata de uno de los de mejor diseño, distribución espacial en un emprendimiento artístico-empresarial (Teatro Lope de Vega) de Gianni Paulino con una estructura novedosa, cómoda y moderna tanto para el público y con facilidades escénicas profesionales de gran valor para artistas.
El Teatro Lope de Vega es uno de los tres nuevos abiertos en el primer trimestre del año, junto a La Gruta de Anacaona Teatro (en calle Las Mercedes) y Las Tablas (en Plaza Royal de Máximo Gómez esquina José Contreras, frente al recinto de Santo Domingo de la Universidad tecnológica del Cibao (UTESA).
Es parte de un proceso de las corrientes de creación de nuevas salas : Chao Teatro (en Ágora Mall), “Studio Theater” (en Acrópolis), (en las plazas); Teatro bajo las estrellas, Teatro Guloya, Sala Cristóbal de Llerena, de Casa de Teatro y Micro Teatro (Ciudad Colonial), Teatro Nova y Teatro Alternativo (Ciudad Universitaria), además de un espacio teatral en Blue Mall (alentado por Luis Marcel Ricard),
Ya contábamos con la amigable y siempre dispuesta Sala Ravelo, del Teatro Nacional, la majestuosa elegancia de la Carlos Piantini, de la misma institución, y la tradicional e indescriptible en sus detalles Sala máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes.
Pero este Teatro supone una fe en el futuro del teatro que lleva a su gestora (Gianni Paulino) a asumir una inversión millonaria (el espacio fue comprado) en función de su criterio de dejar aportes a la cultura y al arte, por encima incluso del natural deseo de incursionar en otras áreas más productivas y de menor riesgo.
Es una expresión de fe en el valor del arte. La obra viajará a Estados Unidos, pero si por casualidad vuelve a reponerse, sus descendientes le reprocharán no haberla visto.
Ficha artística
Título: "El último personaje de Cecilia B"
Género: Teatro Clásico con adaptación moderna
Autor: Giovanny Cruz (@giovannycruzduran)
Director escénico: Fausto Rojas (@faustorojas7)
Elenco: Nileny Dippton (@nilenydippton) y Wilson Ureña (@wilson8urena).
Escenografía: @fidellopez__skene,
Musicalización: @vadirgonzalez,
Dirección vocal: @nadia_nicola_,
Diseño de vestuario y confección: Sócrates Cabral y Bautista Sierra, Iluminación: Gerson García,
Asistencia de dirección y utilería: @francysfrica,
Maquillaje: Francis de la Cruz,
Guardarropía: Milagros Fernández
Asistente de producción: Belkys Ramos