En sus cátedras de doctorado en educación el profesor de la Universidad de Montreal el Dr. Julio Fernández, de origen chileno, nos habla de las llamadas “zonas de poder”, este concepto es aplicado a las áreas de influencia que están bajo el dominio de sus dueños” y que violarlas sería atentar contra ese espacio que por demás suele ser hegemónico. Cualquiera que invada ese “espacio” debe esperar, como consecuencia lógica, una reacción individual y social que suele convertirse en violencia.

En estos casos la violencia puede ser generada por la conquista de espacios económicos, políticos, religiosos, sociales, étnicos, personales, culturales… Cada persona tiende a luchar por preservar y conquistar espacios de poder, surgen las luchas de intereses, la visión de cambios paradigmáticos y, sobre todo, el sometimiento.

Latinoamérica ha vivido en carne propia las luchas intestinas y el sometimiento por poderes externos que gravitan en el desarrollo de sus espacios locales y regionales. Largos periodos de dictaduras, hegemonías, dualismos oprobiosos, marginación y explotación, han sido acicate para crear espacios de violencia que implosionan en estas sociedades.

Los narradores latinoamericanos han retratado a través de sus obras estos espacios de violencia en medio de modelos de desigualdad y marginación, brutalidad y hacinamiento. Han moldeado personajes que son la imagen holística del proceso de violencia que ha permanecido en el devenir histórico de la región.

En el libro De la Cultura de desigualdad al espacio de violencia en la novelística de Arturo Uslar Pietri (2001) del escritor azuano, Johnny Webster, el autor se aproxima al enfoque del fenómeno de violencia en una cultura de desigualdad y toma como referente la narrativa de don Arturo Uslar Pietri, uno de los más importantes exponentes del género en Hispanoamérica. Centra su atención en los libros Lanzas coloradas (1931) y El Camino del Dorado (1947) donde se manifiestan espacios de violencia expresados por el conflicto propio de los personajes en la dimensión espacial latinoamericana.

Webster conceptualiza la violencia en la novelística uslariana, enfoca la cultura de la violencia en la novela hispanoamericana y nos revela las luchas propias de un espacio hegemónico. El autor de este importante ensayo, que su propuesta analítica le sirvió como tesis doctoral in Latín American Literature From Albany University, USA, también aborda temas como la travesía y la violencia en el personaje uslariano, los atropellos físicos, la cultura de implosión, la violencia psicológica y los elementos cinematográficos presentes en las obras precitadas.

Según Webster “la violencia es, sin lugar a duda, el hilo temático más constante en la novela hispanoamericana” (pág. 9) y cita a la primera novela, El Periquillo Sarmiento (1816), del mexicano Fernández Lizardi (1776-1827) donde el personaje Periquillo “aprende a ser cruel, a robar, a mentir, a actuar de acuerdo con la ley del más fuerte con el único propósito de preservar su existencia” (pág. 10). También, el autor alude a la novela El Matadero (1840) del argentino Esteban Echeverría, considerado representante del romanticismo hispanoamericano, la cual sintetiza el aire de violencia en el discurso novelístico argentino del momento.

En el libro de Webster se citan obras como Los de abajo de Mariano Azuela (1837-1952), El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias (1899-1974), Pedro Páramo de Juan Rulfo (1918-1986), Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez (1929- 2014), La ciudad y los perros,  de Mario Vargas Llosa (1936-?), Doña Bárbara de Rómulo Gallegos (1884-1969), Fiebre de Miguel Otero Silva (1908-1985), Campeones de Guillermo Meneses (1911-1978), Sólo Cenizas hallarás de Pedro Vergés (1945-?), y por supuesto, Lanzas coloradas y El camino del Dorado, de Arturo Uslar Pietri (1906-2001), novelas en las cuales se basa Webster para analizar los espacios de violencia.

En el tema “El héroe subalterno, la novela no fictiva y la lucha por el espacio hegemónico”, Webster describe la concepción de héroe cultural o héroe subalterno que “lucha contra el espacio hegemónico con el deseo de subvertirlo y crear una sociedad distinta, una donde sus derechos sean respetados” (pág. 19).

El concepto hegemonía el autor lo describe como “un espacio cultural compartido por un grupo de personas que gozan de un privilegio económico, legal, político y estético, en oposición a un espacio subalterno que se haya relegado a un espacio periférico” (pág. 19).

Este héroe lucha contra los valores sociales subyugantes, aunque tenga que perder la vida. En ese sentido se hace alusión a la obra Enriquillo del dominicano Manuel de Jesús Galván (1834-1910) donde la muerte del héroe es un acto de resistencia al sistema totalitario.

También, la figura del antihéroe aflora como resultado de las luchas anti hegemónicas, aquel que después de luchar se marcha y abandona el espacio de lucha como forma de buscar la paz ansiada, encontrándose muchas veces con espacios de hostil supervivencia.

El atropello físico en las Lanzas coloradas y El camino del dorado, Webster lo presenta con aguda inteligencia recurriendo al argumento de la obra, a la síntesis, a la explicación del conflicto y a la actitud violenta de los personajes. Aquí el personaje de Presentación Campos es tomado como modelo al rebelarse contra la cultura de opresión que preside en el altar. Presentación Campos decide alzarse con los esclavos y enciende la hacienda, poniendo de manifiesto la cultura implosiva cuando mata a uno de los esclavos que se opone, desahogando su agresividad.

 

Domingo 29 de enero del 2023

 

El autor es escritor y educador.

 

Virgilio López Azuán en Acento.com.do