El sonido armonizado, rítmico, siempre tenderá a ser un aliado, en nuestros vínculos con niños y niñas. Hay que buscar, siempre, desde el sonido, algún sonido, una música, gestos, dramatización o acciones que llamen la atención en nuestro público de niños y niñas.
Cuando teorizo sobre el sonido, la música o trato sobre teatralizar o gestualizar alguna situación, lo hago aprovechando el título de este libro para niños, "El sapito azul y el misterio sonoro", –Little Blue Frog and the Musical Mystery"-. Editorial Santillana,S.A. 2013. Serie Amarilla/Poesía. Con 63 págs. Ediciones Loqueleo.
Las ilustraciones son de José A. Polanco. Santo Domingo, República Dominicana. La obra es del narrador, poeta y dramaturgo para niños y niñas, el creador dominicano César Sánchez Beras (20/5/1962, Santo Domingo, D.N.).
Este libro fue Premio de Literatura Infantil Letras de Ultramar 2013. Y fue traducido al idioma inglés 2014), por la académica y reconocida intelectual dominicana, residente en New York, doña Rhina P. Espaillat, destacada gestora cultural dominicana, con la que nuestro país está en deuda, en especial, la Facultad de Humanidades de la UASD.
Se trata de una narración en versos, distribuidos en una organización estrófica de décimas, diez versos, con medidas silábicas de ocho sílabas, o lo que lo mismo, en versos octasílabos de arte menor ( de 8 o menos sílabas), dedicada "A mi sobrino Alejandro Arvelo Trinidad".
Esas narraciones en versos, están presentadas, en lo que la literatura tradicional llama, décima o espinela. Les recuerdo que esa modalidad de construcción poética, fue expuesta por Vicente Espinel, en los siglos XVI-XVII.
Pero yo no estoy aquí para hablar del origen de la décima espinela, sino para estudiar el cuerpo discursivo de esas décimas, de manera específica, y su funcionamiento, dentro de su discursividad rítmica, rímica y estética.
La discursividad poética que predomina en estas narraciones en décimas, conllevan hacia un eje expresivo qué está centrado en una estructura de rima que funciona de la siguiente manera, donde rima el primer ver con el cuarto; el segundo con el tercero; el cuarto verso con el quinto; el sexto verso, con el séptimo; el octavo con el noveno; y el quinto con el décimo.
No es una distribución arbitraria o espontánea, la que se manifiesta aquí en esta obra poética para niños. Aquí hay un trabajo planificado de manera expresa, con el objetivo de provocar una sonoridad agradable, en la base auditiva de los que leen y/o escuchan.
Veamos como inicia esta narración en versos:
"En un secreto lugar
en el bosque fantasía,
se juntaba días tras día
un grupo para jugar.
Allí solían conversan
del mundo de los humanos,
de los lugares lejanos
que ninguno jamás vio,
pero una vez ocurrió
lo que les voy a contar".
(Ver pág. 8, obra citada).
Esa décima, como todas las demás décimas, están traducidas al idioma inglés.
La narración se abre, y deja al lector y/o al que escucha, en alerta y espectativas, esperando lo que nos van a contar, lo que allí ocurre. Entonces, despierta el interés en el lector y/o en el que escucha, y, eso muy importante en el proceso de la narración, despertar el interés en el otro o en la otra que nos lee o que escucha lo se narra. Veamos:
"Con Sapito, sus amigos
tuvieron una reunión,
para hacer una excursión
a un lugar desconocido.
Se hallaban muy decididos
por lo que dijo el Sinsonte:
"Más allá del horizonte
se escucha una melodía.
Es la más dulce armonía
de lo profundo del monte".
(Ver pág. 10).
Es un contar que nos insinúa expectativas, en este caso, queremos sentir esa alegría y escuchar "aquel sonido sin par". Lo musical, es el núcleo expresivo de lo que allí ocurre.
El sujeto-autor ha organizado su narrar, desde el interés de establecer una dialogía activa, entre las aves y los animales, en procura de atrapar o de encontrar ese misterio sonoro". Todos queremos encontrarlo y adueñaron de esa sonoridad que buscan los animales y las aves.
(…)
Veamos:
"Nadie tenía la certeza
del origen del sonido,
por eso iba confundido
el grupo por la maleza"
(…)
(Ver pág. 22, obra citada).
Aquí se exponen las destrezas del narrador y el imaginario del poeta, para situarnos en el contexto discursivo del que ha organizado su escenario narrativo, su ruta narrativa, desde un tono rítmico secuencial.
El accionar de los personajes de la narración se emprende, para darle vida y sentido, a lo narrado. Aquí, el que narra, no sólo ve lo que acontece, sino que lo está viviendo, junto con los sujetos participantes. Veamos:
"A la derecha volaban
Barrancolí y Canario.
Por la izquierda venía el Cuervo
con Maroíta y el Cao.
El Chiqui, el Chirri y el Cua
iban con Pájaro Bobo;
Zorzal y Cigua Amarilla
Volaban con el "Cuatro ojo".
(Ver pág. 35, obra citada).
Hay que resaltar en esta obra, la forma en que, desde ella se proyectan nuestras raíces identitarias, desde nuestra fauna, desde nuestra flora y desde nuestra naturaleza.
Recurro de nuevo a lo musical, a la sonoridad y al ritmo que fluye en estas narraciones, como pauta a seguir de manera constante, si queremos conquistar el gusto de nuestros niños y niñas, y por qué no, también si queremos despertar el gusto de nosotros, los adultos que también, podemos dejar despertar al niño y a la niña que llevamos dentro. Veamos:
"Tiene un acorde distinto
que no se iguala al trombón",
dijo el gavilán Ramón
al carpintero Jacinto.
"No es oboe, ni corno inglés",
dijo el cocodrilo Andrés.
"No es tuba,flauta, ni quena",
dijo la perdiz Helena".
(Ver pág.38, obra citada)
Hay un decir sostenido de los personajes, en procura de que el lector, quede implicado en el proceso de búsqueda de aquel "misterio sonoro", que ahora se constituye en una incógnita del que lee y/o del sujeto receptor que escucha.
La temporalidad, el ambiente contextual y el actuar del viento y el silencio, son recursos que aprovecha el sujeto-autor, para continuar su proceso de ir creando una atmósfera de expectativas y sorpresas, frente al público. Veamos:
(…)
"Cayó la noche en el monte;
también regresó la luna;
se fueron una por una
las luces del horizonte.
Se lamentaba el Sinsonte
con los amigos reunidos:
"¡Se apagaron los sonidos!
¡Callaron los instrumentos!
¡No tienen los cuatro vientos
nada para mis oídos!"
(Ver pág. 24, obra citada).
Es una obra para niños y niñas que está fundamentada en resaltar, en este caso, la música dominicana, en particular, el merengue, dentro del folclore nacional. Veamos:
"El sapito sorprendido
preguntó con emoción:
"¿Quién compuso esa canción?
¿Cómo se llama el sonido?"
"¡Merengue!",
dijo un chiquillo,
"y yo toco la tambora".
"Y esta, es la güira cantora",
dijo alegre el otro niño.
"Y yo alegro la reunión
cuando todo mi instrumento",
dijo el tercero,
"y van viajando en el viento
las notas de mi acordeón".
(Ver pág. 44, obra citada).
Dada la organización del texto y el discurso poético que aquí se emplea, me parece adecuada para niños y niñas de 8 a 10, pero recomiendo leerla en voz alta, y desde una pronunciación bien modulada, para todas las edades. Recuerden que, cuando escribimos para niños, lo hacemos para que lo gocen desde todas los ámbitos, desde lo auditivo hasta lo visual. No escribimos para enseñar nada, sino para "entretenerlos" y ponernos, junto a ellos, a gozarlo.
La enseñanza, quiera usted o no, siempre se producirá, por encima, subyaciente o por debajo de los propósitos que nos traemos.
Al final de la obra, el lector encontrará un "Glosario sonoro" (pags. 55/57) y unas actividades que conllevan al lector a responder algunas preguntas. Son cinco (5) actividades, (Págs. 56/61).
Esas actividades están vinculadas con el cuerpo de desarrollo de la obra, con miras a fomentar el conocimiento y la creatividad en los niños y las niñas.
Cierro, esta transcrítica, planteando que estamos ante una obra que, dentro de la literatura infantil dominicana, no sólo entra a formar parte de su panorama creativo y estético,sino que consolida lo que es nuestro armazón creativo, ante un espacio que amerita de obras como esta, para seguir ampliando y fortaleciendo, aquello que he catalogado como una necesidad de Estado.
Esa necesidad de Estado, es la formación estética y ética de nuestra sociedad, a partir de la niñez, en, y fuera, de los espacios áulicos de nuestro país, y, para eso, las instituciones estatales, tienen, en obras como esas, un recurso estético y creativo, al que deben darle uso eficaz y efectivo, para bien de la nación dominicana.