En esta fecha, la comunidad católica del país celebra el Día de la Altagracia, también identificada como Nuestra Señora de la Altagracia o la Virgen de la Altagracia. Como reflejo del nexo histórico entre religión y política, tenemos en ella a la madre protectora espiritual del pueblo dominicano, mientras que la virgen de las Mercedes se reconoce como la patrona espiritual. Como madre y patrona, ambas fiestas de advocación mariana son parte estelar del sentido individual y social que por la vida expresa una parte importante de la sociedad dominicana. En estas y otras celebraciones cristianas, en un acto de fe, la salud, la compasión y la libertad, especie de autopista que conduce al bienestar y a la felicidad, estelarizan entre las múltiples búsquedas de sus fieles creyentes. Es lo que ha de suceder hoy en la Basílica, santuario de la Virgen de la Altagracia localizado en Higüey; sin dudas, el lugar de peregrinación que despierta mayor atención a dominicanos y extranjeros. Más que de peticiones particulares al Altísimo, deseo que sea este el tiempo del anuncio de la rectificación en su sentido más amplio y de un mayor interés de la gente por ser, más que por tener. Que sea esta, la mejor de nuestras ofrendas.

 

Al margen:

Debo aclarar que a partir de esta entrega nuestra columna cambia de nombre. Vía correo electrónico, me he enterado que durante 40 años, alguien publicó una columna titulada CORTITOS en un periódico de Santiago, y que, en tiempos de don Rafael Herrera, pasó al Listín Diario, terminando en el periódico Hoy. Confieso mi desconocimiento del uso anterior de dicho nombre, y que al usarlo, sólo buscaba la atención del lector de este tiempo.