Introducción

Interior de la Iglesia San Dionisio.

Erwin Walter Palm en su obra “Los Monumentos Arquitectónicos de La Española” data el santuario de Higüey entre 1569 y 1572 y la caracteriza como una iglesia parroquial de construcción arcaizante. Palm continúa describiendo estas iglesias de la siguiente manera:

“Sus características son una nave, generalmente sin ventanas; crucero no acusado al exterior, que en las construcciones y transformaciones del siglo XVII suele recibir una cúpula aplastada; ábside poligonal; y una especie de bóveda de cañón organizada sobre arcos torales apuntados, ya muy abiertos.” Y a seguidas menciona el santuario de Higüey y Santa Bárbara (1574-1600)

La Iglesia de San Dionisio, se construye, como dice Palm, como una iglesia parroquial, sin embargo, la historia le tenía deparado otro destino. A principios del siglo XVII se convertirá en un santuario; el primer santuario dedicado a la Virgen María en las tierras que serian conocidas como América.

Se cuenta que el cuadro con la imagen de la Virgen de la Altagracia llega a La Española en 1502, año en el cual Frey Nicolás de Ovando llega a la isla con casi dos mil personas y traslada la ciudad de Santo Domingo a la ribera oeste del Ozama. Gerónimo de Alcocer en sus “Relación sumaria del estado presente de la isla Española…”  escrito en 1650, relata que la imagen de la Virgen fue traída a Higüey por los hermanos Trejo en 1514 y se asocia con un milagro donde el cuadro aparece sobre un naranjo. Esto hizo que se construyera una pequeña ermita con techo de paja, que con el tiempo y la devoción de los creyentes devino en un santuario de piedra que es la iglesia que conocemos y que Palm califico de arcaizante. Aunque su origen fue una parroquia rural, el fervor mariano la convirtió en un santuario muy rico, cuyos tesoros pueden verse en el Museo de la Basílica.

Hasta 1971, cuando se inaugura y consagra la basílica de Higüey, San Dionisio albergó el cuadro de la Virgen,  el cual pasó a ser parte del altar de la nueva basílica, un avanzado diseño de los franceses Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré, quienes ganaron un concurso internacional en 1947. Construida en hormigón armado, con atrevidos arcos parabólicos que simbolizan el manto de la Virgen, la nueva basílica marcó un precedente arquitectónico y, colateral e inadvertidamente, restó importancia al santuario histórico del siglo XVI.

La iglesia

Foto de Arq Ruth Cordero.

Atribuida a Simón de Bolívar, pariente del Libertador venezolano, como dice Palm,  San Dionisio fue en sus inicios una iglesia parroquial de una sola nave, sin ventanas, con una bóveda de cañón y una media cúpula nervada que se levanta sobre un ábside poligonal. Con el tiempo se le fueron anexando algunas capillas, seis en total, las ultimas realizadas a principios del XX, se realizaron con un nuevo material: el hormigón armado.

La fachada principal o imafronte se caracteriza por dos contrafuertes oblicuos que flanquean la entrada principal que rodea un arrabá de ladrillos y sobre la cual se encuentra una ventana con arco que en algún momento fue un óculo. Los contrafuertes se colocan para reforzar la iglesia luego los daños ocasionados por los terremotos del siglo XVII.

La torre a la derecha de la entrada principal se ha transformado en el tiempo desde una espadaña, en sus inicios, hasta una torre con reloj de principios del siglo XX

La iglesia de San Dionisio está construida con una piedra de conglomerado con alta presencia metálica diferente en color y contextura de la piedra caliza que estamos acostumbrados a ver en los monumentos de la Ciudad Colonial de Santo Domingo.

En San Dionisio igual que en la iglesia de Santa Bárbara en la Ciudad Colonial, en la segunda década del siglo XX, se realizaron intervenciones con el fin de embellecerlo que incluyeron revestimientos cerámicos, la construcción de portales de hormigón armado imitando mármol que enmarcaban las puertas de acceso laterales y dos que daban al altar y algunos capillas y espacios utilitarios de cemento.

Convertida en santuario y centro de peregrinación y culto mariano , la iglesia de San Dionisio, elegido santo patrón de la iglesia de la villa de Higüey en 1694, comenzó a recibir ex votos de los peregrinos, muchos de gran valor que constituyeron el tesoro del santuario.

El interior se desarrolla como dijimos con una bóveda de cañón sostenida por arcos torales apuntados, ornamentados con rosetones en su intradós y reforzados con contrafuertes en el exterior, que se remata en un ábside ochavado con una semi-cúpula con nervaduras que se encuentran en un óculo o lucernario abierto.

Luego de la inauguración de la Basílica en 1972, el Santuario de Higüey, la iglesia de San Dionisio fue deteriorándose. El año antes, en 1971, la imagen de la Virgen de la Altagracia fue sustraída del templo y posteriormente recuperada. Para el 2019, antes de la Pandemia, su estado era desastroso.

 La Restauración

En el 2020 un equipo de restauración con la participación de un grupo de profesionales nacionales e internacionales, entre ellos los especialistas españoles Francisco Jurado, arquitecto e Ildefonso Ramírez, arqueólogo,  y dirigido por Juan Gilberto Núñez a través de la Fundación Luces y Sombras, inicia el proceso de rescate del templo. El mismo equipo había restaurado en el 2018 la Iglesia de Santa Bárbara, contemporánea y atribuida al mismo constructor que San Dionisio.

Los criterios de intervención en una obra de restauración varían según los criterios del restaurador, las nuevas tecnologías e, incluso, de acuerdo con las tendencias de la época. De ahí, por ejemplo, las diferencias entre las distintas cartas de restauración. En tal sentido, la mejor práctica es la participación pluridisciplinar y los espacios de discusión y supervisión. El equipo de San Dionisio continua con esa práctica que, como hemos señalado en otra ocasión, constituye un nuevo paradigma de restauración en el país, una practica sobre todo plural y abierta a la participación de jóvenes profesionales.

Cada una de las decisiones, algunas muy arriesgada, han sido sustentada por estudios y discusiones técnicas, como la decisión de liberar algunas piezas y espacios de cemento añadidos en el siglo XX, que hacían daño a la estructura de piedra, una piedra, como hemos dicho, de conglomerado , oscura, muy diferente a la caliza amarilla de las edificaciones coloniales de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. A partir de un cuidadoso y completo levantamiento que contiene además planos de las patologías presentadas en la iglesia, se fueron definiendo criterios y metodologías de intervención.

Así, la rareza de la piedra de conglomerado oscura, cuyas canteras no han sido localizadas en la zona, conllevó la decisión de dejar visto las estructuras de sillería de algunos muros y de los contrafuertes oblicuos de la fachada, y la decisión de recubrir los muros de argamasa de un pañete ocre y los muros de cemento pintados de blanco, generando una lectura dinámica donde se expresan las diferentes intervenciones realizadas en San Dionisio.

Se eliminaron algunos anexos de cemento que estaban haciendo daño a la estructura de piedra y se trabajaron los techos, bóveda y cúpula, eliminando capas y capas de asfalto que llegaban a veces a los 10 centímetros de espesor, y se determinó en usar una malla de fibra de vidrio que impermeabilizara el techo controlando de esa manera los problemas de humedad que presentaba la estructura. Esto se logró también eliminando pañetes de cemento que de alguna forma asfixiaban el templo.  De igual manera se eliminaron la escalera exterior que daba acceso al campanario y una engañosa columna hueca que ocultaba las cuerdas de las campanas liberando la fachada norte. Es evidente que, al liberar el templo de una serie de agregados de cemento, la iglesia ha adquirido su verdadera escala y se muestra en su volumetría original.

Los trabajos arqueológicos arrojaron resultados interesantes, como la disposición original del altar, que fue ampliado en varias ocasiones y algunos enterramientos encontrados en la zona . Se dejó al descubierto el apoyo original del retablo y un testigo de los escalones originales del presbiterio.

Hay que señalar la importancia de la restauración del retablo del Altar Mayor, que se encontraba totalmente deslucido por la oxidación presentada por las lacas y pinturas con las que se había tratado de restaurar anteriormente y que hicieron mucho daño. Actualmente el retablo barroco muestra los colores originales y en el espacio donde se colocaba la virgen se ha colocado una pieza repujada en plata como una muestra de respeto al santuario histórico.

Igualmente, retomando una práctica renacentista, y no hay que olvidar que esta iglesia, estilísticamente, se encuentra a caballo entre el gótico tardío y el renacimiento, al mismo tiempo que se restauraron las ornamentaciones murales existentes , principalmente en el ábside, se han iluminado la bóveda y las capillas con pinturas religiosas que importantizan el espacio interior.

AL exterior se libero el brocal de cemento que cubría aparatosamente el llamado Pozo de la Virgen y se amplio la plaza de la iglesia de manera que se incluyera el pozo, que anteriormente estaba en medio de una vía que, con la coordinación del Ayuntamiento fue cerrada.

Es menester reconocer el apoyo que el equipo de restauración ha recibido de parte del Obispo de Higüey, Monseñor Jesús Castro Mare, quien ha ayudado a construir la imaginería y la liturgia del Santuario y ha sido un ferviente defensor de los criterios desarrollados.

Aportes urbanos

La intervención en San Dionisio, le ha dado al equipo restaurador, la oportunidad de reflexionar sobre el aporte que la restauración del Santuario hace al espacio urbano a la ciudad de Higüey, una ciudad que desde el siglo XVII ha demostrado su pujanza económica y sus aportes a la dominicanidad y a la construcción de nuestra independía y que ha sido la ciudad que acogiera el primer santuario  dedicado a  se ha estudiado la relación urbana de las dos iglesias , el Santuario de la Virgen, iglesia de San Dionisio y la Basílica y se ha propuesto, para ejecutarse posteriormente, una vinculación que resalte, urbana y espacialmente, ese vinculo histórico entre ambos templos dedicados a la devoción mariana, con un Paseo de las Iglesias o Paseo del Santo Rosario y se ha propuesto además establecer un vinculo con la Cruz del Perdón y las Tres Cruces, que viene a ser los símbolos urbanos de ese fervor que ha mostrado siempre los pobladores de la villa de Salvaleón de Higüey.

Para animar los exteriores se han emplazo grupos escultóricos obra, igual que de los murales interiores, de los artistas de la Fundación Luces y Sombras. Detrás del ábside se ha preservado un mural de Said Musa que celebra el milagro del naranjo, marcando otro de los sitios relacionados al culto mariano.

Los trabajos realizados en la iglesia de San Dionisio en Higüey  continúan expresando lo que se inició en la iglesia de Santa Bárbara en la Ciudad Colonial de Santo Domingo y eso es una nueva visión para intervenir monumentos, arriesgada y valiente, que apuesta a la activa de profesionales jóvenes de diferentes disciplinas con objetivos mas amplios que los que la práctica tradicional abordara. Criterios fuertes, discutibles pero que se basan en la integridad de la intervención y en la reversibilidad de esta y que no acepta posiciones deterministas ni sectarias; en fin, hablamos de una nueva visión en la restauración dominicana.