Después de la celebración de la navidad, la actividad más trascendente en el calendario de la vida cotidiana de la y del dominicano a nivel religioso es el 28 de diciembre con la llegada al pueblo de Bayaguana de los “toros-ofrenda” y el 1ero de enero con la procesión de este milagroso Cristo y la venta de estos “toros-ofrenda”

Esta hermosa tradición se originó durante el proceso de colonización española, resultado de una economía hatera,  la cual ha trascendido al tiempo, convirtiéndose en parte importante de la historia de Bayaguana y de la región Este del país.

A principio, en el llamado “descubrimiento”, la ausencia original de especies, dio paso a una economía del oro y está a la industria azucarera.  Y a pesar del surgimiento del hato ganadero como instancia económica, las poblaciones más lejanas de la ciudad de Santo Domingo, las que estaban al final de la parte norte a la orilla del mar, se convirtieron en centros de “contrabando” con cueros, sebo, cañafístolas, entre otros productos, en comercialización e intercambios con portugueses, holandeses, ingleses y franceses, violando todas las normas y reglas oficiales españolas.

Peregrinos devotos.

Para enfrentar este contrabando, los colonizadores del poder acudieron a la denuncia de que las esencias religiosas del catolicismo estaban en peligro, porque muchos de los contrabandistas introducían biblias protestantes.  Fundamentado en estas denuncias, en el 1603, el Rey Felipe III aprobó la destrucción de estos pueblos y el traslado de sus poblaciones a la región Este de la isla.

Tal medida fue implementada por el Gobernador Osorio, en lo que se conoce en la historia como “las devastaciones”.  Esta medida redefinió los límites geográficos de ocupación quedando Azua como referencia del Sur y Santiago de los Caballeros por la región Norte.  Quemados y arrasadas estas poblaciones y obligadas sus pobladores a marchar a pies, llevando las pertenencias mínimas que tenían incluso ganado.  Con el que pudo llegar de Montecristi y Puerto Plata fundaron el pueblo de Monte Plata y con los de Bayajá y Yaguana surgió Bayaguana.

Santo Cristo de los Milagros.

En Bayajá, estaba muy arraigada la existencia de la tradición de un Cristo milagroso de madera. Según esta, Una señora ciega fue a la orilla del mar a buscar pedazos de madera para utilizarlo como leña con su hija como acompañamiento.  En un momento dado, la niña comenzó a ver en las aguas, llegando a la orilla, un Cristo frotando.  Salió corriendo hacía él, lo abrazó y fue donde su madre ciega diciéndole que tenía un Cristo en sus brazos y al tocarlo la madre recobró la vista.  Lo llevaron al pueblo, lo ocurrido recorrió toda la población y entre rezos, música, cantos y vítores lo llevaron a la iglesia y desde ese momento se convirtió en el patrón de Bayajá.

Al llegar al lugar de la fundación de Bayaguana, la bola de plata que traían los habitantes de Yaguana cayó a tierra indicando el lugar donde debían levantar su nueva morada. Como el patrón de Yaguana era San Juan Bautista, y el de Bayajá era el Santo Cristo, llegaron al acuerdo que San Juan Bautista sería el patrón de la nueva población y el Cristo quedaba como símbolo de adoración, pero con el tiempo, por sus milagros, el Santo Cristo se convirtió en el centro de celebraciones y de peregrinación de la isla.

Devota del Cristo (Foto OIP)

El ganado que logró llegar a Bayaguana proveniente de Bayajá-Yaguana, fue consagrado al Cristo por milagros recibidos, el día 1ro de enero de 1606.  Desde entonces, el 28 de diciembre llevan el ganado ofrecido por los fieles del Cristo al pueblo, los cuales, días antes son recogidos por los “comisarios del Santo Cristo” los toros-ofrendas ofrecidos, llevados, primero a la entrada del pueblo en un espacio de recepción indicado originalmente por tres cruces, por cantores de los llamados “cantos de toro”, poesía popular, con versos improvisados, a capela y en porfía.

Santuario del Santo Cristo de los Milagros, en Bayaguana.

También hacen presentes grupos de atabales, donde se lanzan fuegos artificiales, y desde allí con la banda de música del pueblo son llevados a la parte frontal de la iglesia por los Comisarios del Cristo y sus seguidores, donde reciben la bendición de la iglesia Católica y después son llevados a un potrero  en los alrededores del pueblo para su descanso, hasta el día 1ro de enero, cuando antes de la procesión del Cristo por las calles del pueblo, son vendidos a los feligreses y a ganaderos de la región, que al ser vendido por lotes, estos adquieren todo el ganado. El dinero recaudado entra al fondo de obras sociales de la iglesia.

Hemos recibidos docenas de testimonios de milagros recibidos por seguidores del Santo Cristo en nuestras investigaciones, por feligreses de toda la región Este y a nivel nacional.  Incluso esto ha ocurrido también a nivel internacional.  En las festividades del Cristo hemos conocidos a peregrinos de Cuba, Aruba, Curazao, Guadalupe, Puerto Rico, Venezuela y Haití.

Hoy Bayaguana se ha transformado por los cambios sociales y aunque ha disminuido el número de los toros-ofrendas donadas por promesas al Santo Cristo y  ha disminuido también el número de peregrinos, la fe en este Cristo aumenta,  con un templo nuevo, el sigue realizando milagros y son un  acontecimiento  trascendente sus festividades, donde su figura es fascinante.

Estos testimonios de fe recibidos, convierten al Santo Cristo de Bayaguana en el Cristo más popular y milagro del Caribe.  Sin dudas es un patrimonio nacional, parte de la identidad del dominicano, símbolo de la nación y expresión popular de la espiritualidad y fe de las y los dominicanos. ¡Bendito sea el Cristo de Bayaguana!