Soy de la generación que creció escuchando el término “san” en mi casa, en la familia y el sector. Mi abuela y sus vecinas llevaban sus sanes periódicamente. Recuerdo a doña Luisa, una señora seria y responsable que siempre organizaba esos métodos de ahorro que por más antiguos que son, siguen vigente en el tiempo, fueron muchas las cosas que vi comprar a mi abuela resultado de un san, que en ocasiones lo hacía de forma muy discreta.

Yo también en varios momentos de mi vida he participado de un san, sobre todo en los ambientes laborales, donde siempre alguien se motiva a organizarlo y motivan a los demás a formar parte, la última vez que estuve en uno fue en el 2015, y con el dinero me fui de viaje, a mí me apasiona viajar y conocer el mundo.

Son muchos los métodos antiguos, tradicionales y vernáculos que existieron y aún están vigentes, usados y enseñados por nuestros abuelos como practicas de ahorro, desde las alcancías, que yo todavía uso en casa, el bolsillo del saco que no se usaba, la zapatera, el zapato, el colchón y otros más. Nuestros antepasados eran muy organizados y se caracterizaban por ahorrar sus chelitos. Recuerdo cuando mi abuela materna falleció, que encontramos un dinerito en un zapato. Dios la tenga en gloria.

El san una modalidad de ahorro antigua

El san es una modalidad antiquísima, A pesar de ser tan antiguo, el san sobrevive en la actualidad como una forma ahorro informal que tiene sus ventajas respecto a los modernos mecanismos que ofrece el sistema bancario y cantidades de métodos poco creíbles que caen y terminan estafados los que forman parte. Eso sería otro artículo.

En países como el nuestro, son millones las personas y familias que viven del comercio o actividad económica informal, con ingresos buenos o no tan buenos, pero no fijos como ocurre con los empleados formales que tienen un salario. Hablamos de vendedores ambulantes, chiriperos, dueños de puestos de venta de artículos en las aceras, choferes del transporte público, motoconchos y los ahora llamados microempresarios, entre otros. Muchas de estas personas no son sujetos de crédito en la banca formal y optan por otros métodos para financiarse y llevar a cabo sus negocios.

Uno de esos métodos es el san, una forma de ahorro con la característica que quien lo organiza, tiene la oportunidad de financiarse, sin la necesidad de pago de intereses, pero con una elevada responsabilidad en cuanto a la administración de dinero ajeno y de la recaudación en cada cuota. Ya hablaba anteriormente de una señora que conocí que era seria y responsable en organizar sanes. Por eso no podía ser cualquier Juan de los Palotes o desconocidos el responsable. Además, algo que debemos resaltar, es que antes la gente era más seria y por eso más se creía en ellas.

El san era y es más usado en los estratos bajos de la economía, consiste en reunir a un grupo de personas para que cada quien haga un aporte mensual y cada mes se le entrega el aporte completo a uno de los ahorristas, con base en un sorteo. Por ejemplo, en el último que estuve era de diez personas, ahorrando cada mes una cantidad X durante un período de diez meses, para el orden de la entrega cada mes, se hace una rifa con los nombres de los diez ahorristas en una bolsa y el que salga número uno recibe el primer pago y así sucesivamente hasta llegar al décimo mes. Cada quien, pagando su cuota mensual, para que el fondo sea efectivo hasta que finalice.

También está el caso de organizadores de san que se ganan un interés de 10%, pues lo que hace es buscar diez personas con deseos de ahorrar, pero con baja fuerza de voluntad o motivación. El organizador se compromete a recaudar cada mes la partida correspondiente y a administrarlo con el compromiso de que, en lugar de diez cuotas, cada ahorrista deberá aportar once cuotas, pero cobrará el total de diez, ya que la cuota once sería la ganancia del organizador. Una modalidad muy usada en el país.

En la actualidad conocemos de bancos y cooperativas que ofrecen planes de ahorro en forma de san para motivar a clientes informales a convertirse en sujetos de crédito. En esos casos, la motivación es hacia el ahorro, ya que no hay sorteo de adelanto del capital y el organizador sería la propia entidad financiera.

El san un aporte de las mujeres africanas a la isla de Santo Domingo  

Esclavizadas vendiendo en las calles. Foto Marc Ferrez. Colección Instituto Moreira Salles.

No existen documentos que recojan que en la isla antes de llegada de los españoles se conocía este método de ahorro, por igual no fue introducido por los españoles como ocurrió con otros métodos en la vida de lo que conocemos como dominicanos. De lo que, si estamos seguros, que quienes desarrollaron el método por primera vez en la isla, fueron las mujeres esclavizadas, pues ya lo conocían y usaban en los distintos países y etnias desde donde llegaron a estas tierras. Historiadores y escritores del tema africano en el país, como Carlos Larrazabal Blanco, Carlos Esteban Deive, Marcio Veloz Maggiolo, Hugo Tolentino Dipp y la Dra. Celsa Albert Batista, en sus trabajos de investigación y obras conocidas sobre el tema, establecen que las mujeres esclavizadas sobre todo las que hacían de vendedoras y marchantas en las calles, se asociaban escondidas de sus amos, para ahorrar entre ellas, en un método que en varios países de África se conoce como “susu” y es fundamentalmente usado por las mujeres. Albert Batista en la obra: Africania en República Dominicana, establece: “Las mujeres africanas introdujeron el uso del san en la economía informal, organizadas de manera oculta ahorraban para comprar su libertad, la de sus hijos y maridos”.

La modalidad de ahorro sigue vigente, pero ha ido adquiriendo otras características, adaptándose a los nuevos tiempos y los cambios culturales, ha resistido el embate de la bancarización del mundo, la industrialización y el capitalismo y sigue vigente en cualquier punto del país. Una señora a la que forma frecuente en mi casa compramos frutas en el mercado, le pregunte si lleva san, buscando información actual para nutrir este trabajo, y ella me contestó: “Yo llevo san porque es más cómodo que ir al banco, la encargada del san va a buscar el dinero a mi casa o viene aquí”.

Así como el san, hay muchas modalidades populares de ahorro y crédito que a pesar de los avances del sistema bancario persisten en la idiosincrasia de los dominicanos. Recogidas en el libro “La cultura del ahorro en la República Dominicana. Del Situado a la banca“, publicado por la Superintendencia de Bancos (SIB).

El método de ahorro está presente en el mundo con diferentes nombres

Von Pischke, Dale W. Adams y Gordon Donald en la obra: Mercados financieros rurales en países en desarrollo, publicada por el Banco Mundial, Washington en 1983, establecen: En República Dominicana se le san o sociedad; en Jamaica le dicen pawtna; en Haití, Sangue. También se les conoce como tandas en América Latina; chama; en Pakistán; visi en la India; en Etiopía, socio; en Somalia, stokvel; en Sudáfrica, susu y otros países del Caribe; hui en comunidades chinas; en Vietnam, paluwagan; en Filipinas, gam' eya; en Egipto, gye; en Japón, chit fund; pandeiros en Brasil; cuchubál en Guatemala, juntas o panderos en Perú; roata en Rumania; arisan en Indonesia, lensshare en Tailandia, dhukuti en Nepal; gün en Turquía y menage en Escocia“.

 A modo de conclusión, es importante saber que, en República Dominicana, siguen existiendo barreras para la bancarización y el acceso al crédito de los sectores más pobres de la economía, eso tomando en cuenta los avances que se han dado. por ejemplo, no tener documentos o acta de nacimiento, como ocurre con poblaciones dominico haitianas e hijos de haitianos nacidos en el país, son factores que llevan al uso del san y otros métodos de ahorros La gran desventaja es que el san está ligado a la confianza del que lo organiza. A pesar de ser tan antiguo, el san sobrevive en la actualidad como una forma de ahorro informal que tiene sus ventajas respecto a los modernos mecanismos que ofrece el sistema bancario. El san es un recurso de la economía vernácula que forma de la dominicanidad. Hasta la próxima semana.

Fuentes:

Von Pischke, JD, Dale W. Adams y Gordon Donald. Mercados financieros rurales en países en desarrollo. Banco Mundial, Washington, 1983.

Rutherford, Stuart, Los pobres y su dinero Oxford University Press, 2000.

Van den Brink, R y Jean-Paul Chavas. La microeconomía de una institución africana indígena. núm. 4, julio de 1997.

https://listindiario.com/economia/jugar-san-me-saco-de-la-olla.

https://finanzasyproyectos.net/san-un-sistema-de-capitalizacion-y-ahorro-facil/.

https://eldinero.com.do/el-san-para-el-financiamiento-y-ahorro-en-la-informalidad/.