La figura de Buenaventura Báez, conocido también con el mote del jabao, o como le llamó Mu-kien Sang, el caudillo del sur, junto a Pedro Santana, coparon la primera república al alternarse el poder en varias ocasiones. Uno de tradición hatera del este, Pedro Santana, y el otro, de tradición maderera del sur. Conservador y afrancesado uno y anexionista el otro, defensores del protectorado para defender la autonomía ante Haití, siempre buscando la protección de una gran potencia internacional, su distancia con los próceres que fundaron la república es abismal, pues aquellos confiaron en el proyecto nacionalista hasta el final, especialmente Juan Pablo Duarte.

Buenaventura Báez Méndez deja su segundo período de gobierno durante la primera república, bajo un manto de desconfianza y en total desprestigio, sobre todo por el engaño hecho a los tabaqueros del Cibao, a quienes compró la cosecha de tabaco con dinero inorgánico y vendió en moneda dura en el mercado internacional devaluándose la moneda nacional 1000%, quebrando los productores, produciéndose una importante confrontación, en 1857. En su lucha contra con Pedro Santana, libera presos políticos y se alía a opositores del santanismo creando su propio espacio político, que incluyó sectores eclesiásticos, militares e incluso trinitarios favorecidos con su regreso del exilio, aunque fue un desconfiado del proyecto nacional que, para posicionarse, le obligó a cierta flexibilidad hacia distintos sectores sociales.

Presionado por los Estados Unidos, es compelido a dejar el poder y sale hacia Curazao en 1858, previo a lo cual se produce antes de irse, la venta de inmuebles y otras propiedades del estado dominicano incluyendo el palacio nacional que lo hipotecó. Todas sus acciones económicas hechas desde el gobierno, era en beneficio propio. En esas condiciones se marcha.

Lo traumático no fue cómo terminó este segundo mandato de la primera república, sino cómo comienza el tercer mandato de la segunda república y por qué premiamos estas inconductas de nuestros políticos marcando una educación distorsionada del reconocimiento de la labor honesta de la vida pública, y que se ha proyectado negativamente en nuestra conducta política, al premiar lo malo, exaltar las figuras deshonestas y las malas prácticas ciudadanas, mandando un referente totalmente distorsionado de la labor pública y la ética política.

Amparado en unas relaciones primarias con un allegado, José María Cabral, su consuegro, quien inmediatamente después de la salida de las tropas españolas del país e iniciado el proceso restaurador, encabeza un golpe de estado contra el general Pimentel, adulterando el proceso político bellamente logrado. Su consuegro, decide entregarle el poder a Buenaventura Báez, como si fuera un guion previamente ensayado, repitiéndose la historia esta vez como tragedia. Incluso hubo de modificarse la constitución para producir la aberración jurídica del retorno de Báez.

En noviembre del 1865 la Asamblea Nacional lo proclama presidente y se inviste el 8 de diciembre por estar en el exilio. A pesar de que la designación se hizo el 14 de noviembre, el interinato de ese período lo ocupó el general Pedro Guillermo. Esta trama se hacía contrario al interés de definir una república independiente, pues de inmediato, Báez inició sus antiguas ideas proteccionistas y anexionistas con Francia de un lado, y con los Estados Unidos del otro, y era abiertamente proclive al anexionismo con Francia o al proteccionismo con los Estados Unidos.

La frustración histórica no tiene comparación, pues acabábamos de salir de una lucha intensa, violenta, masiva y nacional contra la ocupación de España en una de las gestas más extraordinarias del proceso histórico dominicano, y justo terminando de expulsar las tropas ibéricas, se nos viene un contrasentido histórico con el retorno de quien había quebrado el estado dominicano en su beneficio: Ramón Buenaventura Báez Méndez. Este Recupera igualmente la vieja constitución santanista de 1854 que otorgaba pleno poderes al presidente de la república. Todo ello, para satisfacer las apetencias de poder de Báez y su grupo. Fijémonos en los recibimientos de Duarte en 1864 y de Báez un año después, eso es el contrasentido de la historia.

De estirpe social relacionada con el poder político y económica de la antigua colonia de Santo Domingo, muchos genealogistas sostienen que su padre fue el presbítero, Antonio Sánchez Valverde, como era la costumbre, lo tuvo fuera de la norma moral del momento, y dado su condición social, lo abandona ante la iglesia San Nicolás de Bari. Adoptado y a la vez protegido por su mentor oculto en unas complejas relaciones familiares de complicidades y falsedades, pero socialmente aprobadas, se desarrolla en el marco de una sociedad cerrada socialmente, logrando estudiar fuera, en Francia, con 15 años, a pesar de su adopción por otro grupo familiar, tal vez previamente acordado estos vínculos como solía pasar en estos casos. Báez es el apellido adoptivo, según estos genealogistas.

Desde ese momento, este grupo familiar al que estuvo ligado y al que logra componer socialmente, inicia una travesía en que, apellidos rimbombantes, dinero, poder político, matrimonios y acuerdos de aposentos, construyen una poderosa corporación familiar que ha producido presidentes, ostentosos comerciantes, círculos de poder familiar y sanguíneo y banqueros que han gravitado por más de un siglo y medio en la vida pública, política, económica y social dominicana constituyendo como dicen muchos, el primer núcleo oligarca nacional teniendo en este entramado genealógico, apellidos sonoros como los Cabral, los Bermúdez, los Vicini, los Dupont, Machado, Batista, entre otros, a pesar de que la distinción e inicio de este sector social, se le asigna históricamente a Ulises Heureaux -Lilís-, en cuya última gestión se organizaron familiarmente los grupos de poder económico-político para el reparto del estado, su economía y su poder social, a finales del siglo XIX.

En su vida pública y política fue alcalde de la ciudad Azua (1821) dentro de la ocupación haitiana y Diputado de la Asamblea Constituyente de 1843 del gobierno haitiano, apoyando en su momento a los reformistas haitianos que luchaban contra Jean Pierre Boyer. Fue miembro del Consejo Conservador del cuerpo legislativo en 1845. Al producirse el trabucazo de los trinitarios del 27 de febrero de 1844, vaciló en apoyar la acción, sumándose luego que era un hecho consumado y exitoso, termina apoyando las campañas militares de los revolucionarios dominicanos en contra del ejército haitiano y como parte de la corriente proteccionista que imperaba en ese momento, esta vez del lado del protectorado francés.

Breve radiografía del tercer gobierno de Báez

Justo en julio de 1865, dando salida el remanente último del ejército español, quedando al frente como presidente el general Pedro Antonio Pimentel en el Cibao y en el sur, el general José María Cabral, quien fue responsabilizado de recibir los bienes del estado por parte de las tropas españolas que, al llegar a la ciudad capital, inicia un acercamiento con los grupos comerciantes y de poder económico y político, que genera la primera confrontación entre los grupos económicos de la nueva república.

Estos cabezas de la restauración en ese momento histórico se enfrascaron por el poder político y a José María Cabral le favoreció las medidas autoritarias y represivas de Pimentel, auspiciando un golpe de estado que desplazó del poder a Pimentel en agosto de 1865, renunciando este poco después.

En una trastada inteligente el general Cabral se arma del mejor equipo restaurador dándole puestos militares y civiles a los mismos que promovían un movimiento de retorno del caudillo de azua, Buenaventura Báez, sobre todo, en el este y sur de la república.

La delación de Gregorio Luperón en su documento Protesta, puso en evidencia las reales intenciones del general José María Cabral, rompiéndose el acercamiento entre ambos bandos. Sin embargo, otros liberales del Cibao se adscribieron a la iniciativa de Cabral, dividiéndose los liberales. De esa manear se produjo el retorno de Báez al escenario político dominicano por tercera vez.

Sus acciones políticas iniciales fueron desconcertantes comenzando por la expulsión del Padre Meriño, el retorno a la constitución de 1854 con los poderes extraordinarios contemplados por esta Carta Magna, y comenzó temprano la represión y prisión de los jefes restauradores Gregorio Luperón, Benito Monción y demás, produciéndose reacciones rebeldes en algunos puntos del país por parte de los liberales restauradores.

Como resultado del endeudamiento del gobierno con los productores de tabaco por la truculenta compra con moneda inorgánica del producto y la no recuperación del dinero por parte de los productores cibaeño, se inició una solicitud de préstamo con EU para bajar la presión política que el hecho le causaba al gobierno, iniciativa rechazada por el congreso norteamericano, presentándose como garantía alterna de préstamo, el arrendamiento de la bahía de Samaná para obtener el dinero solicitado, sin poder llegar a un acuerdo concreto.

En tanto la economía seguía un derrotero de empobrecimiento y la situación se le complicaba al gobierno, esta crisis impactó en el ejército que presentaba falta de armas y equipamientos para la lucha, así como, el pago de los militares y la administración pública, aumento del precio de los artículos de la dieta alimenticia y pocas recaudaciones del fisco; como también las exportaciones e importaciones se vieron igualmente afectadas.

En el plano internacional, se produjo un hecho que impactó en la vida política dominicana encabezado por el general haitiano Salnave, en contra del gobierno de Geffrard, debido a que este movimiento insurrecto haitiano, se colocó del lado de los opositores de Báez complicándole aún más el panorama político, lo cual incrementó la insurrección del lado dominicano. Báez renuncia en mayo de 1866 producto del avance logrado por los revolucionarios restauradores de Gregorio Luperón que extienden su lucha a muchas partes del territorio nacional y logran concitar un apoyo cada vez más generalizado.

El cuadro dejado por Báez no fue nada halagador, sin embargo, la contrariedad de la historia es saber que a pesar de tan funesta gestión gubernamental en sus últimas dos apariciones como presidente, retorna para un cuarto período en diciembre de 1868, sustituyendo el desprestigiado gobierno del general Cabral. Ah sorpresa de la historia.