Como se sospecha, el poemario Insonoro verbo, para ser escrito, no pudo haberse pensado. Quizá el título despierta la chispa poética. Lo primero es que el poeta pone cerrojos a la realidad, se produce la catarsis y las palabras empiezan a fluir. Ese fluir es angustiante, arriesgado y hasta tormentoso. De no ser así, no hubiera logrado el poema, ya que el libro es un solo poema que ha salido de la misma fuente, de la misma fragua. Esa fragua está en la intuición: “Sospecho no ser ese ser idéntico a mí mismo, aunque delante de mi intuición la ciencia me resulta irreconocible, material que inflama, parquedad que se crece” (pág. 63). Se reconoce en su propia transmutación, en la otredad. Y ya no es el mismo. Para escrutar sus mundos internos o los que existen en el lado onírico, para aproximarse a la poesía, necesariamente usa como herramienta la intuición y empezar a dudar ante la vastedad de los mundos que se abren. Es ahí que empieza el desgarre, la ansiedad, la inquietud del poeta, porque sin esa inquietud no hay revelación, se pueden perder los caminos que lo conducen a la autorrealización, a la conquista de la luz ansiada, a la consumación del ser frente a la poesía. Esto lo haría bajo un estado de sueño, dormido, en el astral, “adherido a la densidad de la materia”, como cuerpo metafísico. El poeta lo revela de la manera siguiente: “Dormir, adherirme a la densidad de la materia, tomar el soplo de la intuición y dudar, degradarme y sucumbir a un deseo mordaz de estar en todo, detrás de todo, cuando nadie vea que se existe” (pág. 80).

El poeta se degrada y sucumbe a un deseo mordaz. Si pasa esto, el camino de la autorrealización no está garantizado, pues según la lógica esotérica, el ego del deseo debiera ser controlado ante la conquista del ser, en este caso del ser poético.

Al poeta la intuición lo ha llevado por las regiones que describe, ha subido a los planos donde se elabora el pensamiento y por medio de las palabras ha creado su realidad dentro de una sub-realidad que en todo caso está localizada en los planos de la imaginación.

La muerte como aproximación a la poética del autor 

En el principio sustentábamos que los paisajes descritos por el poeta estaban en un lugar onírico o la muerte. Pero ¿qué es la muerte para el poeta? En el prólogo del texto, el autor se pregunta ¿Qué idioma se habla más allá de los portales de la muerte? Es una pregunta para contestar a lo largo del poemario. El poeta nos habla de la muerte. En el poema “Interregno” nos dice: “Hablo de lo que puedo tocar y hacerlo parte de mí, de la muerte en mis alas saltando al viento” (pág. 17). Pero quizá no se refiera a la muerte como tal sucede, sino a otro tipo de muerte, como si fuera el sueño o un paisaje alucinante. No olviden, muchos suelen comparar el sueño con la muerte, incluso dicen, “el sueño de la muerte”. Para él la muerte es: “Y si digo muerte, todo es cerrar de ojos, callar de risas, invertir instantes y sentir la inmensa culpa” (pág. 18). La muerte es cerrar los ojos, ya sea a voluntad, para otear en mundos de la imaginación o sumirse en el sueño. Pero más que cerrar los ojos a voluntad para entrar a paisajes de meditación, el poeta no le deja dudas al lector y declara que se trata de un sueño al que nombra y quiere acudir: “Quiero soñar y suplantar la lluvia, hacer su oficio y borrar con mis nombres la memoria de todos mis días” (pág. 18). Quiere soñar para convertirse en un ser torrencial que borre toda su memoria.

Para el poeta, la muerte está, allá afuera, como esperma. Y nos revela de forma pasmosa y suicida, para convertirse en lluvia, que es quien lo arrasará todo: “Trago el esperma de la muerte, el éter invisible derramado en su hoz taladradora de iris, algo malo sucederá” (pág. 19). Y sucede lo malo, la hoz hace su trabajo y trajo la lluvia. Y ya las palabras del poeta “…salen como huesos torcidos, restos de un animal muerto” (pág. 20).

Ese acto suicida llevó al poeta a las regiones del averno porque “Se ha roto el péndulo moral”, y lo revela en el poema que le sigue a la “Inversa lluvia”, el cual titula “In-verso”. Describe que allí: “Era todo silencio cuando las hojas secas corrían calle abajo, vacilantes almas que fluctuaban, enrojecidas” (pág. 20). Allí “asalta un ingrávido silencio”, y “… solo una palabra para nombrar todo lo que se vuelve ruina” (pág. 21).

“Entonces la muerte”, es un poema donde describe con más propiedad la muerte: “Madre del polvo y mensajera del olvido, tu hábitat es tras la luz”, “Eres el estandarte que un día ondeará mis huesos, veleta silenciosa”, “Eres la eternidad y la eternidad nació contigo” (pág. 87).  Este poema es uno de los más comunicativos en el texto, describe el concepto de la muerte con imágenes contrastables para el imaginario de cualquier lector, pues no es más que una paráfrasis del sentido de la muerte al cual se puede acceder desde una dimensión cultural cuando utiliza los vocablos y frases como: polvo, olvido, tras la luz, veleta silenciosa, eres la eternidad, unes tu ser a la nada, entre otras.

El punto final

 Si hasta ahora los poemas de Rafael Román Féliz en Insonoro verbo nos habían aproximado a regiones oníricas, de la muerte o del éter metafísico, en el poema “Inverosímil Estancia” el poeta revela formalmente estados de alucinaciones. Lo hace con una poesía de significados opuestos, un oxímoron de mucha fuerza y un texto donde se resumen los sentidos de la luz, las sombras, la muerte y el desdoblamiento del poeta: “Una lámpara crece apagada, alumbrando el ataúd, vierte su oscuridad entre mis alucinaciones más premeditadas” (pág. 91).

La poesía de Román Féliz, no es simple, ni sencilla; es compleja, y a veces complicada. A veces los vocablos entran en húmedos abrojos donde son atrapados por un campo semántico ininteligible, de difícil acceso, cosa esta que amerita mejor factura. Por ratos, la poesía oculta sus esencias para el lector acostumbrado a un lenguaje más danzante, con vínculos más cercanos entre vocablo y vocablo, entre la construcción sintáctica y la fluidez en el campo semántico.

Sin embargo, Rafael Román Féliz es un poeta de hondura, capaz de auscultar las regiones más insondables de la imaginación. Creo que el autor corre riesgos lingüísticos, quizá porque el torrente intuitivo es tan desbordante, tan desafiante que dispersan palabras y lenguajes.

Estamos ante un escritor de basta inteligencia para rondar las regiones del subconsciente humano, de llegar a la ontogenia del ser, y como todo demiurgo capturar la magia de esos espacios, los secretos y el áureo florecer de la poesía.

Domingo 13 de agosto de 2023

 

Virgilio López Azuán en Acento.com.do