En este libro de cuentos, Tanya Badía nos narra varias historias desde diferentes perspectivas; en ocasiones podemos sentir que la narradora es protagonista de los hechos que cuenta, y en otras, una testigo. Esto provoca en nosotros la curiosidad de seguir leyendo y comprobar si estamos ante una recopilación de experiencias propias dotadas de ingeniosidad, misterios, placeres, erotismo, alegría, tristeza y liberación. Temas que están patentes en nuestro día a día, porque como ya sabemos, la vida se compone de buenos y malos momentos.
Un claro ejemplo de lo dicho anteriormente se evidencia en el primer cuento llamado (In) Fidelidad, este es contado por una narradora protagonista que mantiene una relación apasionada con un chico, por las noches se ven y solo las paredes de la habitación saben lo que sucede con exactitud. Ella no quiere cumplir con los estándares sociales de que tiene casarse y procrear una familia, se encuentra bien con la libertad que la caracteriza, no obstante, el destino le tiene preparada una sorpresa; veámosla en el siguiente fragmento: Decidió que era tiempo de un cambio; quería llegar a la parte ‘‘adulta’’ de su existencia y eligió hacerlo conmigo. Ese grandísimo idiota. Y luego la debacle: ¡¡¡¿¿¿Te quiero???!!! Qué diablos significa eso en boca de un pecado. ¡¡¡No, no y no!!! Era imposible que me pasara eso. ¿Para qué pecar si tus pecados de repente se convertirían en cosas permitidas? ¿Qué es lo divertido de esto? Les responderé: ¡NADA!
El placer de la muerte es una narrativa que, nos sitúa en un contexto rural y cultural dominicano, no solo por la temática o los temas que se abordan, sino también por el uso de un lenguaje bastante dominicano que resalta en distintos personajes. Como es el caso de una doña, en el cuarto cuento titulado “La morgue sin guardián”, ella se percata de una situación muy rara en lo más profundo de un pueblo en Sabaneta y queda pensativa, al llegar a su casa, parquea su motor y lo primero que escucha es a uno de sus hijos burlándose:
-Diantre má, llegó enterito el motor. Tú ta’ segura que e’ el mimo o lo cambiate en el camino’
-Muchachito, deja el relajo, que toy’ aprendiendo de lo ma’ bien’
-Bueno, yo solo digo que contigo me monto depué del testamento, jijijijiji.
Entre todos los temas que toca Tanya Badía, resalta uno en particular, y es sobre el erotismo, ese deseo carnal que siempre está presente en el ser humano. Un ejemplo es: en “Vibrando Espejos”, que trata sobre Lucrecia, una mujer que empieza a explorar su cuerpo a escondidas de su propia religiosidad y modales inyectados. Al hacerlo la primera vez, quedó contenta, y por eso lo hace por segunda vez. Asió sus cortos rizos y encendió, justó en la entrada de la vulva, el consolador.
En ese mismo tenor, la escritora puertorriqueña Rosario Ferré en su cuento “Cuando las mujeres quieren a los hombres” expresa que: “el cuerpo es el único edén sobre la tierra, la única fuente de las delicias, porque conocemos el placer y este es el que nos hace dioses”.
Otro aspecto que se destaca en este compendio de cuentos es la manera tan sutil que tiene Badía de utilizar varias técnicas narrativas, como, por ejemplo, la lineal y la retrospección o flash back. Tanya, hace un increíble uso de estas y roba nuestra atención, haciendo que leamos más para que lleguemos al final de cada historia. Tal es el caso de “La morgue sin guardián”. Este inicia con la voz de una mujer que cuenta lo que una doña vio. Luego, se explican las circunstancias hasta que llega el cierre del relato en donde se revela que ambas están en el salón de belleza y es allí donde ocurre la interacción.
Finalmente, leer este libro, de Tanya Badía, es abrirse a nuevos horizontes que antes no queríamos mirar; aunque el libro se llame “El placer de la muerte”, los temas que permean dentro de cada cuento, no hacen referencia a un trágico final, al contrario, se plantean casos de la vida real, en los que el peligro, la pasión, el amor y la sensualidad, representan uno de los mayores placeres de la vida, porque cuando haces algo que amas, puede que la gente diga que eso te pueda llevar a la muerte o a un evento desafortunado, y aun así, seguirás en lo mismo, porque eso te genera un grado de satisfacción, que la tranquilidad nunca te dará.
El autor de este artículo es estudiante de la carrera de Educación orientada a la Literatura. Pertenece al taller literario PUCMM