El peligro de escribir sobre la escritora española Rosa Montero y saber resistir su denso minimalismo y no caer en la locura de crear y estimular la imaginación más allá de lo debido.

Aunque lo debido, los límites, hasta dónde se puede llegar,  es lo que la normalidad sistémica ordena.  Prohibido prohibir arengaron  en Mayo del 68, pues sí, siempre ha sido igual.  La métrica  impone la realidad.

No me fio nada de la realidad. La realidad es muy poco fiable comentó la Montero durante el conversatorio con el ex ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, en torno a su ensayo-auto ficción  sobre la relación entre la creatividad y la locura, el sicoanálisis y la cordura. Les hablo de su obra  “El peligro de estar cuerda” (Seix Barral 2022).

Montero y un grupo de prestigiosos escritores participaron  a mediados de mayo en el Festival Centroamérica Cuenta  encabezando la lista , el destacado escritor nicaragüense  Sergio Ramírez, Premio Cervantes.

Y la realidad nos ofrece cada día la cordura,  como la aburrida de la casa y a la que le ponemos disfraces  a sigún dirían en el campo dominicano.

Esta frase de Clarice Lispector  en su libro es tan contundente, tan estocada a mitad de la noche, tan sacarme de la cama  y ponerme a escribir como ahora hago para Acento.

Una pena que no pude hacerme un selfie con ella, mucho menos conocerla y echar tres conversaos  sobre cualquier cosa.

Dice así la Lispector,  y según el peligro de estar cuerda: La vocación es diferente del talento. Se puede tener vocación y no tener talento. O sea lo tienes todo pero no sabes cómo ir. Un golpe de cosas en el pecho pero cómo las saco  a pasear, le doy aire y permanencia textual, cómo las escribo  si llegan a colocarse a la altura de mi teclado y de mi consciente, de mi superficie.

Otra frase. Siempre he pensado que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. No solo que lo que está dentro de nuestra cabeza  no funciona ni bien ni mal, sino que  el nivel de dudas puede ser apabullante. Quedarse callado ante las injusticias diarias, que son muchas y permanentes, no está bien. Hablo   justicias cotidianas y liliputienses y  no de los Grandes Temas de la Historia.

Suele suceder en esta región del mundo, la vejación es la normalidad y no hay que estar loco para asumir esa realidad. ¿Vieron? La realidad se impone. Un peso tan enorme difícil de evadir.

Al principio de la conversación con Lantigua, Montero habló de sus ataques de pánicos.  Relató uno de ellos :  a las once dela noche de ese día todo  estaba bien en su casa. Tenía 16 años. Papá  Montero veía  televisión y  mamá Montero  no me acuerdo qué    hacía  De repente, sin más, en la total normalidad, la Montero entro en túnel de angustia. Televisión, comedor y la vida fueron sumidos por el túnel. Se la había tragado el pánico.

Yo también tuve mi único e inolvidable ataque de pánico. Fumaba mucha marihuana en una época  bastante huracán de mi vida. Un revoltillo de situaciones inesperadas. Perdido en el Espacio y la ansiedad nivel dios. Y , si, recuerdo que iba camino  una Feria del Libro y tuve que devolverme a mi casa para volver  a la normalidad a mi  músculos engarrotados y el  rostro fragmentado, cuarteado, transformado en un transformer. Mi voz se quedaba dentro de mi  y no podía transformar lo que me pasaba en palabras. Mi familia rodeando mi cama y mi padre gritando ¡se va a morir mi hijo!  Sí, querida Montero, el ataque de pánico es tan normal como un huevo frito en el desayuno.

Se los  dije desde el  principio, es un peligro leer a Rosa Montero.

Locura y creatividad. ¿O creatividad y luego locura?

Ojo con esto.  Aquí les remito con toda la mala fe,  una reflexión del peligro de estar cuerda …Sí, ya sé que  cuando hablamos de creadores dementes todos pensamos de manera instantánea en la sanguinolenta oreja de Van Gogh, pero diversos expertos coinciden  en señalar  que los artistas plásticos  sufren menos desequilibrios  y los músicos muy pocos , mientras que quienes nos dedicamos a juntar palabras tendemos más descalabro mental.

¡Farmacia Mella! O sea que  escribir podría ser la antesala de los jardines de  Jheronimus Bosch, el arribo del Dragón Rojo, la muerte enamorada de Fito o simplemente escribimos, sin búsquedas filosóficas  ni demonios a exorcizar.

Algo muy curioso para mí durante el conversatorio fue el fugaz episodio de la caída del bolígrafo de Rosa Montero mientras conversaba con Lantigua.

Como un tren sobre su rieles sin sobresaltos y sereno, Montero disertaba sobre la locura, creación, literatura, psicoanálisis. Tanta apretujamiento intelectual provocó que el bolígrafo de su mano derecha se cayera el piso.

A mi me sorprendió que siguiera hablando y se agachara a recoger el lapicero del suelo. Un acto auténtico y sencillo. Acostumbrado a las figuras públicas fresitas, progre popis,  atentas a protocolos inútiles, la recogida de la Montero me pareció genial. Lantigua siguió como a la estatua que le cae la lluvia y no pide un paraguas.

Rosa Montero, periodista y escritora española. EFE

Esta crónica hay que terminarla. Ya está bien. Si sigo, no acabo .

La Montero da para mucho rato y su  peligro de estar cuerda, pues mucho más. Un ser humano excepcional, a ras de lugares insospechados. Artillada con una profundidad envidiable. Una maravillosa señora con armas de construcción masiva para la ficción.  Una escritora de este tiempo insano, mentalmente insano, de  las que hay que quitarse -de verdad- el sombrero y lo que haga falta.

Una pena que no pude hacerme un selfie con ella, mucho menos conocerla y echar tres conversaos  sobre cualquier cosa.

Abrazos desde este Santo Domingo cálido  y atropellado, Rosa Montero. Que la locura siempre sea contigo y de paso, con nosotros.

 

José Arias en Acento.com.do