Después del fenómeno Qumrán, Biblioteca o Manuscritos de Qumrán y los saberes que se leen en aquellas tablillas originarias, que desde su descubrimiento han inquietado la exégesis de Oriente y Occidente. Los estudios literarios, poéticos y narrativos han tenido que cambiar por necesidad, entendimiento, interpretación y misión de la palabra testamentaria (Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, historia cristiana global, cristiandad oriental, cristiandad occidental, “cristianismos perdidos”, cristianismos originarios), se han generado innumerables miradas, no solo de religiosos, o cristianos viejos y nuevos, sino también por parte de poetas que en la modernidad y la altomodernidad sienten, cantan y construyen mensajes poéticos desde los cauces poéticos del Oriente  intercultural.

Ahora bien, ¿qué significa en el vocabulario semítico el término oriente (anatole, en griego anatolé)? Dicho vocablo de manera o forma originaria a “un levante, despertar, como del sol y de las estrellas, se corresponde con anatelo, hacer levantar, o, intransitivamente, levantarse, que también se utiliza de la luz del sol, así como de otros objetos en la naturaleza”. (Véase la definición de la entrada en el Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo de W. E. Vine (editor), 1984 (2007), Eds. Thomas Nelson, p. 612).

El designador Oriente se utiliza a todo lo largo del texto bíblico en los evangelios de Lucas, Marcos, Pedro, Pablo, Mateo, “metafóricamente de Cristo como “la aurora”, de aquel a través del cual vino la luz al mundo, resplandeciendo de inmediato sobre Israel, para hacer desvanecer las tinieblas en que estaban sumidas todas las naciones. Cf. Malaquías 4.2.(Ibídem).

¿Qué denota dicho término en otros lugares del Oriente? El término rebasa su designación léxica y se convierte en una visión poética raigal. La palabra no  llena un lugar o lugares qué implican una territorialidad, más bien define un camino poético. Pues “El oriente denota en general aquel lado de las cosas sobre las que arroja su luz el levantamiento del sol. En la misma ciudad celestial (Apocalipsis 21:23), la referencia a la puerta de oriente señala la influencia de la ciudad proyectándose hacia Oriente”. (ídem. Cols. Derecha e izquierda).

Toda la patrística de los padres de la iglesia y autores del desierto (Filocalía), nacen de ambos testamentos (AT y NT), incluido también el espacio  poético narrativo intertestamentario. De ahí que los mensajes de las Cuevas de Qumrán o los manuscritos, Rollos del Mar Muerto (Ver, Julio Trebolle Barrera: La Biblia Judía y la Biblia Cristiana. Introducción a la historia de la Biblia, Ed. Trotta, Madrid, 1993 (1998), pidan al lector un acto de leer con anchura (rojab, amplitud, expansión). Dicho nombre aparece muchísimas veces utilizado en diferentes periodos del hebreo bíblico, texto originario, oriental, surgente. (Vid. Dicc. Exp. cit. p.17).

Todo este proceso reflexivo y literario que también comprende liturgias cristianas y paganas orientan diversas interpretaciones y significados textuales que encontramos en el marco de formación de la iglesia primitiva, de donde el poema y el relato se abren a variados ejercicios de reconocimiento, interpretación y comprensión de actos sagrados, profanos, hierofanía, teofanía y kratofanías, esto es, la acción de lo sagrado en el mundo, la manifestación del poder sagrado en el mundo, esto es, la manifestación de Dios en el mundo.

La poesía cristiana primitiva o las liturgias y poéticas de las acciones religiosas o visionarias entre los periodos a.C y d.C influyó más tarde en Bizancio, Constantinopla, Capadocia, hoy Turquía. Lo litúrgico y la liturgia eran cantados como cuerpo verbal y musical. De ahí la importancia del texto litúrgico y la poesía de Efrén el Sirio, poeta, místico y citarista,  nacido en Misibe o Misibi. Fue conocido como divulgador cristiano, poeta y predicador. El poeta, no abandonó la música ni la poesía, pues como tal unió su actividad a la santidad como sanación del espíritu.

Veamos el himno “De Fide “XXII” como texto, escritura y canto melódico. Diez estrofas para ser escenificadas en el contexto eclesial y social de la palabra:

Aun cuando la lira cambia las melodías

la lira es la misma, y también el artista.

Lo mismo es, hija mía, con las liras de la Verdad:

cambiaron las melodías, pero la Verdad es sólo una.

También una sola flauta puede generar sonidos diferentes:

para los oídos de los sanos toca melodías más fuertes;

para los de los niños, melodías sencillas;

y suaves melodías para los de los enfermos.

Así son también las trompetas de la Verdad.

al que es perfecto le ofrecen melodías perfectas;

para el que es como niño, en cambio, le han compuesto

promesas de leche y miel.

¿Qué lira, qué cuerno o qué trompeta

estaría tocando siempre la misma melodía?

Con la diferencia de sus tonos puede ofrecer sus auxilios.

Por eso se han hecho tan ricas las canciones de la Verdad.

Jesús está acostumbrado a ser ultrajado por los necios.

El Padre y el Hijo son verdaderos en sus nombres, hija mía.

Sería una vergüenza para el Hijo que su nombre engañase,

y una vergüenza para el Padre que su nombre no fuese verdadero.

Jesús, que tuvo que soportar la burla de los extraños,

ahora soporta esa vergüenza grande de parte de los fieles.

¡Qué insulto tan grande para los tres,

que uno fuese bautizado con nombres engañosos!

[…]

Él conoce a su Padre como el fruto a su árbol.

También el Padre conoce a su fruto como la raíz.

Pero el conocimiento que ellos dos tienen el uno del otro está en los dos oculto y escondido.

Este conocimiento, del Hijo y de quien lo engendra,

está en un tesoro, cuya puerta está sellada con un silencio grande,

y sus accesos son una quietud terrible,

y su guardián es el poderoso querubín.

¿Qué boca, hija mía, se pondría a disputar o a hablar

junto a la puerta de ese tesoro oculto y callado?

Los ángeles de lo alto, cuando han puesto sus ojos en él,

han cerrado sus bocas con un silencio lleno de sabiduría.

El que no conoce la excelencia de aquel lugar,

parlotea como un borracho, lo mismo él que sus oyentes.

El poder sonoro y dimensional de estas estrofas se ha pronunciado en la escritura-responsiva de mensajes escatológicos y soteriológicos. Las lenguas bíblicas que utilizó Efrén (o Efraín) de Misibe, o, el Sirio fueron el griego, el siriaco y el arameo que se hablaba en Siria como dialecto. Lenguas de cántico, melódicas y fundamentalmente orales, muchas veces targúmicas o interpretativas.

En la antigua Siria también existieron hablares con influencias hebreas, fenicias, griegas y otros dialectos desconocidos por muchos filólogos, hablantes regionales, y, debido a que los usos lingüísticos y comunicativos eran cambiantes y muchas veces inseguros. La diasincronía (evolución, tiempo, uso, cambio y actualidad L.), influye en el texto poético, litúrgico y narrativo del Oriente cercano, Extremo Oriente o el Próximo Oriente.

Aparte de datos, historias literarias orientales y exégesis textuales, en la gran mayoría de poetas y narradores bíblicos y profetas el poema nace como aurora, despertar y luz. Es lo que hemos leído en el texto y sus circunstancias de origen,  palabras, signos y señales. Decidir el significado visionario mediante la confianza hermenéutica abre un cauce semántico del poema como arrebato, aventura, logos y grafía tal y como sucede en los libros sagrados y en los relatos poéticos cananeos, mesopotámicos, asirios, galileos y otros que permiten leer la memoria histórica, intrahistórica, oral y escrita de Israel, Grecia, Siria, Samaría, Séforis, Alta y Baja Galilea, y otros lugares.

El poema surge en el Oriente lejano y el Medio Oriente con sus diversos legados, señales, alcances y huellas de origen. De ahí sus fuerzas textuales, opacas y transparentes. Géneros como los salmos, lamentaciones, apocalipsis, proverbios, cantos, sapienciales, evangelios que se viven y se narran desde pautas poéticas y relatos teo-logales que involucran a Dios como logos, actitud y creencia. De ahí la palabra paulina, joanea, apocalíptica, midrásica, talmúdica, jesuítica en sus dichos escuchados y repetidos por mucho de sus discípulos y autores de dicha cosecha oral, oralidad individual, colectiva y sobre todo cultural.

Los tiempos preexílicos, exílicos y postexílicos revelan en el texto vivo, y confesional (también testimonial y dialógico) de Oriente. No solo verdades y retos, sino también, ritmos y huellas que  revelan el pôien cogiendo del texto comunitario (real e imaginario). Los movimientos de interpretación de mundos sociales e interculturales son indicadores de valores literarios, visionarios y creacionales, pero sobre todo, significantes y testimoniales.

Al leer los textos litúrgicos orientales citados observamos que se justifican en una estética de la palabra dicha y escrita (Ver Liturgia y padres de la iglesia. (XXIV Jornadas de la A.E.P.L), EG Grafite Ediciones, SL, Bilbao, 2000).

Francisco Javier Martínez (exegeta, hermeneuta y teólogo) escribió, en este sentido, un ensayo significativo sobre el texto plural de la patrística y de la iglesia primitiva: “Los himnos de san Efrén de Misibe y la liturgia de la iglesia en la lengua siriaca”, donde observa que:

“La tradición de la iglesia en lengua siriaca es menos conocida y menos accesible a nosotros que otras tradiciones patrísticas. Pero su estudio revela cada vez más el interés de esta tradición para una pintura más completa del pensamiento y de la literatura cristiana en su periodo formativo, y para una mejor comprensión de otras tradiciones del cristianismo antiguo”. (Vid. p.127. Op. cit.).

Lo que hemos presentado más arriba no solo es un muestrario poético, sino más bien un vínculo poético testimonial donde el poema tiene matices, tonos y timbres de una escenificación eclesial y comunitaria de textos producidos en el ambiente de la iglesia primitiva, todo lo cual se apoya en una germinación poética del dictum o dicho bíblico y originario. La idea de canto, himno y dicho teologal ensaya una visión activa de la himnografía medio-oriental y romano-oriental, donde el poema se hace vínculo, territorio y diseminación.

En el caso de la poética visionaria y mística de Efrén el Sirio, el fenómeno se registra como memoria cristiana cultural. Según Francisco Javier Martínez:

“S. Efrén había sido un asceta,  un “monje” al estilo de los ascetas sirios y a la vez un autor extraordinariamente prolífico de textos fundamentalmente ascéticos. La iconografía oriental y la occidental que depende de ella, ha  representado siempre a san Efrén como un monje. Rostro austero, cabeza cubierta con la cogulla, y un manuscrito en la mano. En las representaciones de su muerte, un motivo que aparece con cierta frecuencia es el arte Bizantino. S. Efrén aparece siempre rodeado de un cortejo de monjes, ermitaños y hasta estilitas”. (Op. cit. 130).

En otro momento vamos a trazar las cardinales testamentarias y confesionales de dicho proceso del poema legible en el Oriente Medio y sus voces.