Algunos misterios ocurren para no ser resueltos. Jonh Green.

El acto de la fe ha sido una exploración constante en la historia de la humanidad, actuando como el hilo conductor que teje nuestras creencias y experiencias a lo largo de los siglos. Sin embargo, en su vasto universo, conviven también capítulos sombríos que resuenan con la misma intensidad en el paso del tiempo. Este éxtasis que emana de la religiosidad ha enamorado numerosos autores quienes han utilizado y complejizado estas estampas como fuente de inspiración para crear obras literarias memorables. La creencia, lejos de ser un simple dogma, se convierten en un rico terreno para la exploración literaria, donde grandes clásicos encuentran su raíz navegando entre los océanos de la fe y la incertidumbre. Así, la literatura se convierte en un espejo que refleja; no solo el fervor religioso, sino también las sombras, esas que invitan al lector a una profunda reflexión sobre la naturaleza y el impacto de la propia condición humana.

Una vez más vuelvo hacer mi intento de análisis a una de las obras de Castor Paniagua, en esta ocasión: Bondyé, terminología que en su traducción se refiere al (Buen dios), en esta novela corta, su autor manifiesta el profundo popular del vudú y su influencia en la tradición afrocaribeña, para invitarnos a su viaje donde el tiempo pausa la memoria, pero luego, es muy probable que no saldremos todos juntos de este viaje, que nos vayamos disipando en sus paradas, o que simplemente; la noche nos dicte en su silencio sus misterios.  En esta obra se contrastan aspectos que van desde grandes clásicos como el realismo mágico de Cien años de soledad de García Márquez, así como también; cuestiones de rebelión ideológicas tratadas por Dostoyevski en su novela Los demonios, hasta elementos planteados en Pedro Paramo de Rulfo sobre creencias populares de un pueblo, de igual manera, se pueden oler algunos reflejos añejos de la Casa de los espíritus de Isabel Allende sobre temas de magia y espiritualidad popular. De manera que, en esta novela, se vigila el tema de las complejidades de la fe, las creencias populares y esa esperanza humana que sin importar sus latitudes seguimos hasta el final de nuestros plazos.

Esta obra, es una pesquisa que hace rostro a la rebelión popular. El despojo del espíritu, El parto, la echada al mar de los ancestros, el camino al ministerio, los demonios de la comarca, bruñe en el altar de la sanación y el fin de la humanidad, componen los apartados que nos invitan a cuestionar aspectos que van desde nuestros antes pasados hasta nuestros días. Las dualidades de los blancos y los negros, del bien y del mal, la luz y la oscuridad, el antes y el después; se unen para recordarnos que la historia y parte de la identidad de nuestros pueblos siguen respirando sin importar las prisas, las modernizaciones y los cambios que intentamos imponer en sus latidos, nos llama a reconstruir ese pasado histórico y religioso, ese que sigue siendo hoy; nosotros.

De estos apartados, se podrían resumir: en el primero, representa el inicio, donde todo comienza; la oposición del día y la noche para dejarnos atrapados en su jardín de humo, estos que lleno de cantos y sombras nos hace cómplices de su enigma. /En la noche ven y monta tu caballo, en la noche, por la noche/Ábreme el portón/. En el segundo, se presenta el corte del hilo umbilical, ese rostro tartamudo de los lobos, y está la herida eterna que el autor le atribuye el nombre de la “Muerte”. En el tercero, está Bruñé (el personaje que recae la génesis de su historia) y el barco negrero en esta isla del caribe. En el cuarto, se muestra el mandado de Dios, el retrato de las almas blancas, como las puras y limpias. En el quinto, la furia y rebeldía entre perros y gatos, quizás como un recurso de personificación para enmarcar esa fotografía que nos tocara siempre referir; la lucha entre clases que desde nuestros antepasados sigue pulsando con rebeldía, en este apartado se pausa esa venganza del espíritu, a la que Castor quiere conducirnos en su narrativa. En la sexta, se dibuja la sanidad de las manos y ese altar de sanación que representará y salvará a los pobres de la comarca, los cuales dibujan ese elemento de esperanza. En el séptimo y último apartado, es donde se ejerce su apostolado, pero es también, en donde el final parece hacer su punto de instrucción.

De su estructura destacamos; lo enfático de la simbología de los números, su insistencia con el número 7, (Desde la cantidad de sus apartados, horas, los días) nos trasladan y hacer una parada casi obligatoria con Dante, y a ese recordatorio de perfección que aludía Pitágoras, asimismo, en los temas de religiosidad hay quienes lo plantean como una especie de puente entre el cielo y la tierra. El número 8, por su lado, hace alusiones a la energía y al exilio obtenido en esta vida; la transición entre el cielo y la tierra, el infinito. En la ideología cristiana se asocia con la resurrección (La nueva vida). Su revelado lo vemos desde sus temas: Tambores, bailes, golpes, cantos, caminos, mar, los perros, la noche, grilletes, tribu, ceremonia, brujo, mortaja, emancipación, belleza, poder especial, gato negro, el difunto, el viernes santo, las luciérnagas, son algunas de los recursos que desnudan y van alimentando su secreto mágico y narrativo.

El texto está tejido de una profusión de imágenes y recursos literarios. Su lenguaje; evocador y cercano, nos recuerda ese criollismo dominicano como una manifestación que, sin importar el paso del tiempo; se mantiene vibrante en nuestra herencia cultural. Esta conexión con lo criollo no solo enriquece la narrativa, sino que también establece un puente entre el pasado y el presente, reafirmando la vitalidad de nuestras tradiciones en el lienzo de nuestra circular cultural.

Castor nos demuestra lo polifacético de un autor en su ejercicio literario, y esto se evidencia en la cantidad de abordajes temáticos que ha cultivado dentro sus producciones. En esta última, nos quiere llevar a repensar en la lucha de las creencias, esas enviadas por el Dios o las impuestas por el hombre.

Sin duda alguna, Bondyé es muestra de un ejercicio creativo de madurez, es el reposo de un trabajo bien pensado y estructurado. Que, si bien su temática no descalifica el interés de su lectura por ya mostrarnos desde su título el rostro de su interior, su autor logra un efecto contrario; nos agarra, nos lleva sin soltarnos en cada una de sus páginas, esas que sin importar su brevedad; nos hacen pasajeros del tiempo, de ese día y esa noche que nos conducen sin prisas a ese camino obligatorio, a esa rebelión sin descanso, a esas diferencias latentes, a ese misterio enajenado. Pero que también, nos deja con el sin sabor de revestirnos en su propio espejo y pensar si estamos dando respuestas a la frase consagrada de hacer el bien sin mirar a quien, o sin nos hemos olvidado de ese llamado al amor de la humanidad. En síntesis, con Bondyé, Castor sigue robusteciendo su sitial en la literatura dominicana contemporánea, manifestando su compromiso con solidez y desafiando la estilística de los géneros para crear su propio universo.

Diciembre 2024

* Adelso Reinoso. Escritor, docente y gestor cultural.