En una narración extensa, con estructura novelada, por su extensión, el panorama presentado y la cantidad de personajes que en ella participan, lo más difícil es mantener el interés de los lectores y no perder la continuidad en lo que se narra.

Esa continuidad en el discurso narrativo, junto a las expectativas que pueda despertar, desde el manejo de las sorpresas internas, le otorga fuerza en cada escena que se cuenta.

Es lo que ocurre en esta narración, contenida en este libro, donde lo narrado nos toca las raíces de nuestra conformación, como nación dominicana. Todo lo relacionado a la esclavitud, en todo el Caribe de habla hispana, está vinculado al pensamiento colonizador del naciente poderío español.

Este libro fue editado por Santillana Infantil y Juvenil. La edición estaba a cargo de Jorge Luis Zamora. Corregido por Gisela Vargas Ortega. Diagramado por Ana Gómez Otaño y Nayrobis Espinal Tolentino. Colección "Loqueleo". Las ilustraciones: Grabados del siglo XIX: Istockphotos y Gettyimages. Editorial Nomos, S.A, Colombia-2024.Contiene 87 págs.

Bien ha hecho su autor al dedicarla a sus "duendes" Apolinar Sánchez; Wilfredo Peralta; Juan Castillo y Geraldine de Santis. Contiene 15 capítulos y un glosario de términos usados en esa narración (Ver págs. 85/87).

Esta narración novelada nos pone ante nuestros propios espejos, porque en estas tierras habitadas, inicialmente, por indígenas apegados al convivir colectivo, a sus cantos y costumbres y creencias, fueron pisoteadas, acechadas, ensangrentada, violadas y robadas, en nombre de la cruz, la corona, la biblia y la espada.

Es esta una obra que nos toca las heridas, como pueblo. Es un grito de alerta contra el olvido, procurando fijar en la memoria de quienes la escuchan o la leen, no se dejen engañar del tan cacareado "descubrimiento", porque es la gran falsa que en nuestras escuelas nos quieren fijar en nuestra memoria y en nuestra conciencia.

Esta es una narración para jóvenes y adultos que nos proyecta la imagen de lo que fue la colonización y su conducta de oprobio, contra los negros africanos de diferentes tribus, traídos a la fuerza, para enriquecer las arcas de Los Reyes españoles y sus gendarmes.

Hay aquí una dura realidad que, a pesar de sus matices ficcionados, representa la amarga realidad de estas tierras comuneras, abusadas y maltratadas por esos invasores españoles.

Estamos ante una novela basada en hechos registrados por nuestra historia. Quedamos aquí situados en cada escena de esta obra. Las cadenas que presentan esos personajes, son ataduras que todavía llevamos en el alma y que no han podido sepultar nuestro sentido de la emancipación y de la libertad.

De esos esclavos es que ha brotado aquel ímpetud libertario, iluminado desde nuestra cimarronía, para toda la vida. El valor espiritual que representa esta obra, se evidencia la historia que, desde él, se nos narra, para que nuestra conciencia mantenga sus raíces identitarias, no olvidemos de donde venimos, lo que hemos sufrido y hacia donde queremos ir.

Desde ella,nuestros creadores, poetas, narradores, teatrista, cineasta y novelistas, entre otros, debemos asumir el puntos de visualizador de su temática, para contarnos o narrarnos a nosotros mismos, como un compromiso patriótico, ante las nuevas generaciones.

Silenciar nuestra historia de pueblo invadido y sacudido de las cadenas de la esclavitud, nos convierte en cómplice de las patrañas de los invasores de ayer y de hoy.

Con una narración en tiempo pasado, el sujeto-autor nos presenta a Abdou y sus asombros frente a la voz materna de Adaeze, ante las asparezas incalificables del caporal Francisco de la Vega, quien, influida por el recuerdo de su esclavo marido Rahila, "cantaba en voz baja":

"Soy hija de la tierra,
como el león y el jaguar.
Soy hermana de las aves
y también lo soy del mar.
Nada me puede encerrar,
fluyo en todo lo que vive.
Yo no le temo al dolor,
nací libre y muero libre".

(Ver pág. 25, obra citada).

El eco de la libertad es el tono que brota del espíritu de aquellos esclavos martirizando por el puño del "colonizador", por no decir del invasor, llámese Gobernador Ovando o virrey don Diego. Por encima de ellos estaba el Barracón lleno de iras y fantasmas de esclavos soñando con la libertad, a pesar de los azotes.

Lo que algunos historiadores nos silencian, salr aquí como un grito a cuatro veces en cada línea sobre la página en blanco: La mordaza impuesta por los negreros e invasores, contra seres humanos, que aman la libertad. Esa es la lección más abierta y desnuda que se patentiza en esta obra.

Ilustración del Dr. Odalís G. Pérez.

Lo puedo justificar, esta es una obra para ser leídas y estudiada en nuestras casas, junto a la familia y discutido en nuestras escuelas, liceos y universidades, porque en ella discurre una parte de nuestra historia silenciada por la complicidad de "historiadores", tan culpables, como los propios invasores o mal llamados "descubridores".

Los ingenios,los trapiches, las cadenas o grilletes, el maniel, el burén y la barbacoa, aparecen aquí como parte íntima de nuestro acervo histórico y cultural.

De nuevo Francois Makandal aparece en nuestra historia liderando las rebeliones de esclavos en Santo Domingo, e imponiendo su cimarronía y sus poderes celestiales.

El afán de riqueza y de adueñarse de lo ajeno, por no decir de lo nuestro, hicieron del "descubridor", el estafador histórico de nuestras esperanzas…y todavía sigue el silencio y la infausta celebración del falso "descubrimiento".

De ahí el valor de esta obra, ya que nos permite abrir los ojos y la mente para, entendiendo esa narración, entendernos y conocernos a nosotros mismos, desde esta historia ficcionada, pero envuelta de irrefutable realidades históricas.

Ahí estoy yo retratado y están también mis hijas. ¿ Y tú, estás ahí? No lo sabes, que pena. Necesitas abrir este espejo, mirarlo, leerlo… y buscar entre sus luces tu rostro.