(Las armas de la violencia)
En la acción de violencia física las armas están generalmente presentes en el escenario. Y en el caso de los cuentos incluidos en El llano en llamas: el machete, el cuchillo, la pistola, las botellas, la aguja y el rifle, son las armas que aparecen en el espacio violento. En el caso del machete lo encontramos fundamentalmente en el cuento “El hombre”. Aquí el machete cuando se nombra no aparece como un arma, sino como una herramienta: “Subió por aquí, rastrillando el monte —dijo el que lo perseguía—. Cortó las ramas con un machete. Se conoce que lo arrastraba el ansia. Y el ansia deja huellas siempre. Eso lo perderá” (pág. 17). Sirve para cortar las ramas. Mientras que en el siguiente párrafo: “Se enterró en la tierra blanda, recién removida. Tocó la puerta sin querer, con el mango del machete” (pág. 18). El machete toca la puerta sin querer, o simplemente el machete es soltado de la mano: “Soltó el machete que llevaba todavía apretado en la mano cuando el frío le entumeció las manos. Lo dejó allí. Lo vio brillar como un pedazo de culebra sin vida, entre las espigas secas” (pág. 18).
Como ha de apreciarse en la narración rulfiana en El llano en llamas cuando se nombra la palabra machete, este no aparece en una acción violenta, que supongan heridas, cortaduras o desmembramientos de órganos. Aunque aparece en una intentona en el cuento “La cuesta de las comadres”: “Por un momento pareció como que se iba a enderezar para darme un machetazo con el guango; pero seguro se arrepintió o no supo ya qué hacer, soltó el guango y volvió a engarruñarse” (pág. 9).
Pero veamos el caso del cuchillo, este sí aparece descrito en una acción de violencia que desencadena la muerte. Lo vemos en el cuento “La cuesta de las comadres”: “Sacaron sus cuchillos y se le apeñuscaron y lo aporrearon hasta no dejar de Odilón cosa que sirviera. De eso murió” (pág. 10). O como metáfora del sonido del viento, en el cuento “Luvina”: “Entonces uno lo oye rasguñando el aire con sus ramas espinosas, haciendo un ruido como el de un cuchillo sobre una piedra de afilar” (pág. 20). O en el cuento “En la madrugada”, que la palabra cuchillo no aparece como elemento de una situación de violencia, sino en una negación de su uso, precisamente cuando se hace referencia a un acto violento: “¿Cómo no iba a acordarme de que había matado a un hombre? Y, sin embargo, dicen que maté a don Justo. ¿Con qué dicen que lo maté? ¿Qué dizque con una piedra, verdad? Vaya, menos mal, porque si dijeran que había sido con un cuchillo estarían zafados, porque yo no cargo cuchillo desde que era muchacho y de eso hace ya una buena hilera de años" (pág. 30).
En el cuento “La cuesta de las comadres” se utiliza una aguja para matar a Remigio Torrico: “Por eso, al pasar Remigio Torrico por mi lado, desensarté la aguja y sin esperar otra cosa, se la hundí a él cerquita del ombligo” (pág. 9).
El rifle es otra arma que aparece en la narrativa de Rulfo, y su uso es frecuente con respecto a otras armas. En el cuento “El llano en llamas” cita hasta el tipo de cartucho que usan los rifles: «Traía terciadas dos carrilleras con cartuchos del "44″ y en las ancas de su caballo venía atravesado un montón de rifles como si fuera una maleta» (pág. 60). También, describe dónde los portaban: en las ancas del caballo, sobre su espalda o en la mano; como son los casos presentados en los cuentos “La noche que lo dejaron solos” y la “Herencia de Matilde Arcángel”. Veamos: Hasta que lo tuvo encima, sobre su espalda, donde llevaba terciados los rifles” (pág. 66). Y “Salió de su casa a caballo y con el rifle en la mano, galopando para alcanzar a las tropas (pág. 54).
La palabra pistola aparece en los cuentos “El día del derrumbe”: “Y cuando lo quisieron callar sacó la pistola y comenzó a darle de chacamotas por encima de su cabeza mientras la descargaba contra el techo” (pág. 48). En el cuento “En la noche que lo dejaron solo”, dice: “Sacó la pistola de la costalilla y se la acomodó por dentro, debajo de la camisa, para sentirla cerquita de su carne (pág. 68). En los casos en que aparece la palabra pistola no causan heridas, aunque pasa algo diferente cuando se aluden a las balas o a los balazos, que sí aparece en varios cuentos en el centro de la acción violenta. O sea, la mecánica de ejecutar un acto de violencia, por medio de las armas, no es muy destacado en la obra. En cambio, las balas que hieren o que matan, que están en contacto con el cuerpo, sí adquieren relevancia. Esto puede ser atribuido a las fuertes cargas emocionales que el autor maneja a lo largo de los cuentos. Existe un espacio multiemocional que impacta no solo en los personajes, sino en los lectores, los cuales se identifican con las fotografías narrativas de Rulfo.
Pero vayamos al uso de las palabras bala, balas, balacera, o balazos. Solo ofreceremos algunos ejemplos. En el cuento “El hombre”, leemos: “Y donde yo me detenga, allí estará. Se arrodillará y me pedirá perdón. Y yo le dejaré ir un balazo en la nuca… Eso sucederá cuando yo te encuentre" (pág. 18). Aquí la palabra balazo aparece como una amenaza. Mientras que en “El día del derrumbe”, la gente entra en estado de pánico a la hora de escuchar los balazos: “Y la gente que estaba allí de mirona echó a correr a la hora de los balazos” (pág. 48). Pero en el cuento “El llano en llamas”, aparecen las balas lesionando a un cuerpo, en este caso “abajito de la nalga”: Éramos cinco, casi cuatro, porque a uno de los Joseses se le había gangrenado una pierna por el balazo que le dieron abajito de la nalga, allá, cuando nos balacearon por detrás (pág. 54). O aquellas balas, que no lesionan órganos, pero que aparecen muy cerca de los talones, o calentando el aire cercano, en el mismo cuento “El llano en llamas”: “Sentíamos las balas pajueleándonos los talones, como si hubiéramos caído sobre un enjambre de chapulines (pág. 57). “Sentíamos cómo bajaban las balas sobre nosotros, en rachas apretadas, calentando el aire que nos rodeaba (pág. 61). O como se cita en el cuento “Paso del Norte”: “—A nosotros. Al pasar el río. Nos zumbaron las balas hasta que nos mataron a todos” (pág. 35). Aquí las balas zumban. (CONTINUARÁ).
El autor es escritor y educador
Domingo 23 de octubre de 2022