(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)

Desde la aparición de los primeros asombros del sujeto ante lo existente, sus primeros bostezos, desde la lengua, han estado vinculados a la filosofía. De ahí que la literatura, junto al acto creativo, aparezca como una acción vinculante al filosofar del sujeto.

Lengua, imagen y/o simbología, expresan una huella del largo trajinar del Ser en esta vida. Junto al asombro del sujeto, nos encontramos con sus propias ataduras al espacio y al tiempo. Espacio y tiempo entran a formar parte del canon cotidiano del creador, en este caso, del poeta-narrador, apegado al poetizar de la palabra.

Es así como he elegido introducir mi aproximación a los universos simbólicos y poéticos de este nuevo libro titulado El libro inevitable ( Editora Búho, Santo Domingo, R.D., 2021. Autor: Amable Mejía).

Se trata de una "edición privada", numerada. Me correspondió el número siete (7). Ese es un número mágico. Es una simbología misteriosa, con un valor numérico celestial, además, arraigado en las 70 veces 7 del perdón, sostenido en Mateo 18: 21-22, según la creencia judeo-cristiana.

Usted creerá que estoy divagando con el tema, pero no es así, porque estamos frente a un libro de poemas en prosa, el cual está perfilado por un marcado filosofar ontológico, algo que es muy propio del sujeto-autor, como creador. Su hacer está centralizado en el quehacer espiritual del Ser, como entidad viva, viable, vivible y mortal, a la vez.

En tres partes, está estructurado el corpus poético de esta obra, el cual sirve de base para recoger una poeticidad fundamentada en las viejas creencias espirituales orientales. Veamos:

(…) "Pequeño como el olvido que la muerte busca agrandar/este día que recuerdas una muerte/. La muerte de la palabra por la boca cerrada/. La sierpe muerte del relámpago fue a dar al árbol/ El árbol/el río el árbol cortado para cruzarlo/Pequeño como la muerte de hace una hora/está hora de veinte años/de la vocal U/de hace un siglo/del día/del niño ciego porque sí"//. p.18

La memoria del sujeto o el recuerdo y la muerte, son ejes temáticos que se entrecruzan en los bordes de un discurso poético-narrativo envuelto de imágenes o de enunciaciones metafóricas que procuran inducir al lector al mundo de las invocaciones trascendentes.

Amable Mejía.

No se trata de un libro de aforismos, no. Es un texto dominado por la magia de la palabra en reflexión, en abierta apertura del pensar, ante el vivir y el morir:

(…) "Cierta fatalidad hay en acceder/ en dejar de ser de sí mismo el centro/o pensar que/ Curioso pensamiento de esferas girando/como un otoño cargado de árboles cargado de árboles deshojados y aguas caídas reducidas al mínimo"// (…). p.21.

Este es un libro del pensar y del sentir. Es una obra de y para el filosofar. Pero, además, es una demostración de cómo la lengua está llena de ritmicidad y simbología, para armonizar la expresión fuera del verso, como vía clásica para la poesía o para el poema. Esto nos confirma que en la prosa se puede sustentar un poetizar.

Hay un dato que quiero señalar en este libro y es que, en su brevedad, nos deja un extenso mensaje sobre la vida y las turbulencias del desamor. A pesar de su línea filosófica, es entendible…se deja descifrar y nos sitúa al lado de nuestro costado humano, para recordarnos que el dolor y la ira, son, como el amor, parte de este espacio terrenal.

"Lo inevitable" es aquí el tiempo…como una excusa del sujeto-autor, para fijar su posición ante la existencia y ante la muerte. Es la fuente de los arrebatos de un poeta que pretende burlarse de sí mismo, desde su propia voz.

Aquí, lo inevitable es dejarnos de mirar y de buscarnos detrás de esta prosa convertida en filosofía, desde la lengua o desde la poesía.