La invención del libro ha sido tal vez el mayor triunfo de la humanidad, para evitar que se esfumen los mejores acontecimientos, sustentar relatos inverosímiles, símbolos de saberes e inventos que se construyeron en el pasado (P.526), legitimar el conocimiento, heredar a generaciones posteriores historias que se perderían de no ser porque las guarda las páginas de un libro.

Intentar nuevas formas, modificar estilos, crear diferentes perspectivas siempre ha tenido detractores, como ocurre en estos tiempos con la llegada de la inteligencia artificial, que amenaza con penetrar en todos los contextos en que la humanidad interactúa, y que una parte de la población se siente temerosa, amenazada, se resiste al cambio, quizás porque peligra el rol en que se desempeña o temor a salir de su área de confort, por estas, y otras razones suelen postergarse los cambios que casi siempre se ocurren de manera inevitable.

Y, a veces se inician a través de procesos, como ocurrió con los dibujos esquemáticos, los primeros apuntes (P.146) empleados por los antiguos terratenientes para hacer sus inventarios, para estos utilizaban la arcilla, testigo de las primeras manifestaciones literarias, como ejemplo tenemos un fragmento del poema escrito por Ajmátova “Ahora, sé cómo traza el dolor rudas páginas cuneiformes en las mejillas” (P.101).

La escritura fue el recurso que propició la perennidad del texto (P.125), y de esa manera inmortalizó a su autor. Escribir es un arte que según plantea Vallejo (2022) surgió para resolver un problema de propietarios ricos y administradores palaciegos que necesitaban hacer anotaciones porque les resultaba difícil llevar la contabilidad de forma oral. Se realiza en tablillas que se endurecían, secándose al sol y se reusaban si no eran horneadas. En Europa fueron creadas en madera, metal o marfil cubiertas con un baño de cera y resina (P.96 y 97) fue la manera en que los niños se iniciaban en la escritura.

El negocio del papiro permitió la proliferación de textos literarios, que trascendiera los relatos a generaciones posteriores; que las obras relevantes para el momento, y que se conocían muy poco, a lo sumo fragmentos de géneros que se destacaron, llegaran hasta nosotros.

La llegada de la imprenta revolucionó la forma de editarlos, antes cada ejemplar era único y si se reproducía tenía que ser letra a letra, un ejercicio paciente y agotador (P.95). El descubrimiento de la imprenta permitió reproducir textos e iniciar a gran escala la venta de libros para los amantes del conocimiento.

En distintos momentos históricos, los pobladores de comunidades han comercializado con los recursos que proporciona el contexto, y la fiebre del libro trajo consigo el surgimiento de las librerías ambulantes, de esta manera las personas comunes, humildes que no iban en busca de los libros pudieron adquirirlos, al ofrecerle la venta a domicilio, y con ello la motivación de los beneficios que proporciona leer, así las librerías ambulantes ofertan a las urbes de lugares remotos lo que hasta el momento fue un hábito exclusivo de élite.

Vallejo sostiene que la literatura surge de manera inesperada, y que probablemente, el primer texto que se conoce fuese de una mujer (P.214), aunque esta estuviese condenada al silencio a lo largo de toda la antigüedad grecolatina; práctica que inicia con Penélope en la Odisea(P.215), pese a esas acciones,  algunos hombres han acogido la defensa femenina y la democracia, como fue el caso de Demócrito, quien afirmaba que el hablar en  público era uno de los mejores adornos femenino, aunque Atenas fuera una las ciudades más represiva con las mujeres(P.216).

En la generalidad de los casos, la historia ha sepultado las producciones literarias, investigaciones históricas realizadas por mujeres, enfocándose en destacar aquellos comportamientos pocos usuales, pero que eran considerados como inmorales para la época, como ocurrió con mujeres como Safo, Aspasia, Artemisa que sus logros no trascendieron o únicamente se conocían en su entorno, porque la masculinidad era la única que debía sobresalir. Muchos siglos han transcurrido, y todavía ambos géneros siguen enfrentados en los espacios que comparten.

El infinito en un junco muestra como la lectura era actividad para personas adineradas, por lo costoso que resultaba adquirir el papiro. Por otro lado, siempre han existido entornos que se anteceden al desarrollo, como sucedió en la costa de Amatolia y las islas cercanas del Egeo, allí las niñas recibían educación si procedían de familias ricas y nobles, algunas hacían oír sus voces.

En síntesis, El infinito en un junco sumerge en el pasado sangriento que desencadenó la fiebre de los primeros libros, y que de alguna manera estimuló la economía de sectores dedicados a la manufactura del junco, materia prima del papiro, y este a su vez, de los primeros manuscritos que fueron medio de difusión del pensamiento.

 

Minerva González Germosén en Acento.com.do