El premio nobel de literatura chino Mo Yan destacó hoy que el idioma es "la jaula de los escritores" que los obliga a mantenerse en un género si no son capaces de "romperla".
Mo, Nobel de Literatura en 2012, participó este martes en una videoconferencia organizada por la Biblioteca Miguel de Cervantes de Shanghái, que reunió también al traductor al español de su obra "Trece pasos", el profesor de chino de la Universidad de Granada Juan José Ciruela.
En su intervención en el encuentro, que forma parte del ciclo literario “Entre Lenguas: los autores por sus traductores”, el autor chino indicó que sus obras tratan de ofrecer “una mezcla entre lo coloquial, lo campesino y lo culto” en cuanto a su uso de la lengua china en las mismas.
“Yo soy del campo de la provincia de Shandong, y mis vecinos hablan un dialecto muy coloquial”, dijo sobre su experiencia, y añadió que la lectura de las obras de un afamado escritor antiguo de su zona que “usaba un idioma escrito más culto” ayudó a constituir su propio estilo.
El autor, considerado el padre del "realismo alucinatorio", y que se inspiró en sus inicios en el realismo mágico de Gabriel García Márquez, reflexionó sobre la importancia de los matices de traducción de las obras a un idioma extranjero.
“A principios de la década de los 80 se tradujeron muchas obras extranjeras al chino, y este chino resultante es muy peculiar, no es el típico, es un producto de los traductores que buscaban una correspondencia entre las lenguas”, afirmó sobre su acercamiento a obras de otros países.
Una lengua que es la herramienta de vida de los escritores, pero también según Mo, “una jaula”, ya que “para salir de un género hay que entrar en otro, y cualquier género se basa en un tipo de lengua”.
Se trata de una herramienta que, como cualquiera, requiere de experiencia sobre la misma para saber ser usada, según Ciruela.
“Se tiene que tener contacto con la lengua y la gente china para ayudar a entender situaciones y contextualizar mejor a los personajes”, aseguró el traductor de “Trece pasos”.
“Hay que vivir la lengua” agregó el profesor universitario, como si se tratase de uno de los vecinos de Mo Yan en Shandong, que vivieron sus propias “historias que no son verdaderas a ojos de la gente que las cuentan”.
Entremezclando memorias colectivas, combinando versiones y perspectivas, el autor busca contar la historia a través de sus personajes, no mediante la versión de la generación que le precedió.
Una historia de movimientos políticos en la China del siglo XX que, en su novela "La vida y la muerte me están desgastando", relata por medio de continuas reencarnaciones de su protagonista en distintos animales, destino del cual liberaría a su personaje en los últimos 22 años.
“Seguiría siendo humano al reencarnarse, porque la China actual merece la pena ser vivida como un ser humano. Ahora un ser humano es mucho más feliz que un animal”, dejó en claro el escritor.