Los procesos sociales suelen ser complejos, con ellos están imbricados los comportamientos humanos. Cada etapa de la historia de la humanidad se ha caracterizado por unas estructuras sociales, que a su vez han parido tratados, acontecimientos bélicos, cambios en los modos de producción, leyes y procesos culturales en general. En las primeras décadas del S.XX se dieron acontecimientos importantes que influyeron de una manera u otra en el devenir histórico de la humanidad, especialmente en occidente, por ejemplo, la primera y segunda guerra mundial. Es en este contexto histórico en el cual se enmarca la novela El gran Gatsby de F, Scott Fitzgerald, la cual se recrea en Los Estados Unidos de mil novecientos veinticinco. Como es propio del género la obra cuenta con las características que lo conforman como tal; una historia, trama, personajes, entre otros recursos. Asimismo, refleja un contexto social y una forma de concebir la vida determinada por ciertos valores morales, humanos y estéticos. A casi un siglo de ser publicada esta novela cabe preguntarse: ¿Han cambiado los comportamientos humanos y las estructuras sociales?  ¿Son iguales? ¿Han cambiado las formas, pero subyace su esencia?

La historia cuenta de un joven de clase baja (Gatsby) quien se enamora de una chica de clase alta (Daysi) al momento de alistarse para la guerra, él regresa manteniendo la misma ilusión, pero ella que ha seguido con su estilo de vida se casa con otro de sus iguales. Este, consigue hacer dinero y compra una casa cerca de ella con la esperanza de que aún lo amara, reinicia su vida con una serie de extravagancias a fin de impresionarla, logran establecer un romance fácil de descubrir por el esposo (Tom), quien a su vez tiene una amante. Actuando como personas aparentemente civilizadas planean un viaje a la ciudad, en el que el esposo propone cambiar de carros. Luego de una serie de acciones desacertadas deciden regresar, el carro de Gastby conducido por Daysi aparentemente se descarrila matando a la amante de Tom. El marido de esta se dirige a buscar a quien el cree dueño del auto y por una trampa de Tom mata a Gastby y se suicida.

Esta trama aparentemente cliché y contada casi un siglo después llamaría poco la atención, pero lo que hace interesante esta obra es la forma del narrador utilizar los recursos. El esplendor de las descripciones, la manera sutil de tratar las ideologías y valores, de ese entonces, con acciones y expresiones aparentemente simples e inocentes en la actuación de los personajes. Estas, solapan los males sociales, como son la desigualdad social, las ideas supremacistas, la inmigración, la superficialidad, la corrupción, la infidelidad, los tabúes entre otros.

–Tom tiene una amante

-Aquí somos todos blancos.

Si nos descuidamos llegará el día en que se casen negros con blancos.

Cuando nos adentrábamos en la noche de invierno y la verdadera nieve, nuestra nieve, empezaba a extenderse por todos lados y a titilar y estrellarse contra las ventanas del tren, y pasaban las luces mortecinas de las pequeñas estaciones de Wisconsin, el aire se endurecía de pronto, afilado y cortante.

 —Mierda de mercancía. ¿Ha recibido mi telegrama? —No ha llegado ningún telegrama. —El joven Parker tiene problemas. Lo han cogido cuando trataba de vender los bonos.

 

 —Deberías tener una iglesia, George, para ocasiones como ésta. Alguna vez habrás ido a la iglesia. ¿No te casaste en una iglesia? Escucha, George, escúchame. ¿No te casaste en una iglesia?

  • Son mala gente —le grité a través del césped—. Tú vales más que todos ellos juntos.
  • ¡Pides demasiado!

 

le gritó a Gatsby—.

  • Te quiero, ¿no es suficiente? No puedo borrar el pasado —empezó a sollozar sin poder contenerse

—. Lo he querido, pero también te quería a ti.

 

—Y has descubierto que estudió en Oxford —dijo Jordan, colaborando. —¡Oxford! —exclamó, incrédulo—. ¡Qué estupidez! ¡Y lleva un traje rosa!

Son algunos de los pasajes en los que subyace el contexto social del Estados Unidos de los años veinte del siglo pasado. Una sociedad prejuiciada, segregada, donde se le rindió culto al lujo y las extravagancias fruto del dinero sucio del contrabando. Males que aún trascienden sus fronteras con otros tintes, pero que siguen revelando la doble moral de los seres humanos, hasta donde le puede llevar el ego y la ambición.

En fin, esta novela, vieja por su génesis, más no así por su contenido,  más allá de su riqueza literaria, se puede mirar desde la perspectiva social y humana, desde la que se ratifica que los cambios sociales son lentos y complejos, que el ser humano necesita de la coerción de las leyes y la censura moral para no despedazase entre sí.  Retrae a la polémica entre las ideas de Hobbes y Roseau de si el ser humano es bueno o malo por naturaleza o es la sociedad quien lo corrompe, puesto que cien años no son suficientes para crecer humanamente hasta el punto de deponer sus actitudes egoístas en favor de la justicia y la verdad.