En mi caso lamento tener que escribir lo ya reiterado hace mucho tiempo acerca de las violaciones incurridas por el estado dominicano al prohibir una manifestación cultural que goza por demás, como expresión cultural, de todas las prerrogativas constitucionales para su ejecución y realización, según consta en esta cita:
” Artículo 64.- Derecho a la cultura. Toda persona tiene derecho a participar y actuar con libertad y sin censura en la vida cultural de la Nación, al pleno acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales, de los avances científicos y de la producción artística y literaria. El Estado protegerá los intereses morales y materiales sobre las obras de autores e inventores. En consecuencia: 1) Establecerá políticas que promuevan y estimulen, en los ámbitos nacionales e internacionales, las diversas manifestaciones y expresiones científicas, artísticas y populares de la cultura dominicana e incentivará y apoyará los esfuerzos de personas, instituciones y comunidades que desarrollen o financien planes y actividades culturales; 2) Garantizará la libertad de expresión y la creación cultural, así como el acceso a la cultura en igualdad de oportunidades y promoverá la diversidad cultural, la cooperación y el intercambio entre naciones; 3) Reconocerá el valor de la identidad cultural, individual y colectiva, su importancia para el desarrollo integral y sostenible, el crecimiento económico, la innovación y el bienestar humano, mediante el apoyo y difusión de la investigación científica y la producción cultural. Protegerá la dignidad e integridad de los trabajadores de la cultura; 4) El patrimonio cultural de la Nación, material e inmaterial, está bajo la salvaguarda del Estado que garantizará su protección, enriquecimiento, conservación, restauración y puesta en valor. Los bienes del patrimonio cultural de la Nación, cuya propiedad sea estatal o hayan sido adquiridos por el Estado, son inalienables e inembargables y dicha titularidad, imprescriptible. Los bienes patrimoniales en manos privadas y los bienes del patrimonio cultural subacuático serán igualmente protegidos ante la exportación ilícita y el expolio. La ley regulará la adquisición de los mismos.” Constitución de la República Dominicana, proclamada el 26 de enero. Publicada en la Gaceta Oficial No. 10561, del 26 de enero de 2010.
Podríamos abordar el tema desde perspectivas y miradas distintas para enfocarlo tomando en consideración los juicios y definiciones que sobre cultura, el hecho cultural, la libertad de credo, todos igualmente constitucionalizados como derechos, así como la propia discusión sobre identidad y por qué no, si es o no el gagá o ga gá ya parte de la cultura dominicana como manifestación, que es la base sobre la cual se le niega en los hechos su libre tránsito y a todas luces, violatorias a sus derechos y libertadas constitucionales.
Lo primero es establecer que toda expresión, espiritual, material, sensorial incluso, y hasta fisiológica creada por el ser humano y que lo diferencia de los animales, es un hecho cultural y que por tanto, la cultura es tan extensa en su definición, que toda creación humana o que viene del ser humano, no puede ser excluida de lo que la ciencia de la antropología ha definido hace más de un siglo (desde finales del siglo XIX), como cultura; constituyendo la base principal sobre la cual nos diferenciamos de los animales.
Obviamente esta consideración amplia, genera interpretaciones, distancias, contradicciones, diferencias y prejuicios valorativos y conceptuales que deben ser dilucidados, pero por quienes tienen las competencias de hacerlo, por eso existen ciencias del campo de las humanísticas que la estudian para evitar la simpleza de los helénicos, de considerar bárbaros a los pueblos del norte de Europa por sus atrocidades, por cierto, las mismas que ellos cometían cuando arrasaban los pueblos conquistados de su gran e inmenso imperio.
Por tanto, al definir lo cultural, deberíamos tener puntualizaciones y categorías de algo ya estudiado y que, al fin y al cabo, constituye la base de la diferencia entre el ser humano y los animales, por lo que no es de poca cosa de la que hablamos.
La cultura está presente en todo lo que hace el ser humano distinto a los animales y si es igual, es parte entonces de su estructura orgánico/biológica y estaríamos en la misma condición de seres vivos.
Este marco es solo para evitar descartar las expresiones de cultura de un plumazo, son necesidades de grupos humanos que cumplen una función, sea de reproducción, como los alimentos, de catarsis como el divertimento, espiritual como lo sagrado, o de pensar para alimentar el interior.
El ga gá en esta definición es una manifestación mágico-religiosa, nadie niega que sea de procedencia haitiana, lo cual no es pecado. Una vez ha sido apropiada, como dice la antropología, refiriéndose al hecho de cuando una población acoge en su seno una manifestación cultural de otro grupo, la hace suya y le impregna sello propio, ya es aparte de su identidad, todo lo cual ha sucedido con el ga gá de este lado, que al ser pate de la ambientación de la Semana Santa, no en el sentido católico, sino con otra significación, y en ella participar dominicanos-as, es pues una expresión de la diversidad cultural nuestra, ya que a ellos no se les obliga integrarse, lo hacen espontáneamente.
Para muchos de las dominicanas y dominicanos de origen haitianos de estas poblaciones, es una manifestación dominicana, sostenida por dominicanos, aceptada por una parte de los dominicanos, que tiene valor y significación para ellos y que por demás, tienen los mismos derechos que los que asisten a otras manifestaciones en esa fecha, a divertirse, retirarse espiritualmente, o simplemente recluirse en sus hogares.
Sobre si es o no dominicana, creo pertinente que deberíamos hacer el siguiente ejercicio para decantar por procedencia, nuestras manifestaciones culturales consideradas dominicanas: de un lado sabemos que la población aborigen fue exterminada o desapareció muy temprano, dejándonos un rico legado de ajuares, creencias, alimentos, técnicas de producción agrícolas y de pesca de sin igual valor.
Luego la historia nos trajo otros invitados, europeos y africanos, y más tarde de otros lugares, Asia y todos juntos nos apropiamos de este terruño y comenzamos a tejer la dominicanidad, cada uno, desde su esquina o ancestros originales, solo que aquí, para sobrevivir y reproducirnos lejos de nuestros ancestros, hubo de crearse y adaptarse a nuevas formas culturales conjugando las que cada grupo trajo.
En ese proceso narrado anteriormente se crearon las identidades diversas que conforman nuestra dominicanidad, y podría aceptar que el ga gá no es dominicano porque viene de Haití, con la condición de que saquemos de nuestra identidad al arroz que viene de China, el quipe que viene de los árabes, el plátano que viene de África, el cocido y las carnes que vinieron de Europa, el espagueti que vino con los italianos, la pizza igual, la hamburguesa que nos llegó los EUA.
Por otro lado, y dentro de la misma tónica conceptual o enfoque, la guitarra europea de la música dominicana debemos excluirla, el acordeón, que nos llegó desde Europa, la percusión, que es africana y base del ritmo nuestro, la coreografía del merengue y la bachata, dos patrimonios inmateriales de la UNESCO, que es europea, y el yaniqueque que vino con los grupos de las islas inglesas a finales del siglo XIX.
Otras presencias como la habichuela con dulce, se dice, tuvo que ver con la llegada de las tropas haitianas durante la ocupación, tendríamos que deshacer el sancocho devolviéndole la carne a los europeos, la yuca y el maíz se quedan como aborigen, pero regresar el plátano y el ñame a África, el catolicismo debe regresar a Europa y el protestantismo también…y me pregunto, ¿qué nos queda ‘’nuestro ‘’? ¿Qué es lo dominicano, que no sea una conjunción de todo ese pasado? Siendo pues la dominicanidad, en una palabra, una identidad rica, diversa y mestiza.