En su modesta vivienda del municipio Santo Domingo Este, encontramos a Claudio Caamaño Grullón, rodeado de recuerdos de aquellos días memorables de la epopeya de abril de 1965. En una de las paredes de la sala colgaba un retrato de su primo el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, rodeado de su Estado Mayor.
Interesado en conocer su participación en la asonada del 24 de abril y sus vínculos, antes y después del estallido, logre una cita en su residencia donde iniciamos una amplia conversación sobre su vida militar, sus vínculos con Caamaño y las dificultades que tuvo que enfrentar a lo largo de su carrera en la Policía Nacional.
Sentados bajo una enramada, en el patio de su casa, de cuyo techo colgaban decenas de chinola se apersonó su esposa Fabiola Catrain, con sendas tasas de Café iniciándose de esta manera la conversación, entre sorbos de Café, con el ex teniente de la Policía Nacional, durante la jefatura del entonces general Belisario Peguero, jefe de Inteligencia del gobierno constitucionalista y sobreviviente de la Expedición Guerrillera de Caracoles entre otras de sus hazañas patrióticas.
De esta manera me contó que estando de puesto en Santiago, como encargado del departamento de Homicidio, venía a la capital (de lechuza) con mucha frecuencia para asistir a reuniones que convocaba en su casa y en otros lugares su primo Caamaño Deñó.
Encuentros donde se conversaba sobre la necesidad de crear una corriente de militares que se preocupara por adecentar las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que estaban atrofiadas, dislocadas y corrompidas. Señalando como el propulsor de esa corriente al coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez.
En ese contexto se refería a los años de 1963 -1964 subrayando que en esos años las Fuerzas Armadas y la P.N. estaban bajo el mando de dos grandes caudillos, el coronel Elías Wessin y Wessin, en la jefatura del centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) y el general Belisario peguero en la jefatura de la Policía Nacional.
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Con el paso de los días, Claudio recuerda que se rumoraba entre efectivos militares y policía que ambos oficiales realizaban operaciones ilícitas a través de las cantinas militares y en otras dependencias de esas instituciones a las que sacaban jugosos beneficios.
-‘’Aquí venían por San Isidro y por el Aeropuerto de Las Américas aviones repletos de mercancías que entraban de forma encubierta violando las leyes fiscales cuyos beneficios iban a parar a las manos de ambos. Esas operaciones ilícitas preocupaban a militares honestos que no querían ensuciar sus uniformes.
Fernández Domínguez
Recuerda que el coronel Fernández Domínguez y Caamaño eran de los militares que desaprobaban esas acciones. Ambos tenían a su alrededor varios militares que lo seguían, resaltando que Fernández Domínguez venía lidereando a muchos militares desde los días que precedieron el ajusticiamiento del tirano Trujillo.
Resaltando que fue el coronel Fernández Dominguez y Wessin y Wessin quienes hicieron preso a el general Rodriguez Echavarría, tras su efímero golpe de Estado en el 1961, durante aquellos aciagos días que el pueblo enfrentaba el gobierno de transición de Balaguer.
Sobre este hecho histórico comentó que cuando Fernández Domínguez y Wessin se apersonaron al despacho del general Ramón Rodríguez Echavarría y le ordenaron que entregara sus armas, éste le dijo al entonces mayor Fernández Domínguez:
– ¡mayor, para evitar una desgracia, quítele esa ametralladora de las manos al coronel Wessin, mire como está temblando! –
De este modo, Claudio al reflexionar sobre este incidente señaló que: “Wessin temblaba porque sabía que estaba frente a un hombre (Rodríguez Echavarría) que tenía fama de valiente y agresivo en sus determinaciones y que además estaba acompañado de varios de sus subalternos que lo apoyaban. Por lo que entiende que la decisión de Fernández Domínguez de detenerlo fue una decisión muy arriesgada porque la acción se produjo en su residencia y rodeado de su escolta.
Wessin y Wessin no tenía valor
Sonríe y afirma que Wessin y Wessin demostró que no tenía valor ("por no decir que es cobarde").
En otro contexto nos contó que meses antes de Belisario Peguero ordenar la prisión de Caamaño Deñó y Morillo López se encontraba en su casa (día libre) cuando llegó la esposa de Caamaño, María Paula Acevedo (Chichita) acompañada de dos oficiales para comunicarle que se había enterado que Belisario Peguero dio órdenes de arresto contra él. Al preguntarle Claudio que cual era la fuente de su información le dijo que un alistado de la Policía -amigo de la familia- lo había escuchado por la frecuencia radial de la Policía.
De esta manera uno de los oficiales de la Policía que acompañaban a Chichita se comunicó con el contralmirante Rivera Caminero y al contarle lo sucedido éste le aconsejó que le dijera a Claudio que se trasladara inmediatamente a la Base Aérea de San Isidro, donde lo esperaría Wessin y Wessin.
Cuando Claudio llegó a San Isidro le preguntó al oficial del día por el general Wessin y éste le dijo que no estaba y al preguntarle, si sabía de algo, le contesto de manera negativa.
Empero, el oficial lo mandó a pasar a una sala de espera que daba al despacho. Cuando llegó lo vio y no le dijo nada. Lo que hizo pensar a Claudio que lo estaban tomando de conejillo de india sin saber para que fines.
De modo tal que le pidió autorización al oficial del día para usar el teléfono pues se consideraba ‘’semi detenido’’. Llamó a la Policía a un oficial de apellido Nuñez Carela y le informó lo que le estaba sucediendo, solicitándole que arrancara de inmediato para San Isidro.
Se comunicó también con el general Antonio lmbert Barrera y con Hernández Pérez, de este le dijeron ‘’que se encontraba en la Base Aérea jugando billar en el Club de Oficiales’’. Luego dijo que se presentaron Marte Hernández, Jiménez Rodríguez y Morel Tineo, lo que lo hizo pensar que la noticia había corrido de boca en boca.
En ese instante llegó Wessin y al colocarse frente a él; observó que estaba como ahogado; indeciso, lo que lo hiso pensar que no estaba en buenas manos. Sonó el teléfono, Wessin agarró el auricular y escuchó cuando dijo: – ¿Pero es uno solo? Confirmando Claudio, su creencia, de que no estaba en buenas manos pues lo que se buscaba era involucrarlo en una trama que obligara a Donald Reid Cabral destituir a Belisario Peguero. Trama en la que se quería involucrar también a Wessin y Wessin. quien según Claudio ‘’le temía mucho a Fernández Domínguez y era el que lo tenía en el exilio”.
Destituyen a Belisario Peguero
De este modo, Claudio concluyó que las indecisiones y ahogamiento que observó en Wessin y Wessin era porque el temía que lo complicaran con esa destitución, ‘’dejando ver de nuevo su cobardía’’. Al final se produjo la destitución de Belisario Peguero, pasando a una subsecretaría de la secretaria de Interior y Policía y el general Despradel Brache a la jefatura policial.
Recuerda que vivió seis días de alta tensión mientras se decidía que iban hacer con el y los demás militares. Pero se sintió más tranquilo cuando decidieron trasladarlo de la Base Aérea de San Isidro hacia el Palacio Nacional donde iban a ser recibidos por el presidente del Triunvirato Donald Reid Cabral.
Cerca de la casa de gobierno observa que el único militar que portaba una ametralladora y vestía de civil era Nuñez Carela, ‘’los demás teníamos nuestras armas cortas de reglamento’’. De repente, escuchó a Marte Hernández, ordenarle al chofer del autobús que lo dejara, reacción que hizo pensar, a Claudio que el destino no era el Palacio Nacional, sino el Cuartel General de la Policía, como de veras sucedió.
Ya en este lugar, lo condujeron al despacho del jefe de la Policía Despradel Brache quien los amonestó y acusó de insubordinación ordenándoles que entregaran sus armas. “En ese momento, Núñez Carela me miró y me hizo seña con el gatillo de la ametralladora como queriéndome decir, la uso o la entregó y yo le dije que la entregará. En consecuencia, la decisión final fue distribuirnos por diversos comandos de la institución, tocándome la provincia de Santiago’’. Luego se enteró que Caamaño Deño y Morillo López fueron trasladados a la Fuerza Aérea Dominicana. Lo que lo condujo a pensar que ‘’habían vencido a Belisario’’.
Estando en Santiago, Claudio es designado por Caamaño deñó responsable del trabajo político del movimiento constitucionalista que se fraguaba en los cuarteles bajo el influjo de Rafael Tomás Fernández Domínguez.
No había diferencias
Claudio, toma una pausa, le pide a Fabiola un vaso de agua y tras un sorbo de Café aclara que nunca – como se rumoraba-, existía diferencia entre Caamaño y Fernández Domínguez en torno a la conspiración que perseguía tumbar al Triunvirato.
Reiteró que "eso nunca existió’’. Al tiempo de revelar que ‘’lo que pasó fue que un día Fernández Domínguez envió un emisario a la casa de Caamañó para plantearle que actuara en un operativo que perseguía tomar por asalto el muelle de Santo Domingo (Ozama)". Pero la forma impositiva en que el enviado le comunicó la orden molestó a Caamaño quien se lo llegó a expresar a Claudio con estas palabras:
"si no fuera porque Rafaelito me envió a ese tipo yo lo hubiera botado de la casa".
Según Claudio, este incidente produjo algunos comentarios que decían -de manera errónea- que Caamaño no estaba -al principio- de acuerdo con la conspiración, lo que fue desmentido con su integración.
En ese contexto, cito un libro escrito por la viuda de Fernández Domínguez, Doña Arlette Fernández, que dice que cuando se le planteó a Caamaño por primera vez su integración al movimiento constitucionalista este dizque dijo que tenía que consultar primero con su padre, el general Fausto Caamaño, "antes de decidir cualquier cosa".
Esta opinión para Claudio es errónea, "ya que Francis era el único hijo de mi tío que tenía una personalidad definida. Él se casó con quien le dio la gana, hizo la carrera que le dio la gana y se metió en el movimiento sin consultar a nadie.’’
Recuerdo que cuando Francis se integró formalmente a la conspiración fue en un encuentro que celebró Fernández Domínguez, "en un viaje que hizo al país". Donde ambos se pusieron de acuerdo con todo lo que se perseguía.
Se integra Montes Arache
En relación a la entrada del oficial Manuel Montes Arache, al movimiento, Claudio señala que eso sucedió también en unas de esas reuniones que se celebraban en la casa de Caamaño.
"Yo estaba cenando una sopa con Francis, cuando llegó Montes Arache, Illio Capocci y otro italiano de nombre Enso Lovato’’. De inmediato Francis se paró para saludar a Montes Arache "quien era para mí como un tío".
Recuerda que tras saludar a Montes Arache presentó a Capocci y a Enso Lovato. Dos italianos que eran instructores del Cuerpo de los Hombres Ranas.’’
Cuenta que cuando fue a darle la mano a Capocci, sin darse cuenta, metió el codo de su mano derecha en el plato de la sopa, expresando hacia adentro: "- ¡Carajo dañé la sopa por darle la mano a este largurucho! -"; sin saber que luego íbamos a ser grandes amigos.
Mientras disfrutaban la cena, -recuerda Claudio-, que Francis hizo una pausa para reunirse a solas en una habitación continúa con Montes Arache. ‘’El encuentro a pensas duró 5 minutos, lo que me condujo a pensar que no se habían puesto de acuerdo.’’
"Pero no fue así… tras terminar la reunión le pregunté a Francis que cómo les había ido, respondiéndome – ¡Muy bien!’’ -Montes Arache, tan pronto me escuchó me dijo:! estamos de acuerdo¡. El acuerdo -por sugerencia de Montes Arache-incluyó la integración al movimiento de Illio Capocci y Enso Lovato.
En otro contexto, recuerda que, en otra reunión, Hernando Ramírez, en ausencia de Fernández Domínguez, designó a Francis Jefe de Operaciones del Movimiento.
Caamaño en la embajada de EE.UU
Al estallar la revuelta militar, Caamaño se integra desde el mismo 24 de abril, pero fue el 25 que se presenta al Cuartel General del Estado Mayor, ubicado en el kilómetro seis y medio de la carretera Duarte, donde estaban presos los altos oficiales que lo integraban y los militares constitucionalistas que se habían apoderado de esa importante guarnición.
Tan pronto estalló el movimiento, Claudio que estaba en Santiago, junto a otros militares, se trasladó a la capital tan pronto escuchó una proclama – por radio-que anunciaba al pueblo la decisión de esa comandancia de integrarse o respaldar el movimiento constitucionalista. Desde ese momento, que se inicia la guerra, Claudio y su tío Francis hacen una mutual inseparable. Siempre se le veía, en su condición de Jefe de Seguridad del gobierno constitucionalista, acompañando a su primo junto a otros parientes, miembros de su escolta entre los cuales estaban: Barín Caamaño Perez, César Rafael Caamaño Pérez, Fidencio Vásquez Caamaño, Alejandro Alberto Suero (Chibú) y sus entrañables amigos el Capitán Jorge Gerardo Martes Hernández (Lugarteniente) y Fernando Pimentel (Vejez).
Al hablar sobre el desarrollo de la guerra, Claudio recuerda que el 27 de abril el coronel Caamaño y su escolta enfrentaron en el puente Duarte y sus alrededores el avance de las tropas del CEFA que pretendían recuperar la ciudad que estaban en manos de las fuerzas constitucionalistas.
Esa histórica batalla, que decidió el curso de la guerra, Claudio afirma que ‘’logró sensibilizar las fibras del héroe que por primera vez vio la furia de un pueblo decidido a vencer o morir’’.
Empero, con gesto de nostalgia, dijo que ‘’estos combates provocaron la deserción de una parte de los oficiales que estaban en el movimiento. Lo que Caamaño se percató en un recorrido que hicimos por el área del Puente Duarte y el Parque Independencia.
Algunos desertaron
-‘’Sólo vimos a Diego Bordas y otro civil que estaba en la calle Julio Verne quienes se acercaron a nosotros para informarnos que había una reunión en la Embajada de los Estados Unidos donde se requería de nuestra presencia.
"Es cuando Francis decide marchar rumbo a esa sede diplomática y al llegar nos encontrarnos con el inconveniente que debíamos depositar las armas, a un guardián que estaba a la entrada, lo que Francis rechaza", recuerda Claudio Caamaño.
Dijo que tras mucha persuasión las entregaron y al llegar a la oficina del embajador Tapley Bennet lo encuentran reunido con el presidente Molina Ureña y Hernando Ramírez y otros militares constitucionalistas, entre los que señaló al teniente Bello Conde y otros que no identificó.
En ese contexto, Caamaño se colocó en una posición distante al escritorio donde estaba sentado el embajador, observando que frente al diplomático estaban Molina Ureña y Hernando Ramírez. Según Claudio Caamaño Ureña y Ramírez "parecían dos pollitos’’ escuchando los dictámenes de Tapley conminándolos a claudicar.
Recuerda que en la oficina continua al despacho del embajador había una máquina de refrescos y Caamaño colocó unas monedas para tornarse uno junto a Claudio. Y que después de ingerir algunos tragos de la bebida gaseosa, Francis le pidió un turno al embajador. En este instante, cuenta Claudio que se acercó a su primo y le dijo: "¡Mire maestro, usted va ahorita a hablar, tenga cuidado si usted sale con una de sus brutalidades!"
"Francis se dio una regada conmigo diciéndome: "Mire carajo, ¡cuándo yo he sido bruto! ¿eh?", explica Claudio Caamaño.
Claudio calificó a Tapley Bennet, de atrevido tras escucharlo conminando a Molina Ureña y Hernando Ramírez a rendirse o asilarse. La actitud del funcionario estadounidense molestó a Francis Caamaño, quien levantaba la mano insistentemente solicitando al embajador un turno, Pero el embajador le decía que se esperara.
"-Ya Francis estaba colorado del pique… En eso se produjo una llamada desde La Romana que la recibió el embajador- Era del mayor Bucarelly, quien estaba preguntando por los jefes de la revolución para informarle que las tropas de esa provincia que estaban bajo su mando decidieron apoyar la revuelta. Esta demostración de apoyo irritó más al embajador quien se dirigió con términos más hirientes contra Molina Ureña y Hernando Ramírez.
Reveló que Bennet le dijo: -"Mire ahí la respuesta… en eso es que ustedes están", y al pasarle el teléfono a Hernando Ramírez este le dijo a Bucarrelly que todo estaba bajo control y que se estaba buscando un arreglo para terminar con la revolución’’.
Dijo que fue en este instante que un americano se acercó a Caamaño para susurrarle: -"coronel, pero sus gentes todavía están combatiendo, todavía hay oportunidades de triunfar".
Entonces Caamaño me dijo: -"Claudio, vámonos de aquí". Según Claudio, fue en ese momento que el embajador le cayó atrás a Caamaño llamándolo "coronel, coronel, sin que este obtemperara sus insistentes llamados".
Dominicanos con dignidad
Finalmente, afirma que Francis se detiene y le dice: -"¡Venga, dígame lo que usted me va a decir!". Y al acercarse más reposado le dijo: "coronel no se retire, tenemos que conversar’’… y Francis le contesta: "¡No ya no hay tiempo para hablar!".
Enseguida pidió su fúsil al guardia que estaba en la garita y volviéndose para donde el embajador le dijo: "Yo le voy a demostrar a usted que todavía hay dominicanos con dignidad”.
Según la lectura que le dio Claudio, a esta respuesta de Caamaño al embajador: El héroe de abril lo que quiso decirle fue que los que se quedaban en la embajada no eran dignos de llamarse dominicanos.
Recuerda que con Caamaño se fueron Montes Arache, Claudio, Chibú y otros militares que no identificó. Afirmando que fue tan airada la retirada de Caamaño que cuando tiró la puerta por poco agarra la cara al embajador, quien le siguió pidiéndole que no se retirara.