-Desde aquí, abrazos para los filósofos, Dr. Domingo De Los Santos y Dr. Juan Manuel Acosta.
En la narrativa dominicana, existe un sostenido canon literario que nos aproxima a la consolidación de una literatura de la memoria.
En esa posible consolidación de nuestra literatura contemporánea de la memoria, los aportes de Marcio Veloz Maggiolo (13-8-1936/ 10-4-2021), son innegables.
Desde la publicación de sus obras :
- "El buen ladrón". Ciudad Trujillo: Colección Arquero, 1960.
- "El prófugo". Santo Domingo: Ediciones Brigadas Dominicanas, 1962.
- "Judas": Editora Librería Dominicana, 1962.
- "Creonte": seis relatos. Santo Domingo: Colección Arquero, 1963.
- "La vida no tiene nombre". Santo Domingo: Colección Testimonio, 1965.
- "Los ángeles de huesos". Santo Domingo: Editora Arte y Cine, 1967.
- "De abril en adelante". Santo Domingo: Editora Taller, 1975, y "Memoria tremens", 2009, entre otras, poseemos una marcada disposición a reescribir nuestra historia, como nación, desde la literatura, desde el discurso ficcional.
Pero les confieso que no es mi idea hoy, abordar ese importante tema de la crítica nacional, sobre la narrativa de Don Marcio Veloz Maggiolo, pero me es imposible aquí, tratar el tema de la reescritura de nuestra historia, desde lo literario, sin citarlo de manera preclara.
Él (Marcio Veloz Maggiolo), entre otros autores nacionales, marca la ruta, para que una obra como "El cristo de los milagros", de Ingrid Gómez Natera (Ganadora del premio FUNGLODE, en el 2019), esté ceñida por la ruta de los perfiles cuestionadores de nuestro devenir histórico.

Usted se aproxima a esta novela, y se encontrará con el narrar denso de un narrador-testigo, quien, desde un tiempo verbal en pasado, nos va situando en el panorama del peregrinar de los ideales coloniales, sobre nuestro panorama geográfico, hasta penetrar en las intringulis de "Las devastaciones de Osorio (1605-1606), dejándonos una mirada crítica y sombría, sobre nuestro devenir histórico y por existencial, como pueblo colonizado.
Desde este discurso narrativo, hay un persistente y preclaro objetivo de reescribir nuestra historia, negando aquello que nos han pintado, a su manera, algunos maniqueos "cronistas" de nuestros hechos históricos.
Desde este narrar, se cuestiona el que nos sigan tergiversando nuestra realidad histórica, lo cual ha sido oficializado y/o consagrado, desde la "malla" curricular" de nuestro Sistema educativo nacional, apoyados en los espacios áulicos, repitiendo una crónica de mentiras que ya deben ser reescritas, desde el delineamiento epistémico de un discurso cuestionador.
Es una extensa novela que posee una organización de 46 (XLVI) capítulos y 313 páginas, pero no se asuste porque su narrar es bastante descriptivo y poético, a la vez.
Usted se preguntará, y, cómo es posible que, desde una novela, se esté cuestionando la colonización o el descomunal saqueo del entonces poder español, en nuestras tierras?
Pues ese es uno de los puntos centrales aquí, tomando como excusa el tono de lo religioso, como queriendo embaucar al lector desprevenido, pero no es posible, porque fluye de ahí esa mirada bronca, hacia el rescate de algunos momentos oscuros de nuestra historia, como pueblo caribeño, "descubierto" o saboteado por la España de entonces.
Desde la dedicatoria de la obra, usted va viendo pistas aclaratorias que no aparecen al azar, sino que nos van guiando hacia la estrategia calculada de la autora. Veamos:
"Al pueblo de Bayaguana, en homenaje a su Cristo, a su gente, a su tradición,a su historia, a Jorge Corniel, A ti, manito, siempre, siempre".
Desde esa entrada, hay una trampa tendida, para que nos entretengamos en la idea "inocente" del afecto, cuando lo que se oculta, en el fondo, es una voz que diseña una táctica de política antropológica, para que el lector autodescubra, al final de la narración, el por qué del homenaje a "su Cristo", y el por qué "a Bayaguana, a su gente, a su tradición y a su historia?
Ya les decía más arriba que hay aquí una narrativa que entra en nuestros recovecos históricos, como las "Devastaciones de Osorio" (1605-1606). Y uno se pregunta…qué fueron esas "Devastaciones"?
Se conoce como las "devastaciones de Osorio", a la orden dada por el rey de España, Felipe III, al gobernador de La Española (en ese entonces Antonio de Osorio), de despoblar las regiones del Oeste centro y norte de la isla, para trasladar a sus habitantes hacia la parte cercana de Santo Domingo.

Eso ocurrió entre los años 1605 y 1606, como forma de aniquilar el contrabando en esas zonas. Pues, con la población desplazada, se fundaron los nuevos municipios de Monte Plata y Bayaguana.
No tengo que ser historiador para ir entendido la trama argumentativa que se oculta en esa dedicatoria, lo que nos dice que la autora se vió inducida a tener que investigar sobre ese y otros hechos históricos de esta media isla, dando pautas a una estrategia educativa que debe ser implementada por nuestros maestros en nuestras escuelas.
Aquí encontramos la pauta de formar a nuestros discentes (estudiantes), desde la lectura, como en este caso, para ir conociendo lo que en verdad hemos sido, y, el por qué de lo que hoy somos, como nación. Esta es una obra que va más allá
de lo ficcional, para registrar tonalidades que abren llagas que deben ser desgarradas, para no seguir "manateados", como sujetos-sombies o como sujetos-momias, adormecidos por una historia retorcida, repetida, desde la madriguera de "historiadores-cómplices" de esta anómala visión, sobre nuestra realidad actual.
En esta obra, un personaje simple, como "María mirari (Milagro) o "María del Milagro", o "La Cieguita" de Usedia", inicia su contar o su narrar, como narradora-testigo de los acontecimientos, desde "el año de de Dios 1596″.
(Ver pág. 19).
No se trata de una obra religiosa, aunque su proyección discursiva inicial,f a si lo sugiera, cuando usted profundiza y avanza en su lectura, descubrirá los reales sentidos de una novela que remueve los cimientos sobre los cuales nos "alfabetizaron" y nos educaron, con la certeza de convertirnos en reales analfabetos funcionales.
Creo que en parte, han logrado sus objetivos estatales, pero, segúnt el universo escénico de esta novela, tenemos la esperanza de construir un mejor porvenir, en nuestra sociedad.
Aquí nos proyectan parte del por qué hoy somos lo que somos, como resultado de los lineamientos políticos del poder colonizador de entonces, con el apoyo de la iglesia católica. Hablemos claro.
No es una obra inocente, es una novela por la reconstrucción de la memoria de nuestra realidad histórica.
Nota:
-Foto de la autora de la obra, "El Cristo de Los Milagros"(2020), Ingrid Gómez Natera.
-Portada de la obra "El Cristo de Los Milagros"(2020), de Ingrid Gómez.
-Mapa con las partes despobladas y las habitadas, durante las devastaciones de Osorio.
Nota:
-Según el historiador, Fernando Muñoz Altea, el nombre completo de Antonio Osorio, es Antonio de Villegas y Osorio, González de Caraveo y Vozmediano.