La novela breve, en la literatura contemporánea dominicana, es una realidad palpable. El reputado investigador, poeta y crítico literario dominicano, ya fallecido, Manuel Mora Serrano, Premio nacional de literatura 2021, entre otros autores nacionales, ( 1933-, 2023 ), con "Juego de dominó" (Editora Taller, República Dominicana,1973), la que él denominó como una "Noveleta", marca una referencia significativa en nuestro entorno literario.
En esta obra, el sujeto-autor centra su discurso en la realidad de una época referencial de la historia del pueblo Dominicano.
Lo que me interesa, aquí, no es el tema en sí, sino la forma en que ese tema es trasmutado a la realidad fantástica o al imaginario, por parte del sujeto-autor. Y es ahí donde muchos nuestros escritores pierden el rumbo, creyendo que escoger un tema es suficiente, para atrapar el gusto del lector, ignorando que debe entender que se trata del uso ficcional que se le dé a ese tema, y eso es lo fundamental, en este caso.
"EL camino de Las hortensias", novela breve, de Amable Mejía (Editora Búho, primera edición, enero 2024. Santo Domingo, República Dominicana. 90 pags.), consta de 23 capítulos.
Aquí, la ironía y la sátira, son dos recursos esenciales, dentro del discurso narrativo utilizado por el sujeto-autor, para llevar al lector, desde el inicio, a su trampa planificada.
Es ese ironizar y el enfoque satírico que hay en esta novela breve, lo que nos permite asumir la obra y no querer dejarla, hasta terminar de meternos en sus trampas escriturales. Para el autor, ese tratamiento discursivo de la burlarse de sí mismo, no es extraño, por lo que, usar esos recursos en su narrar, le es bastante fácil. Lo goza. Veamos:
"Como si Mercedes viviera en una realidad irreconocible, sus pensamientos fueron turbados por el pilón matando arroz y la vocera de su vecina Eulalia y la de su marido Nino, llevando a la cerca las vacas que son de un hermano de su marido, temprano para ordenarlas, pero eso pronto se iba a acabar. Nino iba a ordenar las suyas y la familia se mudaría para otra casa o arreglaría donde viven y alguna tierrita se le iba a pegar, al lado de gente, no de animales, como en la actualidad donde viven" ( Capítulo I, pág.9, obra citada).
Desde el inicio, el narrador omnisciente, ubica su ironía, y percata al lector que sus personajes principales no vive cerca de gente, sino de animales.
Esa imagen de rechazo del contexto vivencial, ya nos delata el ambiente de miseria espiritual y de pobreza material en que viven sus personajes protagonistas, en esta novela. Son animales, estigma, que va más allá de una simple clasificación sociológica, porque le otorga sentido político.
Y sigue rispostando el narrador, y fijando su posición de sujeto que domina todo cuanto allí ocurre y ha de ocurrir en el proceso de la narración. Veamos:
(…) Gracias a la belleza heredada de su hija mayor. Heredada de ella, aunque a ella no le ha servido para nada, ahora con su hija iba -estaba por sacar los "frutos" deseados, a propósito de la visita del alabardero de Petána su rancho".
(…).
(Capítulo I, pgs. 9-10. Obra citada).
Aunque enfoca aquí la muerte del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina (24-10-1891-/30/5/1961). y sobre uno de sus hombres más cercanos, como lo fue José Arismendy Trujillo Molina (Petán) (1895-1969).El quinto hijo de la familia Trujillo-Molina.
Petán es presentado aquí como la historia lo reseña, como un "cuatrero", abusador y asesino. Un mujeriego y un selecto propiciador de "cazar" joven citas y aprovecharse de su condición de poder, para despojarlas de su virginidad.
La forma en que el sujeto narrador. enfoca esa conducta, no deja de llenarnos de su burla y de su humor. Veamos:
"A Petán le gusta mi muchachita. ¡Por fin encontré mi porvenir!".
(Ver Capítulo 12, pág. 43).
Esa expresión, puesta en boca de la madre de la jovencita "Mercedita", enuncia una dolorosa realidad social que rondada en toda el área de poder de la dictadura trujillista, y es la "compra y venta" de hijas, propiciada por algunos padres, a gente cerca a Trujillo o al mismo dictador. Esa era y es todavía una amarga y triste realidad actual. El poder ciega y llena de ambiciones, a los débiles o pobres de espíritu.
Son tantas las lecciones que hay esta breve novela que un espacio áulico le queda pequeño para aprenderlo. A parte de que se enmarca en una realidad histórica nacional, su tratamiento estético se mantiene, conllevado por un enfoque narrativo lleno de valores simbólico-semánticos trascendentes.
No es una obra para contar nuestra historia nacional, pero sí es una novela para valorizar nuestra realidad, como pueblo, situada en la proyección literaria y artística de lo ficcional.
Considero que el autor de novela breve, debió y debe, en una segunda edición, agregarle el valor pictórico, agregándole imágenes, ilustraciones a color, lo que otorgaría mayor visibilidad y más proyección artística, a la obra, al unificar el discurso escrito, con el discurso gráfico-visual. Aguardamos esa posibilidad, a pesar de los costos económicos que eso conlleva.
Con esa novela, la narrativa dominicana contemporánea, consolida su mirada histórica a lo interno de nuestros procesos políticos nacionales y contribuye a que el olvido no invada, ni nuble, nuestra conciencia nacional y nuestro poder de razonamiento, como ciudadanos y como lectores pensantes y críticos.