El pasado jueves 28 de septiembre, se conmemoró el “Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro”, fecha convocada por el movimiento feminista mundial con el fin de legalizar esta práctica y así evitar la muerte de muchas mujeres en el mundo a causa del aborto clandestino. En algunos países también se conoce esta efeméride como “Día por la Despenalización y Legalización del Aborto”.

Las mujeres negras iniciaron la lucha

Esta importante fecha global surgió como una iniciativa en Argentina en el año 1990, en el ámbito del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. En dicho evento, grupos feministas integrado por mujeres del continente americano abogaron por la legalización del aborto, debido a la cantidad de muertes que cada año deja la práctica del aborto clandestino, sobre todo, en los países más pobres de la región.

La celebración se fue extendiendo por todo el planeta, siendo conmemorada por asociaciones feministas a nivel internacional. La fecha fue presentada por la delegación del movimiento de mujeres feministas brasileñas, proponiendo el 28 de septiembre, por ser el aniversario de la promulgación en Brasil de la histórica Ley de Libertad de Vientres del año 1871, por la que se consideraron libres todos los hijos e hijas nacidos de mujeres negras esclavizadas.

A partir de ese momento, son miles las mujeres y otros movimientos feministas que han decidido apoyar esta causa, a través de campañas, charlas, seminarios, conciertos, marchas, plantones, ruedas de prensa y demás, como forma de incidir en los estados para que sea legalizado el aborto seguro en países latinoamericanos.

La ley de vientres

Andrews, George Reid en su obra: Los afroargentinos de Buenos Aires, 1989, establece: “La libertad de vientres fue un principio jurídico que se implantó en el siglo XIX en los países abolicionistas de la esclavitud, consistente en otorgar la libertad a los hijos nacidos de esclavas. Hasta la aplicación de este precepto, el hijo nacido de una esclava pasaba a formar parte del patrimonio del señor de su madre. Una vez terminada la esclavitud el principio cayó en desuso por causa de su propia naturaleza temporal”.

En toda la América esclavizada donde las mujeres negras vivían la misma realidad opresora colonialista se fue implementando la Ley de Vientres, como refiere la obra: "La Ley de Vientres Libres y los intereses esclavistas" planteando:

"Chile fue el país pionero en América latina en esta materia, se implantó a solicitud de Manuel de Salas el 15 de octubre de 1811. En Argentina, se decretó el 31 de enero de 1813 por la Asamblea del Año XIII. En el territorio de la actual Colombia, la libertad de vientres se promulgó inicialmente en el Estado Libre de Antioquia, mediante proyecto presentado al dictador Juan del Corral como libertad de partos, pero no sería sino hasta el 30 de agosto de 1821 en que la Constitución de Cúcuta lograría establecer la libertad de los nacidos de esclavas cuando alcanzaran los 18 años cuando estos mismos suministraran un pago por su crianza y gastos relacionados, para lo que preveía un impuesto sobre las herencias que se aplicaría a proporcionarles medios de subsistencia. En Perú, el protector del Perú, José de San Martín, estableció la libertad de vientres para los nacidos tras la declaración de independencia (28 de julio de 1821). Uruguay la promulgó en 1825; mientras que Paraguay no lo hizo hasta 1842. En España, con efectos para Cuba y Puerto Rico, pues la esclavitud estaba abolida en la metrópolis desde 1837, se promulgó el 4 de julio de 1870. Fue conocida como Ley Moret debido al Ministro Don Segismundo Moret. Brasil fue una de las últimas naciones americanas en abolir la esclavitud en 1888. El 28 de septiembre de 1871 se había promulgado la Lei do Ventre Livre que sólo representó un tímido avance. Finalmente el 13 de mayo de 1888 fue decretada la Ley Áurea por Isabel I de Braganza sancionando la liberación absoluta de todos los esclavos".

Las mujeres negras habían ganado la batalla, logrando que se declarara por ley, que sus vientres dejarían de ser propiedad de los esclavistas blancos. A partir de esa ley, los esclavistas ya no podían obligar a las mujeres a embarazarse para aumentar la mano de obra con los nacidos esclavizados, muchas veces embarazadas por ellos mismos por violación. La ley prohibía que ya no podían decirles a las mujeres, cómo, cuándo, dónde y de quién embarazarse. Es decir, era una nueva era para las mujeres, sobre todo para vivir con cierta libertad su maternidad. Pero todas esas conquistas duraron hasta el año 1940, cuando se criminalizó en el Código Penal de Brasil el aborto. Ese retroceso llevo a miles de mujeres negras a organizarse y crear comunidades para tomar sus destinos por sus manos, descubriendo el uso del Misoprostol para abortar, la misma pastilla que ahora se usa en todo el mundo.

El aborto como una práctica ancestral de mujeres

Mujeres negras castigadas por abortar. Foto de El Grito del Sur.

Los expertos planteas que, el aborto es un procedimiento que se lleva a cabo con el fin de interrumpir un embarazo y que debe ser practicado antes de que el feto esté formado ya que puede representar un grave peligro para la madre. Un aborto puede deberse a causas naturales, es decir, que la mujer sufra la pérdida del futuro bebé de forma espontánea, pero también puede llevarse a cabo de forma inducida y para ello será necesaria la participación de médicos especialistas en la materia.

Esta práctica ha sido muy controvertida a través de toda la historia de la humanidad ya que encierra una serie de posturas y consideraciones que involucran temas relacionados con lo ético, lo religioso, lo moral, lo económico y lo social. Sin embrago las únicas que tienen derechos a saber qué hacer con sus cuerpos son las mujeres mismas.

A lo largo de los siglos el tema del aborto ha pasado por periodos de aceptación y rechazo, aunque falta mucho por hacer, en estos tiempos sigue creciendo en los países la política hacia la despenalización, fruto de la lucha histórica de las mujeres por ese derecho que les corresponde. En épocas remotas era considerado como un mal a evitar.

Parece que sí pero no, pero muchos países siguen poniendo trabas a un derecho humano y social, claro que tenemos que tener en cuenta que lo más fácil de hacer siempre es no hacer. Curioso destacar que son líderes hombres los que le ponen trabas al asunto cuando en realidad son las mujeres las que deben y tienen que decidir libremente sobre el tema que hoy nos toca y que les concierne a ellas en primera instancia.

Blendon R J. en su obra: The public and the controversy over abortion 1983, plantea:

Quizá el texto más antiguo (1728 a.c.) en el que se habla del aborto es el Código de Hammurabi (rey de Babilonia) en el que, al hablar de la ley del Talión, dice: “Si un hombre golpea a una hija de hombre y le causa la pérdida de (l fruto de) sus entrañas (aborto), pagará diez siclos de plata por (el fruto de) sus entrañas”. Mientras que desde la cultura griega se consideró como un medio útil.  Aristóteles justificaba el aborto como una forma de regular la natalidad, encontrándolo licito en las familias numerosas o muy pobres. En el mundo romano se da una fluctuación sobre las actitudes acerca del aborto. El aborto provocado de un feto fue considerado como una grave inmoralidad. Pero no se consideraba como una acción delictiva, ni en la época republicana (del siglo sexto al siglo primero, antes de Cristo), ni tampoco durante los primeros tiempos del Imperio Romano. Más adelante, la Ley Cornelia, promulgada por Sila en el año 81 a.c. prohibía las prácticas abortivas si bien con ciertos atenuantes. Pero será a partir del siglo II cuando se generalice la prohibición, con los emperadores Septimio Severo y Antonino Caracalla. Desde los siglos III-IV, hasta comienzos del siglo XX, la inculturación del cristianismo hace prevalecer dos principios: la concepción de la vida como don de Dios, y la consideración de la radical igualdad de todos los hombres. Ello llevó implícito el rechazo”.

La práctica del aborto era ya conocida muchos siglos antes de nuestra era. En los pueblos primitivos, de patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e incluso matar a sus hijos, aún antes de nacer. En esas circunstancias, el aborto no tenía carácter punible. Se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo femenino, a sus entrañas; y dado que la mujer tenía un estado de minoridad, el padre o el jefe de la familia ejercía absolutos derechos sobre el fruto de la concepción de todo tipo de aborto (Sgambatti, S 1986).

El cristianismo se instaló con una apreciación rigurosa en este sentido. Doscientos años después de Cristo, se promulgaron medidas rigurosas contra la mujer sujeta a esta acción, incluyendo la pena de muerte, castigos corporales y el exilio. Este criterio se basaba en que la mujer no tenía derecho a arrebatarle al marido su descendencia, la esperanza de la posterioridad. Si desde el principio del cristianismo se observó una sobria hostilidad frente al aborto, esto se debió al criterio de que se trataba de la muerte de un inocente. Según la concepción católica, el alma es la que brinda a un ente u organismo la categoría de ser humano. Esto es lo que se denomina, la concepción hilomórfica de la naturaleza humana. Su principal defensor fue Santo Tomás de Aquino, quien sostenía que el espíritu era forma sustancial del alma, en tanto que el cuerpo era el producto de la unión del alma con la materia (Vélez, Correa 1987).

Blendon RJ. refiere: “La primera legalización del aborto en el mundo tuvo lugar en la Unión Soviética en 1920, a partir de la revolución leninista. Se promovía el aborto practicado en hospital, a solicitud de la madre y dentro de los tres primeros meses de gestación. Es cuando surge el sistema de despenalización del aborto por plazos, tomando como referencia el tiempo de la gestación. Después de la Segunda Guerra Mundial el modelo soviético de plazos se aplicó también más o menos en todos los países del Telón de Acero, y en el ámbito del llamado “socialismo real”. Así tras Rusia esta legalización se va sucediendo en cascada a los demás países: 1956: Polonia, Hungría y Bulgaria. 1957: Checoslovaquia”.

En la obra: La isla bajo el mar, Isabel Allende, relata que entre las mujeres esclavizadas había más abortos que nacimientos y la mayor parte de los niños morían antes de cumplir tres meses. Aunque hoy en día tan solo pensar en aquella posibilidad nos debe horrorizar, la historia cuenta que, para las mujeres africanas esclavizadas durante la Colonia, el aborto se practicaba para evitar la explotación racista y de clase a la que ellas y sus descendientes eran sometidos, tal como lo hemos expresado anteriormente.

Se piensa que el aborto es un tema reciente, que nació con las feministas, esas que usan pañuelo verde, salen a las calles y gritan consignas. Si piensa que es un tema de moda, impuesto por alguna organización internacional.  Se puede pensar, pero no es así. El aborto es un tema que ha estado siempre vinculado a la práctica de las mujeres desde nuestras ancestras indígenas.

La investigadora Marina Do Pico, en un trabajo titulado: “Las hierbas de la emancipación: aborto, biopolítica y soberanía”, refiere:

“En septiembre de 1699, la ilustradora y naturalista alemana María Sibylla Merian llegó a la Guayana Neerlandesa con una misión: pasar allí cinco años documentando e ilustrando nuevas especies de insectos y plantas. Divorciada y con dos hijas, María había vendido 255 de sus pinturas para costear el viaje, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en realizar una expedición científica independiente. En el libro que resultó de aquella expedición, María documentó cómo las esclavas africanas e indias de la colonia usaban las semillas de una planta (que ella identificó como flos pavonis) como abortivo. Escribió: “Los indios, quienes son maltratados por sus amos holandeses, usan las semillas [de esta planta] para abortar su descendencia y que no se conviertan en esclavos como ellos. Los esclavos negros de Guinea y Angola reclaman ser bien tratados, amenazando con rehusarse a tener hijos, ellos mismos me lo dijeron”.

Sobre el estudio, Do Pico, analiza el relato de María y refiere: “Ante lo planteado, se cristalizan una serie de problemáticas que suelen ignorarse en el debate sobre el aborto: este es tan antiguo como la palabra escrita y sin embargo hoy, desde los sectores conservadores, se busca instalar la idea de que las feministas “inventaron el aborto” o que el deseo de libertad reproductiva es un fenómeno moderno. Muy por lo contrario, lo reciente no es la existencia del aborto sino su criminalización: se trata de un proceso que se desencadenó en forma paralela a los comienzos del colonialismo y el capitalismo, cuando en Europa la libertad reproductiva de las mujeres comenzó a ser vista como una amenaza para los proyectos de expansión capitalista que requerían de una población floreciente”.

Es por esas razones, que nuestras mujeres desde sus casas, con las amigas, vecinas y hermanas, compartían informaciones sobre esta práctica ancestral que ha estado vigente durante desde miles de años entre mujeres, abuelas, madres, curanderas, parteras, sanadoras en las comunidades. Existen cuentos y leyendas sobre esta práctica.

El conocimiento de las plantas en la Colonia lo tenían las mujeres

Foto de Luisa Lerman (ilustradora botánica para investigadores. www.revistaamazonas.com)

La historiadora Guiomar Dueñas en un trabajo llamado: Rehaciendo Saberes, publicado por la Universidad de Texas en 1991, nos refiere:

“La existencia de plantas abortivas era de amplio conocimiento entre las mujeres de la Colonia particularmente entre curanderas, las denominadas yerbateras y las parteras. Las yerbas emenagogas (estimulantes del sangrado menstrual) los purgantes, eméticos y el uso de pócimas mágicas hacían parte de la medicina tradicional usadas por las indígenas y enseñadas a las esclavizadas. Si bien el tratamiento con estas yerbas se aplicaba para buen número de enfermedades de las mujeres, detener embarazos indeseados debió ser una razón de consulta entre una población cuyo destino era la repetición incesante de la vida. Las raras menciones en la literatura coloniales a las prácticas abortivas se deben a que el conocimiento y el manejo de plantas antifertilizantes pertenecían a la cultura de las mujeres. Las que se distinguían como curanderas, no eran solo parteras que ayudaban a otras mujeres a llevar a feliz término sus embarazos. Eran médicas empíricas, yerbateras, consejeras que ayudaban igualmente a hombres y mujeres. Eran personas estimadas por el grupo social al que pertenecían e indispensables en decisiones familiares críticas. Su sabiduría en el conocimiento de las plantas la habían logrado a través de centurias de observación y de experimentación. Además, el arte de curar estaba vinculado al espíritu de la maternidad, que combinaba en forma ideal, la sabiduría y entrega nutricia, la ternura y la técnica. Las parteras operaban dentro de una red de ayuda mutua femenina en donde la presencia de los hombres no estaba legitimada. Es por esto que salen a luz sólo en los casos en deben rendir cuentas a la justicia por accidentes mortales ocurridos en el ejercicio de su profesión. En estos casos, el desconocimiento de sus saberes por los hombres que tienen a su cargo la moral y la justicia las sitúa en una posición de gran vulnerabilidad. Se acude entonces a la voz autorizada de los médicos que han adquirido sus conocimientos a través de la lectura de los clásicos, quienes han sido los llamados a dilucidar el valor inocuo o mortal de las plantas usadas por las mujeres en el ejercicio de su profesión de curanderas”.

¿Qué dicen las cifras y los organismos internacionales?

La Organización Mundial de la Salud establece que la cifra de abortos practicados cada año en los países latinoamericanos es realmente sorprendente. Se estima que la suma puede llegar a los cuatro millones o quizás más de todas las mujeres que son sometidas a esta práctica y donde un porcentaje bastante alto de ellas, mueren debido a los riesgos y complicaciones porque en su mayoría son realizadas de manera ilegal. Las expertas de la OMS, refieren que, a nivel mundial son miles los casos de mujeres que fallecen debido al aborto y los índices de decesos ocurren en los países subdesarrollados donde la pobreza extrema, el hambre y la falta de políticas sociales justas están a la orden del día.

El aborto está considerado como una de las cinco principales causas de mortalidad de la mujer en gestación. De acuerdo a las estadísticas más recientes publicadas por Médicos Sin Fronteras, el aborto no seguro, ocasiona una de cada doce muertes en mujeres embarazadas, establece la OMS.

Sobre el tema ONU-Mujeres plantea que, solo África y Asía los decesos de mujeres jóvenes también es muy alta debido a la práctica de abortos no seguros. Muchas de ellas, sufren graves daños que pueden dejarlas con alguna discapacidad o con la imposibilidad de no volver a procrear. Riesgo al que también se expone toda la población femenina en gestación alrededor del mundo. Si se comparan estos datos con aquellos países donde el aborto ya está legalizado, se puede observar una notable diferencia en cuanto a la cantidad de muertes que deja un aborto clandestino. En algunos países de Europa de cada diez abortos puestos en práctica, nueve no ponen en riesgo la vida de la mujer, mientras en aquellos que está prohibido y el procedimiento es clandestino, la madre termina falleciendo o sufriendo alguna secuela permanente. En distintos países de todo el globo, muchas organizaciones se han unido con la finalidad de defender el derecho al aborto seguro. Con este fin, redactaron un documento planteando este tema y el cual fue presentado ante las Naciones Unidas en la 42ª sesión de los Derechos Humanos.

Actualmente urge que esta problemática sea atendida con celeridad y así acabar con un mal que ha venido desquebrajando los cimientos de la sociedad, ya que el aborto como otros temas que conciernen a la mujer y su derecho a la vida plena deben tener prioridad en los gobiernos y políticas establecidas en todas las sociedades del mundo.

En República Dominicana la lucha de las mujeres por 3 Causales sigue

Mujeres dominicanas luchan por sus derechos. nuso.org

De acuerdo con Amnistía Internacional (2017), con la reciente aprobación de la despenalización del aborto en Chile, solo cinco países de Las Américas (República Dominicana, Nicaragua, Haití, El Salvador, Honduras y Suriname) lo prohíben el derecho a las mujeres de abortar de manera absoluta. La actual discusión sobre la reforma del Código penal en el país podría ser una oportunidad para que el aborto deje de ser un acto punible y sea abordado por el Estado como un tema de salud y autonomía de las mujeres.

La activista dominicana Alicia Méndez Medina en un trabajo publicado en el espacio Nueva Sociedad en marzo del 2023, bajo el título: Las tres causales y otras batallas de las mujeres dominicanas, sobre el proceso de lucha de los movimientos sociales y feministas para incidir desde las calles en la aprobación de las 3 causales, plantea:

Las mujeres dominicanas luchan por la despenalización del aborto, al menos en tres causales, pero también contra el racismo, la desnacionalización de la población de origen haitiano y los derechos de las minorías sexuales. Estos grupos ocupan su agenda que van desde plantones, conciertos, campamentos, diversas actividades para llamar la atención de legisladores y legisladoras y los gobiernos de turnos para la despenalización”.

Mucho por hacer

Hace falta que haya más compromiso y mejores políticas por parte de los gobiernos de todo el mundo y de esta manera contribuir a que millones de mujeres no sufran las lamentables consecuencias de someterse a la práctica de un aborto no seguro.

Muchas organizaciones y movimientos feministas trabajan de forma incansable para dar visibilidad a una problemática que cada vez resulta más común, pero con resultados realmente dramáticos, sobre todo, en poblaciones donde las víctimas son muy jóvenes. Las expertas, no obstante, recuerdan que queda mucho por hacer para asegurar los derechos de las mujeres y las niñas a la igualdad y al más alto nivel de salud sexual y reproductiva.

Para finalizar, creo firmemente, que el aborto es una cuestión íntima y decisoria por parte de cada mujer, donde no debería de intervenir ni el Estado con sus leyes negadoras de derechos creadas por hombres presionados por las iglesias y sus doctrinas atrasadas, ni ninguna religión, ellos deberían estar para apoyar la decisión de las mujeres, pero sé que es una utopía, sobre todo en países como el nuestro.

La lucha de las mujeres por las 3 causales sigue y este pasado jueves las organizaciones feministas del país junto a instituciones que le apoyan, realizaron un evento llamado, “Pintada Feminista en las instalaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, sumándose a la celebración desde la Republica Dominicana y alzando su voz en el “Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal

Fuentes:

Andrews, George Reid. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires: De la Flor, 1989.

Sgambatti S. El aborto: aspectos historiográficos, legales, éticos y científicos. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1986.P.9-10.

Aguirre Zozoya F. Epidemiología del aborto. Ginecol Obstet Mex 1976;22(134):1675-90.

Masters WH, Johnson VE, Kolodny RC. La sexualidad humana. La Habana. Editorial Científico-Técnica; 1987.P.681-5.

Blendon RJ. The public and the controversy over abortion. JAMA 1993;15:270.

Velez Correa LA. Ética médica. Interrogantes acerca de la medicina, la vida y la muerte. Corporación para las investigaciones biológicas, 1987.

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