Les presento la tercera parte del trabajo de la doctoranda Altagracia Cuevas (Mili), del Doctorado en Humanidades en Estudios Sociales y Culturales del Caribe.
(Iustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
En nuestro país, hasta en la educación superior, la gestión cultural es la gran ausente. Se quedan en la memorización y en la repetición de las voces textuales de otros, aunque su repetir no se corresponda con la verdad de los hechos, como pasa en gran parte de nuestros hechos históricos nacionales.
Esa actual disgregación que hoy existe entre educación y cultura en nuestro sistema educativo nacional debe ser modificado en nuestra realidad educativa y estar situada en un espacio de vincularidad o de familiaridad simbólica y espiritual.
Para que esto suceda, primero hay que darles una buena formación a los maestros y habilitarlos para que puedan trabajar de manera estrecha y vinculada a la cultura, dentro y fuera del aula.
Esa concepción queda fortalecida con los criterios sostenidos por e Dr. Odalis G. Pérez. Veamos: ‘’Una contradicción entre ambas formas de manifestación de la cultura nos lleva muchas veces a no entender que la cultura de un pueblo está ligada a todas sus sustancias y sectores de producción, sectores de animación social y sectores de necesidad pública y privada." (Ver libro ‘’Literatura Dominicana Y Memoria Cultural’. Ritmos y Tiempos de a Alteridad’, página #141, Editora Manatí, año 2005).
De acuerdo con el licenciado Rafael Santos, expresidente de la Asociación Dominicana de Profesores, entre 1980 y 1990:
"El sistema educativo dominicano es un sistema acientífico, memorista y verbalista. No es de ahora es viejo, desde que se rompió la educación hostosiana, que no se basa en la ciencia, que no enseña la conciencia crítica de los estudiantes, no los enseña a pensar y se basa en la verbalización y no en el contenido de los textos que fundamentan el saber. Trae muchos problemas a los estudiantes porque es un sistema que no enseña para la vida. No enseña a los muchachos a hacer nada con lo que aprenden muchísimos años en las escuelas". (Ver periódico "El Caribe", de fecha 24 de diciembre del 2018, bajo el título ‘El Sistema Educativo de República Dominicana, no enseña para la vida’’ – Edición Digital).
Finalmente, concluyo resaltando el vínculo que debe permanecer entre educación y cultura, no simplemente como un concepto sino como un hecho en las políticas de estado en la República Dominicana.
Los cambios y transformaciones en la educación y en la cultura dominicana, deben ser planteados en pro de la construcción de una nueva ciudadanía y el fortalecimiento de una institucionalidad democrática en nuestro país. Tal y como señala el maestro Rafael Santos, el maestro debe ser vanguardista, y estar en constante renovación. Debe enseñar par la vida, y contribuir con la formación de un sujeto reflexivo, imaginativo, creativo, crítico y contestatario.
La educación y la cultura han de mantenerse de manera viva, en y fuera de los espacios áulicos, y recordar siempre que estos son dos conceptos que, en la práctica magisterial, tanto en la educación preuniversitaria como en la educación universitaria, debe ser sostenida como parte del quehacer cotidiano de los dicentes o estudiantes, dentro y fuera del quehacer docente.