(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
Una mirada a las inflexiones
Cuando enfocamos las inflexiones dadas en la aplicabilidad y en el teorizar de la cultura y de la educación en la sociedad dominicana, nos vemos en la obligación de tratar el plano político-estatal, porque una cosa es el decir y otra cosa es el hacer, en lo referente a las políticas educativas y culturales nacionales.
En cuanto a las políticas culturales, nos encontramos con una innegable realidad de centralización de los recursos y de las actividades, en las zonas más urbanas y desarrolladas, como el caso de la capital y los pueblos más desarrollados, como Santiago, La Vega, etc.
En las provincias, como sucede en las áreas fronterizas, la gestión cultural es muy limitada. Y eso hay que corregirlo de las gestiones culturales estatales, aunque hay que reconocer que, en estos últimos tiempos, ha habido un acercamiento más decidido con los pueblos geográficamente más aislados y de menos desarrollo económico.
El Ministerio de educación, ha de saber que es los primeros años de aprendizaje son esenciales en el desarrollo del niño o la niña.
Se activan todos los procesos para la generación y desarrollo de la lengua, de la imaginación y las complejidades biopsicosociales del sujeto, para organizar el proceso de aprendizaje en los niños.
En esa etapa la alimentación es de suprema importancia, las políticas educativas para el nivel, las metodologías de aprendizaje, la socialización y la inclusión, son acciones y actividades fundamentales para su desarrollo.
Según expertos, si en la educación inicial y básica no se cumplen con las necesidades biológicas, sociales, educacionales y motivacionales del estudiante, eso le afectaría a lo largo de su vida en su formación integral. Bajo esas condiciones desfavorables es difícil producir e imaginar.
Educación y cultura: Una juntura disjunta en la escuela dominicana
Dado el hecho de los vínculos existentes entre educación y cultura, entiendo que debe existir un plano de conexión entre las políticas culturales y las políticas educativas, para ponerlas en acción, dentro y fuera del espacio áulico.
Para fortalecer ese vínculo, el maestro de tener conciencia de la importancia de estos recursos en el desarrollo de nuestra sociedad y en las potencialidades del sujeto, en procura siempre de tener una nueva ciudadanía, basada en el fortalecimiento de nuestros niveles democráticos.
Cada maestro debe actuar como un activo gestor cultural. Debe asumir su quehacer educativo para desarrollar la imaginación y el potencial creativo de sus estudiantes.